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Crónica de una noche fantasmal en
busca de los que no estaban

La zona de la tragedia se convirtió en la madrugada en un escenario de una búsqueda terrible de gente desaparecida.

Diferente: “Ustedes no entienden, lo nuestro es diferente, lo nuestro es diferente”, repetía la mujer que buscaba a su marido, quien conducía el auto aplastado.

Todo lo que quedó del auto Chrysler Neón aplastado.
Los restos fueron sacados ayer de abajo del fuselaje.

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Por Cristian Alarcón

t.gif (862 bytes) Caminar y cruzar los controles hasta llegar al lugar del desastre era ayer a la madrugada como intentar avanzar hacia un frente de guerra urbana, en medio de una ciudad devastada. Los ruegos de los familiares desahuciados de deambular por hospitales buscando entre los vivos a sus muertos eran en definitiva, a cada esquina donde la policía había puesto un tabique de patrulleros, la única contraseña que permitía ir hacia el río. Así, entre la clemencia y la rabia contenida, se habían abierto paso dos chicos de 20 años que buscaban a su mejor amigo y compañero de rugby, Juan Pablo, cuando eran poco menos de las dos de la mañana. Ni siquiera estaban seguros de si el desaparecido había tomado ese avión u otro, o si nunca había llegado al Aeroparque. Pero una red de llamados telefónicos los había alertado a ellos y a otros tantos, sobre la posibilidad. Quien estaba tras una pista irrefutable era una mujer de más de cuarenta años que junto a su hijo y un amigo de la familia vagaban perdidos tras una noticia. Su marido era quien manejaba el Crysler Neón patente CJJ-482 del que el arrastre del Boeing 737 de LAPA solo había dejado sobre el asfalto de la avenida el baúl y un pedazo de paragolpes.
Ese numero inequívoco era lo que había alertado a la mujer a los pocos minutos del accidente. Miraba televisión como media ciudad de Buenos Aires cuando la cámara implacable de un canal y un periodista fueron derecho y en vivo a ese dato. “Acá podemos ver lo único que ha quedado de un automóvil que evidentemente cruzaba la calle”, dijo el cronista por sobre una imagen de la chapa, que enseguida fue leída, por si quedaban dudas. Era el Neón de su esposo. Y era más o menos el tiempo en que él debía pasar por allí para ir a cerrar un trato de negocios. La mujer y su hijo dejaron la casa tal como esa hora, ya de descanso y series argentinas, los sorprendió. Más tarde, a las tres de la mañana la cara de la mujer parecía haber adelgazado y envejecido súbitamente en las ultimas cinco horas. La de su hijo, un chico lindo de unos 20 años, estaba tensionada, y era imposible hablar con él, que repelía las consultas como bien hace quien tiene una pregunta más importante que cualquier otra en el mundo.
La madrugada trajo el frío, una brisa que avanzaba desde el agua, más allá del campo de golf, y comenzaba a empujar los olores malditos de la muerte. Alrededor del cúmulo de hierros las rejas puestas por la Federal y la Prefectura eran el último de los controles legales para que los familiares no buscasen directamente entre las cenizas. Aun así, después de tanto insistir y de pelear con suboficiales y oficialitos, el hijo del hombre del Neón había conseguido entrar, otra vez venciendo el alma ruda de los que cumplen órdenes. Y su madre, apostada en el acceso de las ambulancias, por la avenida Costanera, oteaba en la oscuridad si el chico daba con algo, si gritaba, si regresaba con una voz de aliento. Pero el muchacho no aparecía. Los curiosos, que los había como siempre, preguntaban a la mujer sin que ella se dignase a escucharlos, si la persona por la que averiguaban venía en el avión. “Ustedes no entienden, lo nuestro es diferente”, decía ella cuando arremetía otra vez contra uno de los custodios de la tragedia.
Tenía la mujer en la mano un teléfono celular de esos bien pequeños. Y apretaba las teclas como si en ellas se le fuera la existencia. De a ratos sonaba. Ella atendía, contestaba con monosílabos y hablaba en paralelo con el hijo. La familia estaba en vela en otros puntos de la ciudad. El amigo que los acompañaba logró entrar por el chico. Había llegado hasta pocos metros de la masa humeante del boeing. Volvieron abrazados. Obtuvieron nuevos teléfonos de hospitales. Siguieron llamando, ahora de un público, para dejar el celular libre, por si alguien, incluso el mismo desaparecido, llamaba. Temprano la mujer había recibido una dosis de esperanza: escuchó a un fotógrafo decir que un hombre herido, en pie, gritó que era él quien iba en el Crysler Neón. Pasadas las cuatro de la mañana, la mujer accedió a sentarse en la cabina de un camión dePrefectura, a esperar. Ayer a la mañana rescataron el automóvil, convertido en lo que muestra la foto. Y la mujer seguía, a pesar de todo, despierta, esperando.

