La estrella
de la IX Cumbre Iberoamericana fue el tautológico apartado de la Declaración de La
Habana en el que 21 líderes de América latina, España y Portugal rechazaron la
aplicación unilateral y extraterritorial de leyes o medidas nacionales que
infrinjan el derecho internacional. Pero detrás de ese protagonismo casi
excluyente, los presidentes convocados bajo la consigna Iberoamérica y la
situación financiera internacional en una economía globalizada pusieron en marcha
la creación de la Secretaría de Cooperación Iberoamericana, que tendrá sede en Madrid,
y firmaron ocho documentos anexos. En ellos se refieren al trabado proceso de paz en
Colombia, la disputa entre Argentina y Gran Bretaña por las islas Malvinas y el inminente
traspaso del control sobre el Canal de Panamá a manos nacionales.Dentro de un año, los
presidentes que el martes cerraron la Cumbre de La Habana volverán a reunirse. La cita
será en Panamá y seguramente estarán presentes los cinco mandatarios ausentes en Cuba:
los de Chile y Argentina que faltaron en protesta por la detención del ex dictador
chileno Augusto Pinochet en Londres a pedido de España, y los de Nicaragua, Costa Rica y
El Salvador, que lo hicieron en condena al régimen de Fidel Castro. El tema que los
convocará en esta ocasión será Los derechos de los niños y adolescentes de
la región, en respuesta a un reclamo dirigido por el Fondo de las Naciones Unidas para la
Infancia (UNICEF) y formalizado en octubre en la Ciudad de México. Mientras tanto, los
líderes iberoamericanos tienen varios objetivos por cumplir. Uno de ellos es poner en
funcionamiento la Secretaría de Cooperación, con el que el jefe de Gobierno español,
José María Aznar, ya se comprometió. El organismo estará a cargo del mexicano Jorge
Alberto Lozoya y tendrá como misión fortalecer la solidaridad internacional
y continuar estimulando las inversiones extranjeras en un marco de seguridad
jurídica. Nos comprometemos a trabajar a largo plazo por una estrategia a
nivel global y regional que resulte efectiva ante los desequilibrios actuales y
previsibles de la economía mundial, consagraron los presidentes en la declaración
final. Reafirmaron además el respeto a los principios de soberanía y no
intervención, a la autodeterminación de los pueblos y el no uso o amenaza del uso de la
fuerza. En el anexo sobre Colombia expresaron complacencia por los pasos hacia
la paz, y llamaron a lograr una pronta solución sobre las Malvinas.
Celebraron los acuerdos limítrofes entre Perú y Ecuador, y Chile y Perú. Consideraron
que la asociación entre Iberoamérica y la Unión Europea debe avanzar hacia
una mayor cooperación, y resaltaron la necesidad de ayudar a Centroamérica ante
desastres naturales como el huracán Mitch. Declararon al ecuatoriano Oswaldo
Guayasmín como Pintor de Iberoamérica y reconocieron la importancia
estratégica del Canal de Panamá como vía neutral y abierta al comercio
mundial.Por lo pronto, Fidel Castro y el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, ya
dieron el primer paso en materia de cooperación económica. Cuba estaría evaluando
asociarse con la empresa estatal Petróleos de Venezuela para volver a poner en
funcionamiento la refinería Cienfuegos, terminada por los soviéticos en 1989, con
capacidad para todo el Caribe, y ahora subocupada. Marta Loma, ministra de Inversión
Exterior de Cuba, reconoció esa posibilidad. Pienso que puede ser una posibilidad
real de trabajo entre venezolanos y cubanos, declaró en plena euforia de la cumbre.OPINION
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