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Los maestros pararon ayer en todo el país. La huelga era contra Carlos Menem, por haber diferido el pago del aumento salarial para el sector, y para reclamar garantías de financiamiento del Fondo de Incentivo Docente, pero terminó siendo también una clara señal para el próximo gobierno. Desde la Federación de Trabajadores de la Educación (CTERA) ya habían adelantado de que así sería y su secretaria general, Marta Maffei, lo reafirmó en el acto que el gremio realizó frente al Congreso. Allí aclaró a las futuras autoridades que no confundan el diálogo con la sumisión porque no vamos a ceder un paso y advirtió, contra la designación de Juan Llach en la cartera educativa, que no basta con ser economista para opinar de todo ni para dirigir la educación de un país. El paro docente fue el tercero en este año y el último de la era menemista. También uno de los más contundentes de un tiempo a esta parte, tanto en las escuelas públicas como privadas. Los docentes estimaron en un 90 por ciento el acatamiento, algo previsible porque la mayoría de los gremios del sector adhería a la medida de fuerza convocada por CTERA. La razón de la huelga, en lo sustancial, fue la misma por la cual hace casi ya mil días que la Carpa Blanca está instalada frente al Congreso: el reclamo de mayor financiamiento para la educación. Ese era el objetivo que estaba previsto cumplir con el Fondo de Incentivo Docente, creado por ley para mejorar los salarios del sector. Los maestros sólo recibieron la mejora en la primera mitad de este año, pero no la del segundo semestre, porque Menem prorrogó por decreto el pago del polémico impuesto a los autos, aviones y embarcaciones que se estableció para financiar el fondo, cuya continuidad no está garantizada más allá del 99. El ministro de Educación, Manuel García Solá, atribuyó intencionalidad política a la huelga, pero la solución al conflicto deberá darla ahora el gobierno de la Alianza, para el cual el paro constituyó toda una señal. A pesar de la afinidad de la CTERA con la coalición, Maffei fue clara: Vamos a ir a dialogar, pero no se confundan el diálogo con sumisión porque no vamos a ceder un paso en nuestra discusión sobre la educación. Maffei tampoco se privó de advertir que se opondrán a la derogación del Estatuto Docente como la que se intentó en la Capital (durante la gestión de De la Rúa), ni de criticar el nombramiento de Llach: destacó que se contradice abiertamente con las expectativas y que no olvidamos que integró el gobierno menemista y participó en las dos decisiones que fueron la ruina económica de la educación, la transferencia de las secundarias a las provincias y la derogación del Fondo de Financiamiento Educativo, que significó la pérdida de 2400 millones de pesos anuales. También constituyó una señal para De la Rúa el respaldo a los maestros -algunos, incluso, estuvieron en el acto de los diputados aliancistas José Dumón, Mary Sánchez, Adriana Puiggrós, Alfredo Bravo, Cristina Guevara y Jorge Giles, entre otros. El reclamo de CTERA excede la protesta sindical y es un mensaje de la educación pública que compartimos plenamente, explicaron los legisladores.
EL FUTURO MINISTRO DE EDUCACION TUVO AYER SU
FIESTA Presentó su nuevo libro Educación para todos, con un amplio apoyo del peronismo. Reivindicó el rol de los docentes y la eficiencia en el gasto. Por N.V.
Ojalá construyamos entre todos una nueva alianza para la educación, dijo
Juan José Llach. Apenas una hora después de haber sido consagrado como ministro de
Educación del futuro gobierno de Fernando de la Rúa, el economista presentó en sociedad
su libro Educación para todos ante un auditorio que prenunciaba, quizás, que esa
alianza encontró ya su pata peronista. Casi todo el gabinete del ministerio
saliente, varias ex funcionarias de la gestión de Susana Decibe; el inminente partenaire
de Carlos Ruckauf en la cartera educativa bonaerense, José Octavio Bordón; y el ministro
del área de José Manuel De la Sota, el jurista Juan Carlos Maqueda, compartieron la
presentación. No había radicales y del Frepaso sólo estuvo Pedro Del Piero.
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