 


 

LA COBERTURA DEL ACCIDENTE POR TELEVISION
Una tragedia en vivo y en directo

Por Esteban Pintos

t.gif (862 bytes) La televisión argentina reaccionó con buenos reflejos para cubrir lo más “en vivo y en directo” posible la tragedia de Aeroparque. Los canales de noticias (TN, Crónica y CVN) hicieron lo suyo como cabe esperar en medios especializados y preparados para este tipo de contingencia, con sus bemoles cada uno de ellos. La televisión abierta, en cambio, se debatió entre continuar con su programación habitual y entregarse por entero a la cobertura del accidente. A medida que se tomaba conciencia de la magnitud de la catástrofe, los cinco canales de aire detuvieron los programas que se emitían y se dedicaron a transmitir desde la zona.
América, por ejemplo, dio a conocer la noticia a mitad del desarrollo del diario “Día D”. El programa de Jorge Lanata dejó paso, cerca de las 21.30, a una cobertura ininterrumpida desde Aeroparque y así fue hasta el horario de su finalización, en simultáneo con la señal de noticias (Cablevisión Noticias) del multimedios. Igualmente “Caiga quién caiga”, el siguiente programa, inició su rutina con una aclaración de su conductor Mario Pergolini sobre la “contradicción” entre el tono irónico del envío y el momento que se vivía. Así fue durante su primera hora, en donde se entremezclaron informes en clave de humor sobre la cena de la fundación Conciencia, la cobertura de los partidos de fútbol del campeonato Apertura y las tristes imágenes de un avión incendiado, con todo arrasado a su paso más las primeras impresiones de algunos sobrevivientes. Igualmente, en cada corte comercial, el canal reiniciaba su transmisión del desastre. Alrededor de las 23, “CQC” dejó el aire definitivamente. “El rayo” no se emitió y la pantalla del canal fue ocupada por completo con lo que fue, lamentablemente, la noticia del día. Su vecino de sintonía, ATC, fue un poco más lento en sus reflejos y se permitió interrumpir un par de veces la película que estaba emitiendo hasta que, tal como América, la magnitud del desastre se impuso por sí misma y no hubo programación habitual hasta entrada la madrugada. Algo parecido a lo que sucedió con Azul Televisión, que también estaba poniendo en el aire un largometraje. En tal caso, no hubo lugar para el recién debutado “Café Fashion”. Telefé y Canal 13 mantuvieron el mismo perfil de elección temática. Los conductores de “Telenoche” asumieron la conducción desde estudios y Santo Biasatti, a partir de la medianoche, se puso al frente desde el lugar de los hechos.
Sin las obligaciones de programación, las señales de cable hicieron lo suyo. En los casos de CVN (con América) y TN (con Canal 13), se unificaron las coberturas. Outsider por naturaleza y elección, Crónica TV se dedicó por completo al accidente y no dejó de avisar al televidente, con cierta falta de oportunidad, que la noticia de la tragedia “fue primicia de Crónica TV”. El golpe maestro en cuanto a la autorreferencialidad lo dio a la mañana siguiente –y así durante todo el día de ayer– cuando, sobre el habitual fondo rojo y con letras blancas tipo catástrofe, ironizó: “Gracias a todos los diarios y canales que robaron imágenes de Crónica TV”.

 

ECOS

Afortunados. Dos diputados provinciales de Córdoba salvaron sus vidas cuando, momentos antes del viaje, cancelaron sus reservas en el vuelo 3142. Ricardo Moreno y Jorge Babusci habían viajado a Buenos Aires para una reunión partidaria. Como el encuentro duraba más de lo previsto, usaron el teléfono para cambiar sus pasajes para una hora y media más tarde. “Cuando terminó la reunión y nos enteramos, se me aflojó todo el cuerpo, me descompuse”, contó Moreno. Los legisladores ya regresaron a su provincia, en ómnibus.
Plegaria. “Que el Señor conceda consuelo y serenidad espiritual a quienes lloran la pérdida de sus seres queridos”, fue la plegaria del papa Juan Pablo II, quien manifestó su “profundo pesar” por el accidente.
Misas. Hoy a las 18 se oficiará una misa en la catedral metropolitana; el viernes, en horario a confirmar, habrá otra en la catedral de Córdoba. El presidente Menem dispuso por su parte una misa en memoria de las víctimas antes de la reunión de gabinete en Olivos.
Empatía. “En estos momentos de profunda desesperación e indignación por los aberrantes acontecimientos que hoy les toca vivir, y en una situación de empatía por haberlo sufrido en carne propia, ofrecemos nuestra colaboración para contenerlos y ayudarlos”, dice el comunicado de los familiares de las víctimas del vuelo 2553 de Austral, que el 10 de octubre de 1997 cayó en picada en Fray Bentos, Uruguay.
CGT. “Aldo Serrano dejó huellas de capacidad y sacrificio al servicio del gremio de Luz y Fuerza y de esta central obrera”, dice el comunicado que firma el secretario general de la CGT, Rodolfo Daer. Serrano tenía 59 años, había nacido en Villa María y anoche, cuando regresaba a su provincia, perdió la vida en el avión de LAPA.
Seguro. El Boeing 737 matrícula LV-WRZ, que el martes voló por última vez, estaba asegurado en 4.810.000 dólares, según fuentes de la compañía aseguradora inglesa Lloyd’s. El avión fue construido en Seattle, Estados Unidos, en 1970. Perteneció primero a la empresa inglesa Britannia Airways, luego a la francesa TAT y, en 1997, fue alquilado por LAPA.

 

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