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Por Fernando Almirón Raúl Alfonsín fue agasajado ayer por los socios del Club del Progreso. Es sólo una reunión de amigos, aseguró la organizadora del encuentro, Elva Roulet. Mientras los invitados iban llegando con paso lento a la casona de la calle Sarmiento, a pocas cuadras, en el Hotel Panamericano, la nueva generación radical avanzaba frenéticamente en el armado del próximo gobierno. El ex presidente, después de recibir los apretones de mano y los efusivos abrazos sobre sus costillas recompuestas, se recuperó por un momento de la nostalgia y los saludos para referirse a la actualidad. Juan Llach demostró ser un buen funcionario, es una persona muy preparada y que haya formado parte de otro gobierno no lo desmerece, señaló respecto del hombre que conducirá el Ministerio de Educación apenas asuma Fernando de la Rúa. Hay una plataforma política que fue hecha para ser respetada, la que fue sintetizada en la Carta a los Argentinos que elaboró la Alianza, así que no hay nada que sospechar, insistió el ex mandatario. El elegante patio bajo un gigantesco gomero se fue poblando de ex ministros, ex funcionarios y ex legisladores durante la administración alfonsinista: Mario Brodersohn, Ricardo Laferriere, Alejandro Armendáriz, Adolfo Gass, Aldo Neri y Elva Roulet. Representantes de la cultura siempre cercana al ex mandatario: Félix Luna, Marcos Aguinis, María Esther de Miguel, Manuel Antín, Luis Brandoni, Marta Bianchi. Santo Biasatti estaba invitado pero no fue. También dieron cuenta de los quesos, vino y champaña del cóctel previo a la cena el senador Antonio Berhongaray, Germán Bidart Campos, Andres DAlesio y el empresario Vitorio Orsi. El encuentro tiene por único objeto agasajar al ex presidente, señaló la ex vicegobernadora de la provincia de Buenos Aires, Elva Roulet, desestimando que la reunión tuviera alguna intencionalidad política. Era cierto: mientras a unas pocas cuadras de la sede del club, en el Hotel Panamericano, la nueva generación radical contaba con desesperación el paso de los minutos en el fragor del armado del nuevo gobierno, en el patio y el jardín arbolado de la calle Sarmiento reinaba la calma y el tiempo transcurrió memorando historias del pasado. Félix Luna le seguía reclamando a María Esther de Miguel la devolución de un libro que le había prestado hace 30 años. Cada día que amanece me acuerdo de ese libro que una vez te presté y nunca me devolviste, repitió el historiador, como quien menciona las palabras de una liturgia, sin disimular que seguía ofendido. El grupo en torno de García del Solar se entretuvo en especulaciones sobre el nuevo mapa en la Cancillería y averiguaciones sobre qué fue de la vida de tal o cual. Las ruedas se iban formando por historias en común, salvo Brandoni, que se mantuvo lejos de su ex esposa, Marta Bianchi. La lista de los dirigentes políticos que pasaron por el Club del Progreso desde su fundación el 1º de mayo de 1852 suena hoy como una guía Filcar. Entre ellos: Justo José de Urquiza, Bartolomé Mitre, Domingo Faustino Sarmiento, Nicolás Avellaneda, Julio Argentino Roca, Carlos Pellegrini, Luis Sáenz Peña, Manuel Quintana, José Figueroa Alcorta, Roque Sáenz Peña, Victorino de la Plaza, Hipólito Yrigoyen, Marcelo T. de Alvear, José Uriburu, Adolfo Alsina. En sus salones se debatieron muchos de los acuerdos políticos que sirvieron de base para la Organización Nacional. A las puertas del club llegó en 1896 el carruaje que transportaba el cadáver de Leandro N. Alem, quien se había suicidado en el trayecto. En una carta póstuma les pedía disculpas a los socios por los inconvenientes que esto le traería, pero justificó el acto al confesar que prefería terminar su vida entre amigos. El Club tendrá a partir del 10 de diciembre a otro de sus socios activos en la Casa Rosada: Fernando de la Rúa.
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