Bianchi lo dejó en el banco pero lo puso faltando un cuarto de hora y cuando el cero parecía clavado. El goleador pescó una pelota y definió un partido de tono menor. Los chilenos no supieron definir sus chances. |
En medio de los dimes y diretes con los directivos por los premios, con la hinchada aún sin tomar partido pero expectante, con las fichas apostadas al tricampeonato en el Apertura, Boca se mantuvo al tope de su grupo de la Copa Mercosur. Pero no jugó bien. La Católica fue superior en algunos pasajes y lamenta las ocasiones desperdiciadas. Sobre el final, cuando el empate parecía sellado, entró Palermo desde el banco de suplentes y no falló. Ganó Boca 1-0 con gol de Palermo. Los católicos tenían a Jhonny Walker en el arco. Bianchi dejó a su White Horse Palermo en el banco y tenía a varios Old Smuggler entre los titulares, Basualdo y Pereda a la cabeza. Y los dos jugaron como si estuvieran distendidos, con el lema está todo bien loco, como si hubieran disfrutado algún on the rocks en los vestuarios antes de saltar al verde la Bombonera. La Católica tocó, tocó, giró alrededor de Gorosito y su escudero Carracedo pero parecía que el área de Boca estuviera electrificada, no se acercaron más que cuando fue imposible eludir el compromiso. En ese primer tiempo lánguido y aburrido, con esa pachorra chilena, sin embargo, el colombiano Córdoba fue la figura de la cancha con tres atajadas excepcionales, abajo y a su derecha, evitando tres veces el gol visitante. Sobre todo en ese cabezazo de Siomionatto lleno de malicia y potencia. Boca mechado entre titulares y suplentes jugó mal. El medio BasualdoTraverso-Pereda ni marcaba, ni achicaba espacios ni jugaba cuando esporádicamente tenía la pelota. Así Riquelme no encontraba con qué jugar ni con quién jugar ni dónde jugar porque Leppe-Parraguez lo rodeaban y le achicaban los espacios. Los primeros diez minutos del mellizo Guillermo fueron para ilusionar pero después se desinfló, como el partido, y se empecinó en pasar por donde no debía ni podía y forzando un lujo en cada jugada. Por los laterales, Boca no tenía salida tampoco y arriba, un torpe y lento Barijho quedaba casi siempre en ridículo o en offside porque debía pelear solo y contra una cancha rápida y pesada que le dificultaba apoyar sus patotas con firmeza. Así y todo su esfuerzo por querer hacer las cosas bien fue para elogiar. Aquellas llegadas de la Católica las empardó Riquelme en las dos únicas veces que apareció en el primer tiempo. En una resolvió una media vuelta en una baldosa y sacó un balazo de derecha que reventó un palo del arquero de etiqueta negra. En la otra, con un toque, dejó solito a Guillermo pero el mellizo resolvió mal. ¿Cuánto tiempo iba a demorar Bianchi en mover la estantería y pasarle el plumero al equipo? Algún reto debió existir en el vestuario porque Boca tuvo otra actitud en el comienzo del segundo período. Más combativo, más activos los del medio, se llevaron por delante a los chilenos en el primer cuarto de hora pero los cruzados resistieron bien. Y cuando recuperaban la pelota tocaban y tocaban. Daba la sensación que si jugaban un año, la Católica iba terminar en cero a favor, que en el free shop de Ezeiza habían comprado el empate. Al final, Bianchi fue moviendo las piezas. Primero Ibarra por Valdez y el equipo tuvo más salida por derecha. Al cuarto de hora puso a Cagna por el impreciso y errático peruano Pereda. Pareció que el equipo quería arrancar, pero no arrancó. Mantuvo ese ritmo cansino y poco profundo de los pasajes más extensos del primer tiempo mientras Barijho se empecinaba en buscar el gol, de rebote, de lo que fuera, para sacudirse la mala relación que tenía con la pelota. Y ya cuando quedaban quince puso a Palermo para jugarse el resto con los dos tanques. A los 80 casi se les da: Barijho y palo. El rebote para Palermo y palo. Y enseguida lo que no pudo Barijho en 80 minutos, lo pudo Palermo en la jugada siguiente cuando fue a buscar detrás de Vargas el pelotazo de Cagna y poner el 1-0 que mantiene a Boca en la Mercosur. Allí, en el arco del Riachuelo, el White Horse Palermo tuvo más graduación que Jhonny Walker. Y en el otro, Córdoba tuvo la suerte necesaria para que esa del final de Osorio no fuera empate.
SILENCIOS, PAUSAS, INDECISIONES Por Facundo Martínez Todo
está en calma, pero ni el músculo duerme ni la ambición descansa. El conflicto entre el
plantel de Boca y los dirigentes por los premios de este Apertura se tomó una pausa en el
día del partido con la Católica pero el final es imprevisible. Los jugadores, que
evitaron a la prensa hasta salir de los camarines tras el encuentro con los chilenos, no
van a reducir sus apetencias mientras que la dirigencia mantiene su propuesta con una
ligera variante que, según se mire, es peor que la anterior.
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