Por F.A.
Desde Corrientes
El primer
enviado del gobierno nacional a la provincia que será formalmente intervenida mañana,
Walter Ceballos, anunció que antes de fin de año se saldarán dos de los cuatro meses de
sueldo que se les adeudan a los estatales correntinos. Mientras empleados municipales
terminaban de despejar las barricadas armadas por los piqueteros sobre la Avenida 3 de
Abril, el juez federal Carlos Soto Dávila les otorgaba la libertad a 26 de los 28
detenidos durante los graves disturbios del viernes, por lo que ayer se decretó asueto
provincial.
La llegada de Ceballos, secretario de Relaciones con las Provincias del Ministerio del
Interior, vino acompañada por un avión Hércules cargado de medicamentos e insumos, para
paliar el desabastecimiento en los hospitales provinciales, enviados por el Ministerio de
Acción Social. Sin embargo, el desembarco que comenzó con una entrevista de dos horas
con el arzobispo Domingo Castagna pasó prácticamente desapercibido para los correntinos
todavía conmocionados por la muerte de dos jóvenes en la bajada del puente General
Belgrano y el atentado explosivo que sufrió ayer al mediodía el diputado justicialista
Rodolfo Martínez Llanos (ver páginas 2 y 3).
Ceballos antecede el arribo del interventor designado, el ex gobernador de Córdoba Raúl
Mestre, y su minigabinete de crisis. La tarea del funcionario se concentrará en estrechar
contactos con sectores sociales de la provincia. Contactos que excluyen específicamente a
las fuerzas políticas correntinas, tanto las que integran la alianza de partidos del
actual gobierno interino como el Partido Nuevo de Raúl Tato Romero Feris. Hoy
se reunirá con el Foro Multisectorial, los autoconvocados y los gremios.
La noticia no cayó bien entre la dirigencia de la devastada clase política provincial.
El jefe de la cartera de Interior, Federico Storani, ya había manifestado su rechazo a
las negociaciones propuestas por el mandatario interino Hugo Perié, a quien acusó de
proponerle acuerdos por bajo mesa. Y le indicó a su funcionario que evite
contactos con el resto de las fuerzas políticas, particularmente con el Partido Nuevo de
Tato Romero Feris.
Yo entiendo que un interventor federal tiene que hablar con todos los sectores,
incluidos nosotros, se quejó Tato, quien también quedó inquieto por las
declaraciones de Mestre en las que aseguró que no estaba de acuerdo en que siguiera
internado en un sanatorio. Mestre agregó: Debería estar preso.
Yo ya estoy preso, desde hace cinco meses que soy un preso político,
respondió Romero Feris, quien le recordó al gobierno aliancista que cuenta con tres
diputados en el Congreso nacional y obtuvo el primer lugar en las elecciones provinciales
del pasado 24 de octubre.
La tarea de Ceballos se vio interrumpida por la ausencia de los referentes de la
denominada plaza del aguante, que desde las seis de la tarde marcharon por las
calles correntinas hasta el acceso al puente que une la provincia con Resistencia, Chaco.
La columna de unas quinientas personas fue encabezada por dos banderas: una argentina y
otra negra, en señal de luto por la muerte de los jóvenes Francisco Escobar y Mauro
Ojeda.
Los manifestantes dejaron a su paso muros pintados con leyendas alusivas al nuevo gobierno
nacional: De la Rúa asesino, Alianza asesina, Corach y
Storani son la misma bosta. En las consignas, en cambio, se cantaron insultos
dirigidos a la Gendarmería, a la que los manifestantes acusan por las dos muertes del
viernes. Cuando la columna llegó a unos 150 metros de los efectivos de seguridad enviados
por el gobierno nacional, los manifestantes quienes llevaban puesto un brazalete
negro entonaron el Himno Nacional con los brazos en alto y las manos tomadas de
lospolicías provinciales que los separaban de los gendarmes que observaban con los
escudos y los palos en posición defensiva. Una actitud intimidatoria que convenció a
muchos que decidieron seguir la marcha en directo por televisión.
EL ENTIERRO DE LOS DOS JOVENES
ASESINADOS
Llanto, dolor y ninguna respuesta
Por F.A.
Desde Corrientes
El ataúd de Francisco
Escobar fue llevado a pulso desde su casa hasta el cementerio, a lo largo de unas diez
cuadras de calles de tierra y gente agolpada en las veredas que se santiguó en silencio a
su paso. Atrás lo seguía, vacío, el coche de una pompa fúnebre que donó su sepelio.
Cuando el cuerpo de Escobar ingresó en el nicho, su mujer, embarazada, gimió una y otra
vez como una letanía: Y ahora qué le voy a decir cuando nazca, dónde está su
papá, qué pasó con su papá; qué le voy a decir.
