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Por David Cufré La Alianza y el Gobierno avanzaron ayer en lo que es la primera gran negociación política de la transición: el Presupuesto del 2000. Acordaron aprobar el proyecto que fue elaborado por Roque Fernández, pero con algunas modificaciones. La principal es que no se eliminarán los fondos con asignación específica para las provincias, entre los cuales se destacan el Fonavi y el del Conurbano Bonaerense. A cambio, la Alianza aceptó suspender la rebaja de aportes patronales y consiguió una herramienta poderosa: una cláusula por la cual la Jefatura de Gabinete puede hacer y deshacer a su gusto el destino de las partidas del Presupuesto. Ese será el mecanismo por el cual el próximo gobierno profundizará el ajuste, si no alcanza con los recortes que se dispongan ahora para acotar el déficit fiscal a 4500 millones de pesos. Esa fue la definición central que se produjo ayer, pero quedan varios puntos por resolver. Los más urgentes son los siguientes: la Alianza quiere auditar el gasto de las provincias, pero los gobernadores lo rechazan de plano; éstos también exigen que se mantenga el Plan Trabajar, y reclaman que se sancione al mismo tiempo que el Presupuesto una ley parcial de coparticipación, que les asegure que no perderán recursos.Los acuerdos básicos se alcanzaron durante una reunión de cuatro horas en la Casa Rosada entre los alfiles de Fernando de la Rúa y Carlos Menem. Por la Alianza estuvieron José Luis Machinea, Rodolfo Terragno, Raúl Baglini y Darío Alessandro. Los negociadores por el justicialismo fueron Carlos Corach, Humberto Roggero y Oscar Lamberto. Para hoy está previsto un nuevo encuentro, para seguir avanzando en los temas en los que aún no hay definición. La discusión es trascendente porque involucra intereses estratégicos de las dos principales fuerzas políticas del país, y que atañen directamente a la vida cotidiana de la gente.No hay tiempo para elaborar un nuevo presupuesto. Necesitamos que el proyecto se apruebe antes del 10 de diciembre, porque es la herramienta básica para el funcionamiento del gobierno, y además porque los mercados están esperando una señal de que la gobernabilidad es posible, le dijo a Página/12 un destacado operador aliancista. Con esa premisa, los hombres de la coalición que ayer se sentaron a negociar con los justicialistas buscaron la forma de acelerar un acuerdo que garantice la sanción del Presupuesto antes del recambio de autoridades.El primer punto que se trató fue el de los fondos provinciales. Se trata del Fonavi, el del Conurbano Bonaerense y el de Desarrollo Eléctrico, que en total involucran partidas por 900 millones de pesos. En la propuesta que Roque envió al Congreso, acompañada por la firma de Menem, se dispuso la eliminación de esas partidas. Sin embargo, los legisladores peronistas, atendiendo al reclamo de los gobernadores, anticiparon que de ningún modo aprobarían esa poda. En consecuencia, se convino con la Alianza mantener la asignación de esos recursos a las provincias. Esto obliga a recortar por otro lado, y lo que hará Machinea próximo ministro de Economía es suspender la rebaja de aportes patronales, que estaba programada para diciembre. Así se ahorrará 900 millones de pesos, que de otro modo dejaría de recaudar.Sin embargo, el economista ya había decidido dejar sin efecto esa merma de aportes, convencido de que el ajuste propuesto por Roque no alcanzaba para limitar el déficit fiscal a 4500 millones. Y eso incluía a los fondos provinciales. Machinea le dijo a De la Rúa que, al mantener las partidas para los distritos del interior, será necesario disponer un ajuste adicional de 1200 millones. El presidente electo le respondió que primero cierre el acuerdo para la sanción del Presupuesto, pero que busque la forma de hacer el ajuste más adelante. En eso consistió el segundo punto de negociación con Corach & Cía. Los aliancistas reclamaron que se apruebe una cláusula especial, que ya figura en el proyecto que elaboró Roque y que también se sancionó en el Presupuesto de este año, que autoriza a la Jefatura de Gabinete a reformular los gastos pautados a su gusto. Esa será la forma de hacer el ajuste. Para la Alianza tiene la ventaja adicional de que puede diferir un impuestazo, que piensa instrumentar entre marzo y junio del 2000, y cuya magnitud dependerá de las necesidades fiscales que se presenten.Sin embargo, el justicialismo exigió garantías antes de aceptar esa concesión. El temor de los gobernadores es que la Alianza suprima más adelante los fondos que ahora se aseguraron. Por eso, pidieron que junto al Presupuesto se sancione una ley parcial de coparticipación, a través de la cual el Estado nacional queda obligado a girar a las provincias la misma cantidad de recursos que este año, incluidos los fondos con asignación específica. En esto hubo fumata, aseguró en diálogo con este diario un operador del PJ.En cambio, no se acordó la propuesta de la Alianza de crear un cuerpo especial de auditores con capacidad para verificar el destino de los gastos provinciales. Como anticipó Página/12, De la Rúa pidió que se preparara un proyecto de ley con esas características, que también incluye la posibilidad de enjuiciar a los funcionarios del interior que malgasten las partidas que les envía el gobierno central. Esto no se va a aprobar por nada, aseguró un diputado justicialista. Otro punto en conflicto es que los gobernadores reclaman que se mantenga el Plan Trabajar, que el proyecto de Presupuesto de Roque elimina. Les dijimos que en lugar de ese programa se subsidiará a las pymes para la creación de empleos, pero ellos se resisten porque de ese modo se les saca a los gobernadores el manejo de esos fondos, que utilizan para pagar punteros políticos, enfatizaron desde la Alianza. La discusión quedó para ser zanjada en los próximos días.
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