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Ultimo paro docente contra Menem;
¿el primero contra De la Rúa?

La titular de CTERA pidió al gobierno entrante que “no confundan el diálogo con la sumisión, porque no vamos a ceder un paso”. Alto acatamiento.

Marta Maffei realizó un duro
discurso que no excluyó a Llach.

El paro docente, tercero en el año, tuvo un alto acatamiento.

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t.gif (862 bytes)  Los maestros pararon ayer en todo el país. La huelga era contra Carlos Menem, por haber diferido el pago del aumento salarial para el sector, y para reclamar garantías de financiamiento del Fondo de Incentivo Docente, pero terminó siendo también una clara señal para el próximo gobierno. Desde la Federación de Trabajadores de la Educación (CTERA) ya habían adelantado de que así sería y su secretaria general, Marta Maffei, lo reafirmó en el acto que el gremio realizó frente al Congreso. Allí aclaró a las futuras autoridades que “no confundan el diálogo con la sumisión porque no vamos a ceder un paso” y advirtió, contra la designación de Juan Llach en la cartera educativa, que “no basta con ser economista para opinar de todo ni para dirigir la educación de un país”.
El paro docente fue el tercero en este año y el último de la era menemista. También uno de los más contundentes de un tiempo a esta parte, tanto en las escuelas públicas como privadas. Los docentes estimaron en un 90 por ciento el acatamiento, algo previsible porque la mayoría de los gremios del sector adhería a la medida de fuerza convocada por CTERA.
La razón de la huelga, en lo sustancial, fue la misma por la cual hace casi ya mil días que la Carpa Blanca está instalada frente al Congreso: el reclamo de mayor financiamiento para la educación. Ese era el objetivo que estaba previsto cumplir con el Fondo de Incentivo Docente, creado por ley para mejorar los salarios del sector. Los maestros sólo recibieron la mejora en la primera mitad de este año, pero no la del segundo semestre, porque Menem prorrogó por decreto el pago del polémico impuesto a los autos, aviones y embarcaciones que se estableció para financiar el fondo, cuya continuidad no está garantizada más allá del ‘99.
El ministro de Educación, Manuel García Solá, atribuyó “intencionalidad política” a la huelga, pero la solución al conflicto deberá darla ahora el gobierno de la Alianza, para el cual el paro constituyó toda una señal. A pesar de la afinidad de la CTERA con la coalición, Maffei fue clara: “Vamos a ir a dialogar, pero no se confundan el diálogo con sumisión porque no vamos a ceder un paso en nuestra discusión sobre la educación”.
Maffei tampoco se privó de advertir que se opondrán a “la derogación del Estatuto Docente como la que se intentó en la Capital (durante la gestión de De la Rúa)”, ni de criticar el nombramiento de Llach: destacó que “se contradice abiertamente con las expectativas” y que “no olvidamos que integró el gobierno ‘menemista’ y participó en las dos decisiones que fueron la ruina económica de la educación, la transferencia de las secundarias a las provincias y la derogación del Fondo de Financiamiento Educativo, que significó la pérdida de 2400 millones de pesos anuales”.
También constituyó una señal para De la Rúa el respaldo a los maestros -algunos, incluso, estuvieron en el acto– de los diputados aliancistas José Dumón, Mary Sánchez, Adriana Puiggrós, Alfredo Bravo, Cristina Guevara y Jorge Giles, entre otros. “El reclamo de CTERA excede la protesta sindical y es un mensaje de la educación pública que compartimos plenamente”, explicaron los legisladores.

OPINION

 

EL FUTURO MINISTRO DE EDUCACION TUVO AYER SU FIESTA
Llach, con su alianza educativa

Presentó su nuevo libro Educación para todos, con un amplio apoyo del peronismo. Reivindicó el rol de los docentes y la eficiencia en el gasto.

