Por D. F. Miles Davis lo llamaba
el albino loco. Para algunos es el que logró que los chanchos cantaran o el
que terminó un recital llevándose a todo el público del teatro y cantando en una plaza
de Buenos Aires. Para otros es el pianista, acordeonista, flautista, saxofonista y muchas
cosas más, que revolucionó parte de la música del Brasil o del que músicos de jazz
como Richard Galliano y Michel Portal tocan sus temas. Hermeto Pascoal, por supuesto, es
todo eso. Y, también, el que cree que la televisión hizo peor al mundo y el
que eligió grabar su nuevo disco en un sello independiente, organizado por una radio de
Río de Janeiro (Radio Mec) porque estaba cansado de los que ponen otras cosas por
encima de lo artístico.En Buenos Aires para actuar hoy y mañana a las 22 en el
Teatro Margarita Xirgu (Chacabuco 875), Pascoal, a los 63 años, sigue pensando que
tocar un instrumento lo toca cualquiera; lo difícil es saber escuchar y que
los músicos tienen que tocar en la calle, para que la gente los escuche. En
su último CD, Eu e eles, toca todos los instrumentos. Allí homenajea a Davis, un artista
con el que siente una conexión en otra dimensión. Tal vez tenga que ver con
eso que Miles, mucho antes de morir, asegurara que, de reencarnarse en otro músico, lo
haría en Hermeto. O que el brasileño diga que Miles me abrió un mundo, me
enseñó la libertad. Nacido en Alagoa, Arapiraca, el ex tecladista de Davis ahora
también toca flugelhorn y cuando lo hace siente que conversa con su antiguo patrón.
El es el que dicta las notas, los fraseos; en esos momentos yo soy un Miles
blanco. Caetano Veloso lo nombró, en Etrangeiro, como uno de los grandes de este
mundo, y Hermeto sigue, mientras tanto, igual al personaje que supo crear: talentoso,
imprevisible y de una imaginación musical casi salvaje.
Cambios en la dirección del Colón
Una renuncia anunciada
Primero
fue una dupla que no coincidía en casi nada: Kive Staif como director general y Miguel
Angel Veltri como director artístico. Cuando este último murió, lo reemplazó un
consejo de notables comandado por Gerardo Gandini como director musical. Después, Staif
volvió al San Martín y el Gobierno de la Ciudad intentó la operación retorno de Sergio
Renán, quien no aceptó la dirección general y pidió ser director artístico. El otro
cargo recayó entonces en el empresario Luis Ovsejevich, cuyos antecedentes culturales
tenían que ver con la creación de los premios Konex. Según fuentes del Colón, el
protagonismo que los medios de difusión dieron al regreso de Renán fue para el
empresario un trago demasiado difícil. Ovsejevich desautorizó una y otra vez a Renán
hasta motivar su renuncia. Pero sus relaciones con el Gobierno de la Ciudad fueron cada
vez más tirantes, entre otras cosas porque la proclamada eficiencia empresaria no
aparecía. Hasta que en uno de los tantos enfrentamientos con el personal del teatro,
amenazó: o se va Bordolini (el director técnico) o me voy yo. Se fue
Bordolini, pero los días de Ovsejevich estaban contados. Sólo se esperaba el pretexto
para pedirle que se fuera. La asunción de Olivera como jefe de gobierno dio la señal y
el lunes el nuevo director general será el crítico musical Juan Carlos Montero, quien
mantendrá al compositor Mario Perusso como director artístico.
OPINION
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