Por S.R. Marcada por el sino de la
corrupción. Así parece estar la Auditoría General de la Ciudad de Buenos Aires, cuyo
presidente, el peronista Vicente Brusca, denunció ante la Justicia que un empleado
vinculado a la auditora de Nueva Dirigencia, Noemí Fernández Cotonat, propuso armar una
red de retornos en ese organismo. De ser confirmado por la Justicia, se
trataría del segundo intento en ese sentido que se produce dentro de la Auditoría
porteña en los seis meses que lleva de funcionamiento.La persona denunciada no
pertenece ni está afiliada a mi partido, aclaró Enrique Rodríguez, el jefe de la
bancada de legisladores porteños de Nueva Dirigencia, la fuerza que Gustavo Beliz muestra
como garantía de transparencia y que ha hecho de eso su caballito de batalla
(ver página 12). Pero Rodríguez no tuvo otro remedio que admitir que el hombre en
cuestión fue propuesto por Fernández Cotonat, a quien su bloque impulsó
como auditora.El denunciado es Claudio Davaliña, un contador que Fernández Cotonat
reconoció haber llevado a la Auditoría porteña. Davaliña fue contratado a
propuesta mía, pero no era mi asesor ni pertenecía a mi gabinete, sostuvo la
auditora belicista. Y dejó fuera de juego a Rodríguez quien aseguró que no
tenemos nada que ver con esa designación, porque agregó que Davaliña
no respondía políticamente a mí y atribuyó a Nueva Dirigencia la
responsabilidad política por su nombramiento.Davaliña integró un lote de 35
profesionales que la Auditoría porteña contrató por dos meses setiembre y
octubre para relevar los organismos de la Ciudad que serán auditados durante el
2000. Se lo acusa de haber propuesto a Isaac Damsky contratado a propuesta de
Brusca armar una red de retornos en las auditorías inferiores a 10 mil
pesos.La decisión de plantear su caso ante la Justicia fue adoptada por el plenario de
vocales de la Auditoría porteña el viernes pasado, después de que Damsky ratificara la
denuncia por escrito. Este hombre habría dicho que tenía contactos en el Gobierno
de la Ciudad para armar la red, aunque su lugar en la Auditoría era irrelevante,
explicó a Página/12 un frepasista que conoce a la perfección el funcionamiento de ese
organismo.La denuncia contra Davaliña quedó radicada ante el juez Mauricio Zamudio, a
quien no le resultará sencillo comprobar la comisión del delito que se le imputa.
La conversación a la que refiere Damsky fue absolutamente privada y no hay ningún
tipo de pruebas. La denuncia se formuló porque el asunto no se podía pasar por alto y
porque, además, ni siquiera se podía instruir un sumario interno ya que el contrato de
Davaliña había vencido, confiaron a este diario fuentes de la Auditoría.La falta
de pruebas contra Davaliña marca una diferencia sustancial con el anterior caso de
corrupción registrado en la Auditoría porteña, cuando el ex auditor radical Fermín
Juan Iraizoz fue filmado por una cámara oculta en el preciso momento en que proponía
contratar consultores amigos que les garantizaran un retorno del
14 por ciento para cumplir con los compromisos políticos de sus respectivos partidos.
Quien filmó a Iraizoz haciéndole esa propuesta no fue otra que Fernández Cotonat. De
ahí que la auditora belicista haya sostenido también que lo de Davaliña es una
campaña en mi contra, motorizada por alguien de cualquiera de los partidos que estamos
acá. Entre ese alguien no está exento el otro auditor de Nueva
Dirigencia, Miguel Espiño, porque según lo dispuesto por el Tribunal Superior de
Justicia en los próximos días uno de los dos deberá dejar su puesto a un hombre
del peronismo.Sería correcto que Nueva Dirigencia actúe con rapidez y sin
protección corporativa. No sea que tenga un discurso para la tribuna y otro distinto en
su acción política, sostuvo el legislador radical Cristian Caram, quien mañana
solicitará en la Legislatura el tratamiento sobre tablas de un pedido de informes acerca
de lo ocurrido en la Auditoría.
OPINION
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