Por Santiago Rodríguez El juez federal de Córdoba
Ricardo Bustos Fierro realizó ayer su descargo ante el Consejo de la Magistratura, que lo
investiga por haber abierto la puerta a la re-reelección de Carlos Menem cuando el
Presidente todavía alentaba ese sueño. El magistrado no dio la cara ante los consejeros,
pero les remitió un escrito en el que intenta rebatir cada una de las imputaciones se le
formulan prevaricato y mal desempeño en sus funciones y atribuyó las
denuncias en su contra a cuestiones políticas.
No me cabe un ápice de duda de que hoy debo comparecer porque la materia sometida a
decisión (en la causa que habilitó a Menem a competir en la interna presidencial del PJ)
es de innegable contenido político institucional, sostuvo Bustos Fierro en el
escrito de descargo de casi 60 carillas que envió a los miembros de la Comisión de
Acusación del Consejo de la Magistratura. Esa comisión es la que debe analizar las nueve
denuncias presentadas contra el juez y, en caso de considerarlas procedentes, recomendar
su enjuiciamiento al plenario del Consejo, que a su vez debe aprobar la apertura de esa
etapa del proceso con el voto de los dos tercios de sus miembros.
Mucha agua, sin embargo, ha de correr bajo el puente para llegar a esa instancia. Un
consejero que la semana pasada participó de la sesión del plenario que dispuso en forma
unánime la suspensión y el enjuiciamiento de la jueza Raquel Morris Dloogatz admitió a
Página/12 que el caso de Bustos Fierro está mucho más politizado y no resultará
tan sencillo enjuiciarlo. Es que varios de los legisladores peronistas que integran
el Consejo de la Magistratura apostaban hasta hace no tanto a la re-reelección de Menem y
no soltarán así porque sí la mano del magistrado cordobés que les permitió alentar
ese sueño.
Bustos Fierro lo sabe y en su descargo explotó el papel de víctima de una
conjura política. Muchos de los que lucen como denunciantes, desgarrando sus
vestiduras so pretexto de defender la Constitución nacional, son políticos y militantes
de partidos que perseguían un único y común objetivo: impedir, de cualquier forma, que
el actual Presidente tuviera la posibilidad de la reelección, señaló.
La mayoría de los pedidos de remoción de Bustos Fierro fueron promovidos por
legisladores y dirigentes de la Alianza, a quienes el magistrado reprochó no poner el
mismo empeño en defender la Constitución cuando la Corte Suprema declaró la nulidad de
la cláusula que dispuso la remoción automática de los jueces a los 75 años y
favoreció así al ministro de ese Tribunal Carlos Fayt. El magistrado aseguró que,
en verdad, a ninguno de los legisladores y políticos denunciantes los inquietaba la
posibilidad de que se declarara nula una norma constitucional, mientras no fuera la
que prohibía la re-reelección de Menem.
En cuanto a su proceder en el expediente en el cual habilitó al Presidente a competir en
la interna del PJ, Bustos Fierro destacó que jamás se pronunció sobre la
cuestión de fondo es decir si era constitucional o no impedir la re-reelección de
Menem y que sólo dictó un pronunciamiento cautelar esencialmente provisorio,
susceptible de ser modificado en cualquier momento del proceso. También reivindicó
su competencia para actuar en esa causa y enfatizó que ni la Corte Suprema, ni la Cámara
Federal o la fiscalía de Córdoba promovieron apelación o impugnación alguna contra su
resolución.
DENUNCIAS DEL MAGISTRADO BRUNO
Unos aprietes al juez
El juez
de instrucción porteño Pablo Bruno recibió una serie de amenazas durante los últimos
días, lo que a su juicio sugiere, junto con otros hechos intimidatorios que se han estado
sucediendo, que habría gente molesta por actuaciones vinculadas con causas en
trámite en su juzgado, entre las que se encuentra la investigación de una amplia red de
prostitución organizada desde la Argentina con mujeres de nacionalidad dominicana,
algunas ingresadas en forma ilegal.
Ayer, el juez Bruno recordó que la primera de las amenazas se registró hace unos
días cuando ingresaba a su casa en la localidad bonaerense de Los Cardales y un
vehículo interceptó a su automóvil. Desde el interior del otro auto varios personas
desconocidas para el magistrado le dijeron una serie de insultos, pero con una maniobra el
juez logró mezclar su propio coche con el tránsito y perder a los que lo insultaban.
Pocos días después, en el contestador telefónico de su aparato celular se grabó un
mensaje en el que se le pedía a una persona que se comunicara con otra para avisarle que
ya llegué de Santa Cruz de la Sierra (localidad boliviana). El juez no conoce
al autor del llamado ni al eventual interlocutor, ni parecería tener relación con el
llamado, pero consideró altamente sugestivo que en esa comunicación se lo
mencionara por su nombre de pila.
El último de los hechos ocurrió ayer por la mañana cuando el magistrado llegó al
Palacio de Tribunales y, al ingresar por la calle Tucumán, como lo hace habitualmente,
fue fotografiado por personas que tampoco pudo identificar y que luego subieron a un auto
y partieron a toda velocidad. Las anomalías fueron denunciadas ante el destacamento de
Los Cardales de la policía bonaerense y puestas en conocimiento de la Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Criminal y Correccional.
OPINION
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