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Los 21 líderes reunidos en La Habana cerraron la IX CumbreIberoamericana con el compromiso de desarrollar una “estrategia regional” ante los desequilibrios de la economía mundial.

Fidel Castro junto a Jorge Sampaio, presidente portugués y anfitrión de la cumbre de Oporto.
Del otro lado, Mireya Moscoso, presidenta de Panamá, donde será la cumbre del 2000 tras la entrega del Canal.

Hasta el 2000 en Panamá, dijeronlos superamigos iberoamericanos

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t.gif (862 bytes)  La estrella de la IX Cumbre Iberoamericana fue el tautológico apartado de la Declaración de La Habana en el que 21 líderes de América latina, España y Portugal rechazaron la “aplicación unilateral y extraterritorial de leyes o medidas nacionales que infrinjan el derecho internacional”. Pero detrás de ese protagonismo casi excluyente, los presidentes convocados bajo la consigna “Iberoamérica y la situación financiera internacional en una economía globalizada” pusieron en marcha la creación de la Secretaría de Cooperación Iberoamericana, que tendrá sede en Madrid, y firmaron ocho documentos anexos. En ellos se refieren al trabado proceso de paz en Colombia, la disputa entre Argentina y Gran Bretaña por las islas Malvinas y el inminente traspaso del control sobre el Canal de Panamá a manos nacionales.Dentro de un año, los presidentes que el martes cerraron la Cumbre de La Habana volverán a reunirse. La cita será en Panamá y seguramente estarán presentes los cinco mandatarios ausentes en Cuba: los de Chile y Argentina que faltaron en protesta por la detención del ex dictador chileno Augusto Pinochet en Londres a pedido de España, y los de Nicaragua, Costa Rica y El Salvador, que lo hicieron en condena al régimen de Fidel Castro. El tema que los convocará en esta ocasión será “Los derechos de los niños y adolescentes” de la región, en respuesta a un reclamo dirigido por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y formalizado en octubre en la Ciudad de México. Mientras tanto, los líderes iberoamericanos tienen varios objetivos por cumplir. Uno de ellos es poner en funcionamiento la Secretaría de Cooperación, con el que el jefe de Gobierno español, José María Aznar, ya se comprometió. El organismo estará a cargo del mexicano Jorge Alberto Lozoya y tendrá como misión fortalecer la “solidaridad internacional” y “continuar estimulando las inversiones extranjeras en un marco de seguridad jurídica”. “Nos comprometemos a trabajar a largo plazo por una estrategia a nivel global y regional que resulte efectiva ante los desequilibrios actuales y previsibles de la economía mundial”, consagraron los presidentes en la declaración final. Reafirmaron además “el respeto a los principios de soberanía y no intervención, a la autodeterminación de los pueblos y el no uso o amenaza del uso de la fuerza”. En el anexo sobre Colombia expresaron “complacencia por los pasos hacia la paz”, y llamaron a lograr “una pronta solución” sobre las Malvinas. Celebraron los acuerdos limítrofes entre Perú y Ecuador, y Chile y Perú. Consideraron que la “asociación” entre Iberoamérica y la Unión Europea debe avanzar hacia una mayor cooperación, y resaltaron la necesidad de ayudar a Centroamérica ante “desastres naturales como el huracán Mitch”. Declararon al ecuatoriano Oswaldo Guayasmín como “Pintor de Iberoamérica” y reconocieron la “importancia estratégica” del Canal de Panamá “como vía neutral y abierta al comercio mundial”.Por lo pronto, Fidel Castro y el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, ya dieron el primer paso en materia de cooperación económica. Cuba estaría evaluando asociarse con la empresa estatal Petróleos de Venezuela para volver a poner en funcionamiento la refinería Cienfuegos, terminada por los soviéticos en 1989, con capacidad para todo el Caribe, y ahora subocupada. Marta Loma, ministra de Inversión Exterior de Cuba, reconoció esa posibilidad. “Pienso que puede ser una posibilidad real de trabajo entre venezolanos y cubanos”, declaró en plena euforia de la cumbre.

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