Escobar fue el primer muerto por los disparos que comenzaron a atravesar la bajada del
puente General Belgrano bajo una lluvia de gases lacrimógenos que la Gendarmería
nacional desató sobre un grupo de 500 manifestantes, entre los que también se
encontraban mujeres y niños. Escobar era pobre, muy pobre: cartonero. Esa madrugada
había salido en busca de botellas y cajas y trapos y otros desperdicios que le resultaban
útiles. Se murió mientras cruzaba la batalla campal en busca de las calles de la ciudad,
antes de que pase el camión basurero.
El cortejo fue acompañado por unas trescientas personas que de tan silenciosas se
tragaban el llanto. Militantes de agrupaciones gremiales a las que Escobar no pertenecía
intentaron pronunciar un par de arengas desorganizadas, y terminaron quebrados antes de
los aplausos. Después cantaron el Himno Nacional tomados de las manos, con los brazos en
alto, gritando vivas a Corrientes y a su gente.
Una hora después comenzaría a marchar a unas treinta cuadras de distancia el ataúd con
los restos de Mauro Ojeda, de 18 años, que murió de un certero y fatal tiro en el centro
del pecho. Para pasar de la calle a la vereda hay que atravesar un zanjón de aguas verdes
y bajar la cabeza en la entrada coronada por un sauce de hojas tristes. En uno de los tres
cuartos de la vivienda construida con ladrillos huecos blanqueados a la cal sin antes
revocar fue velado Mauro.
Cuando sacaron el cajón para llevarlo al cementerio, se nubló el cielo correntino y un
repentino viento levantó una polvareda que por momentos impidió ver la imagen de su
madre que caminaba recostada sobre el ataúd de su hijo, doblada por el dolor.
La escena en la que sucedió el asesinato de ambos jóvenes fue ayer barrida por los
empleados municipales, todavía ningún juez ordenó iniciar las medidas procesales para
investigar los hechos. Y la Ciudad de Corrientes promete hoy continuar con la música y la
alegría en los boliches de la costanera y los pubs del centro donde se divierten los
otros jóvenes, más protegidos del polvo y el viento. |
otras voces
Carlos
Becerra (viceministro del Interior):
El movimiento de Corrientes pasó de ser una protesta contra las autoridades locales
a ser una protesta contra el gobierno nacional. Se aprovechó (la situación) para probar
en una pulseada cuál era la reacción de las nuevas autoridades nacionales. No digo que
haya sido pergeñado por nadie en particular, pero llaman la atención las acciones
similares ocurridas en Chaco, Formosa y Salta. Se nos pidió la intervención, aunque De
la Rúa dijo en reiteradas oportunidades que no iba a mandar la intervención federal a
Corrientes. Pero los hechos demostraron que la decisión de intervenir era la medida que
había que tomar.
Domingo
Cavallo (diputado y jefe de Acción por la República):
Estoy convencido de que una cuota de responsabilidad afecta a toda la clase
política de esa provincia, que debe hacerse cargo de lo que les toca y contribuir a la
solución de este problema gravísimo que tienen los correntinos. Se deben aportar
soluciones al problema estructural de la provincia, pero ésta no debe ser impunidad para
los responsables de la crisis, que son muchos.
u José Antonio Romero Feris (senador por Corrientes por el Pacto Autonomista Liberal):
Raúl Tato Romero Feris es el principal responsable de todo lo que ha
pasado en la provincia en todo este tiempo. Es incomprensible lo que ha pasado, cuando
llegó a la gobernación se olvidó de los compromisos que había hecho con la gente, se
hizo totalmente menemista, abandonó su partido y los partidos que lo llevaron como
candidato, y se puso a gobernar la provincia como si fuera un dictador. El ha provocado
esta situación de endeudamiento, un festival de créditos y de corrupción.
Humberto
Roggero (presidente del bloque de diputados del PJ):
Tengo una gran preocupación por lo que está ocurriendo y voy a solicitar el
esclarecimiento de los graves hechos que acontecieron en la provincia de Corrientes. Llama
la atención el accionar de las fuerzas de seguridad. Es necesario investigar a fondo para
aclarar la situación.
Mario Cafiero
(diputado del PJ):
He presentado un pedido de informes para ver por qué se desató la represión.
Queremos que el ministro del Interior informe cómo se actuó y por qué se tomaron esas
decisiones. El problema de Corrientes es estructural, pero la responsabilidad en la
represión es de esta gestión.
Cristina
Fernández de Kirchner (diputada justicialista por Santa Cruz):
Es un desastre. Nadie duda de la responsabilidad de la clase política correntina,
pero no se entiende la represión en el Puente Belgrano. Hay que actuar con mayor
celeridad en la remisión de fondos. La llegada del interventor debería determinar la
responsabilidad política e institucional en los graves acontecimientos.
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