The Guardiande Gran Bretaña
Por John Aglionby y Christopher ZinnDesde Kupang, Timor
Occidental y Sydney Los paramilitares proindonesios de Timor Oriental completaron
ayer la destrucción de la capital, Dili, e intensificaron su campaña de terror en muchas
otras áreas del territorio. Los refugiados que huyeron a través de la frontera hacia
Timor Occidental estimaban que un 90 por ciento de la capital había sido arrasada.
Mientras conducía saliendo de la ciudad, trataba de encontrar alguna casa todavía
intacta, dijo Ricardo Ribero, empleado público. La noche anterior se aventuró
haciendo el viaje a través de fortalezas de los paramilitares en los distritos
occidentales del territorio con 18 amigos y parientes. Por lo menos un 90 por ciento
de las casas están destruidas y los paramilitares están trabajando en lo que
queda.Fuentes de la ONU dijeron ayer que habían visto al ejército de Indonesia
trabajando mano a mano con los paramilitares cuyos miembros suman, según se
informa, 54.000 hombres, para volar los restantes edificios. No tengo idea de
cuántas personas han muerto dijo Ribero, pero resulta claro que hay
muchas víctimas. Todas las actividades quedaron paralizadas porque todo, como la
electricidad, la televisión y la radio, no funciona. Irónicamente, anoche, uno de
los pocos edificios en pie era el Hotel Mahkota. Saqueado el lunes después de que la
mayoría de los huéspedes, que eran periodistas extranjeros, tomaran aviones hacia la
seguridad, el lugar escapó del incendio. Casi todos los otros edificios, incluyendo la
oficina del gobernador que se remonta a la era colonial de Timor Oriental bajo Portugal,
fueron incendiados, volados con dinamita o dañados severamente.La ONU dijo ayer que unos
5000 timorenses orientales habían sido llevados hasta el puerto de Dili por paramilitares
para una forzada deportación a Timor Occidental como parte de una limpieza de
partidarios de la independencia. Lo que ocurre acá es una operación de limpieza,
están deportando a miles y miles hacia Timor Occidental, no sabemos cuántos, pero es una
operación que debe detenerse, dijo David Wimhurst, vocero de la misión de la ONU
en Timor Oriental. Varias horas después, la ONU decidió ayer retirarse; el gobierno
australiano ordenó la evacuación de su consulado en Dili, un edificio con mucha guardia
en el que el personal durante los últimos días se había convertido en prisioneros.
No podíamos trabajar dijo un miembro del personal. Los disparos de
ametralladora nos rodeaban, no podíamos salir sin que nos atacaran, de manera que no
tenía sentido quedarse. En otros lugares del territorio, el obispo católico
romano, Basilio Dos Nascimento, de la segunda ciudad más grande de Timor Oriental,
Baucau, sufrió una herida en la mano cuando los paramilitares atacaron la casa donde se
estaba quedando. Luego huyó a las colinas cercanas y se refugió en un convento remoto.
Se cita al obispo católico romano como diciendo que, si la comunidad internacional no
intervenía rápidamente, todos moriremos. Los paramilitares no tienen
fronteras; su terror se esparce aun en las iglesias y los conventos. Se dice que por lo
menos cuatro hermanos de la orden de Don Bosco están desaparecidos y varias otras
órdenes dicen haber recibido serias amenazas. Siete monjas y tres sacerdotes están entre
los que fueron evacuados por aire. Todo ha terminado. Todo se está quemando,
dijo uno de los sacerdotes que declinó dar su nombre.La ONU dijo que estaba investigando
denuncias sobre 100 personas que habían sido masacradas por los paramilitares en una
iglesia en Suai, a unas 60 millas al sur de Dili. Pamela Sexton, una norteamericana que
controlaba el referéndum y que ahora fue evacuada a Australia, describió cómo trató de
salvar a la víctima de un ataque a machetazos por losparamilitares que finalmente quedó
muerto en las calles de Suai. El había sido cortado numerosas veces en los dos
brazos y el estómago y creo que tenía los intestinos afuera. Estaba cubierto de sangre y
asombrosamente estaba caminando. Un asistente católico también evacuado dijo que
los paramilitares estaban tomando drogas que alteraban su mente para poder llevar adelante
las atrocidades. Paul Toon, que huyó de Timor Oriental el lunes dijo: Cuando se
recuperan del efecto de la droga, se horrorizan por lo que han hecho. Toon, que
trabajó para la organización de ayuda Caritas Australia, dijo que los rumores del uso de
la droga habían comenzado cuando ocurrió una masacre en Liquica, al oeste de Dili, en
abril de este año. La gente común de Timor Oriental me contó que hombres y
mujeres eran decapitados y sus cabezas, puestas sobre palos a lo largo del camino,
dijo.Los campesinos cuentan de hombres obligados a marchar a la costa en Dili y asesinados
con disparos fuera de la vista de los observadores atrapados dentro de casas seguras. El
sonido monótono del transporte aéreo militar sobre Kupang en Timor Occidental y la
seguidilla de camiones atestados de gente y sus pertenencias viajando de los muelles de la
ciudad a los campos de refugiados eran ayer un constante recordatorio de que miles de
timorenses orientales todavía están desesperados por escapar de los violentos
paramilitares. Ayer a la noche casi 75.000 refugiados habían sido registrados en las
oficinas del gobernador en Kupang.Traducción: Celita Doyhambéhère.
SI TRATAN DE ENTRAR, LOS
FUSILAREMOS
Jakarta dice no, no y no
Van
a tener que entrar a los tiros. Con estas palabras, el canciller indonesio, Ali
Alatas, advirtió ayer a la ONU que no interviniera en Timor Oriental. Rechazando el
ultimátum del secretario general de la ONU, Kofi Annan que le daba a Indonesia
hasta mañana para restablecer el orden, el portavoz del ejército indonesio, general
Sudrajat, aseveró que no es realista. No es tan fácil como tirar de la
cadena, explicó. Por su parte, el presidente de Indonesia, Jusuf Habibie, reiteró
ayer que su país controlaría la situación en Timor sin intervención extranjera, y se
rehusó a asistir a una cumbre regional convocada en Nueva Zelanda para discutir la
crisis. Los paramilitares proindonesios en Timor Oriental prometieron que si viene
la ONU, los fusilaremos. El alcalde proindonesio de la capital timorense de Dili,
Mateus Haia, sentó ayer las condiciones de los paramilitares para la paz: el resultado a
favor de la independencia del referéndum del lunes debía ser anulado (por fraudulento),
y se debía celebrar un nuevo referéndum bajo otra autoridad independiente.
OPINION
|