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OPINION
Ni accidente ni mala suerte
Por Alberto Ferrari Etcheberry *

Recuerdo que hacia 1987 el brigadier Horacio Crespo, entonces jefe de la Fuerza Aérea, explicaba, en un viaje a Brasil: “El avión argentinobrasileño será un aparato de 34 plazas para el cual en los aeropuertos argentinos hay pista de sobra; provoca menos polución, menos ruido y permite puentes aéreos que funcionen como un colectivo”. Alguno acotaba ya, mientras recorríamos con Raúl Alfonsín y José Sarney la fábrica de Embraer: “Necesitamos una política aérea para nuestras necesidades. Este avión entre Buenos Aires y Montevideo podrá tardar escasos diez minutos más que un Boeing. ¿Y qué?”. Crespo contaba, exultante: “Córdoba y Embraer diseñan juntos, están conectados por modem y computadora”. Y concluía: “El Aeroparque no puede crecer ni puede seguir así, es peligroso y cada día va a ser más peligroso. Por eso la solución es este avión”.
Llegó la posmodernidad. Cuando le explicábamos a Domingo Cavallo, canciller designado por Carlos Menem, los protocolos de integración en marcha con Brasil, como el del avión, nos preguntó: “Si son tan buenos, ¿por qué no los financia el Citibank?”. Caro lector, no se equivoque: lo dijo en serio. Y sinceramente. Por supuesto, con Menem y Fernando Collor en poco tiempo no quedó nada de los protocolos y menos, por cierto, del avión, que ya vuela en Europa y es totalmente brasileño.
“El Aeroparque cada día va a ser más peligroso.” Y eso que Crespo no imaginaba, entonces, el aporte a la barbarie y al peligro que llegaría con Carlos Grosso, Omar Fassi Lavalle, Jorge Domínguez y sus lucrativas privatizaciones del espacio público.
Y llega este accidente.
Tan accidente como el del chico de 19 años a quien el papá le pone un Honda preparado para que juegue a Fangio.
Accidente: estado que aparece en alguna cosa sin que sea parte de su naturaleza, dice el Diccionario de la Real Academia, edición número 21.
¿Es extraño a la naturaleza de la cosa Honda que un pibe a 200 kilómetros por hora atropelle a un Renault 6? ¿O es “parte de su naturaleza”?
¿Será o no “parte de la naturaleza” de las estaciones de servicio de Córdoba y Montevideo o de Riobamba y Perón, o de Paraguay y Rodríguez Peña, que mañana exploten, como ocurrió años ha en Las Heras y Junín, creo recordar, en un “accidente” tan trágico como el que hoy se llora?
¿No es, acaso, “parte de la naturaleza de la cosa” en este Aeroparque de pistas cortas y aviones grandes cercado por estaciones de servicio, clubes, restaurantes, autopistas que son la principal entrada y salida del centro de la ciudad, que un avión provoque este desastre?
¿Usted vio alguna vez una estación de servicio en la 5ª Avenida y 58, o frente a Harrod’s en Londres, o en la plaza de la Vendome? Acá hay accidentes y allá no. Mala suerte.
La definición de accidente es la misma pero no es la suerte de lo que nos diferencia. Son distintas las “naturalezas”: desarrollo y subdesarrollo.

* Ex subsecretario de Asuntos Latinoamericanos.

 

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