Por N.V.

t.gif (862 bytes) ”Ojalá construyamos entre todos una nueva alianza para la educación”, dijo Juan José Llach. Apenas una hora después de haber sido consagrado como ministro de Educación del futuro gobierno de Fernando de la Rúa, el economista presentó en sociedad su libro Educación para todos ante un auditorio que prenunciaba, quizás, que esa “alianza” encontró ya su pata peronista. Casi todo el gabinete del ministerio saliente, varias ex funcionarias de la gestión de Susana Decibe; el inminente partenaire de Carlos Ruckauf en la cartera educativa bonaerense, José Octavio Bordón; y el ministro del área de José Manuel De la Sota, el jurista Juan Carlos Maqueda, compartieron la presentación. No había radicales y del Frepaso sólo estuvo Pedro Del Piero.
“En el libro decimos que hay que hacer una revolución educativa, pero por suerte dice que es bastante difícil realizarla”, dijo sonriente Llach, quien era observado desde la primera hilera de la sala del sexto piso del diario La Nación por Amalia Lacroze de Fortabat y Bernardo Neustadt. “La desigualdad educativa en la Argentina está aumentando, lo cual es un gran problema”, explicó acompañado por sus coautoras Silvia Montoya y Flavia Roldán.
Llach destacó que “faltan 3 mil millones de pesos para cumplir con lo establecido por la Ley Federal de Educación pero, al mismo tiempo, la asignación del gasto no es eficiente: 1200 son insumidos por gastos burocráticos, es decir que hay un margen potencial para generar recursos desde adentro del propio sistema”. Aludió al paro docente, calificó a las huelgas como “un problema crónico, al que no hay que sacarle el cuerpo sino buscarle respuestas” y apeló a la plataforma de la Alianza para leer que “se requiere mayor inversión en educación y austeridad en otras áreas” y, como anticipando futuras peleas, se dijo “esto me va a venir muy bien”. Propuso que en la ley de coparticipación “se consiga que el porcentaje de aumento tenga como asignación específica la educación”. En su exposición soslayó las propuestas en torno a las escuelas chárter –gestionadas por la comunidad– y la provincialización de las universidades.
La ex subsecretaria de la gestión Decibe, Inés Aguerrondo, se mostró optimista por el encuentro entre economistas y educadores, consideró que con Llach “la educación tiene una gran esperanza” y abogó por terminar con ciertos “mitos” como que “a mayor gasto educativo, mayor calidad; que a mejor salario, mejores resultados; que falta disciplina en las escuelas porque faltan preceptores; que no se puede aprender con más de 25 alumnos”.
No fue ése el único elogio que cosechó el autor. Ricardo López Murphy consideró que el libro “es fascinante” porque genera debate y reivindicó la “información, que es fabulosa, el criterio de eficiencia, que es vital en la gestión pública, la reivindicación de mecanismos de control y evaluación y el concepto de equidad, porque cuando fracasamos en la eficiencia, afectamos la equidad”. A su turno, el ministro de La Pampa, Luis Roldán, ensayó más una defensa a ultranza de la gobernación de Rubén Marín que un comentario sobre el libro.
Juan Carlos Tedesco, uno de los nombres que más había sonado como ministro de la Alianza, fue el único que, apelando a la diplomacia desarrollada como funcionario de Unesco, precisó las limitaciones de la investigación de Llach, Montoya y Roldán. “En un libro se pueden decir muchas cosas y después no hacerlas porque no son extrapolables al terreno de la política”, empezó, siguió con que “la Argentina tiene una educación mediocre acorde a su mediocre inversión en educación” y precisó que “el trabajo es muy honesto intelectualmente porque asume que es un enfoque desde la economía y hay tres dimensiones con que hay que complementarlo: la política, la pedagógica y la histórica”.
Tedesco concluyó su exposición, la única que fue interrumpida por aplausos con palabras que sonaron a consejos: “Ninguna transformación selogra con decretos o autoritarismo, tampoco dejándola librada al libre juego de la oferta y la demanda”. Bordón y Maqueda elogiaron al ministro entrante. “Es el mejor de nosotros”, dijo Bordón.

 

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