Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


“Fue un paso histórico a la democracia en Paraguay”

Hoy se cumplen nueve meses de la masacre en la Plaza principal de Asunción, donde siete jóvenes murieron a manos de francotiradores. Muchos interpretan que ese día, posterior al asesinato del vicepresidente Luis María Argaña, se recuperó la democracia en Paraguay, amenazada por el ex golpista y ahora prófugo Lino Oviedo. Aquí, dos entrevistas: una al máximo líder de aquella jornada y otra a la madre de una de las víctimas.

na24fo01.jpg (15750 bytes)

Los incidentes comenzaron en la tarde del 26 de marzo.La policía, dirigida por un oviedista, reprimió a la multitud.


Página/12 En Paraguay
Por Darío Pignotti Desde Asunción

t.gif (862 bytes) "En marzo de 1999 dimos el mayor paso a la democracia en toda la historia del Paraguay". Esa dimensión histórica es la que el padre Francisco de Paula Oliva concede a la respuesta civil que, tras el asesinato del vicepresidente Luis María Argaña, resistió el asedio oviedista, dejando siete jóvenes muertos. El "pai" Oliva ofició de capellán de campo durante aquella "la batalla campal" y, por momentos, actuó como negociador y hasta estratega. "Todo era conversado con todos pero a veces alguien tenía que organizar esa resistencia, planificar los movimientos y los muchachos estaban sin ninguna otra arma que su decisión".

--¿Usted coloca los hechos de marzo por sobre el golpe de 1989 que sacó a Stroessner?

--En febrero de 1989, cuando un pariente de Stroessner (Andrés Rodríguez) le dio el golpe, tuvimos una democracia regalada que duró siete años. En 1996, Oviedo quiso quitárnosla, y allí aparecieron los Jóvenes por la Democracia para oponerse. En marzo de 1999, por fin el pueblo conquistó la democracia cuando se corría el riesgo de volver a otra dictadura, otra vez por culpa de Oviedo. Muchos se olvidan de que después de la independencia de 1811 tuvimos la independencia pero el pueblo nunca gobernó. Primero lo aplastó la guerra de la Triple Alianza, después las guerras internas, y luego la gran guerra del Chaco y Stroessner.

--¿Cuándo llegó a la plaza?

--Yo estuve los seis días en la plaza, desde que los diputados discutían el juicio político a Cubas (ex presidente), antes del asesinato del 23 de marzo. Eramos unos 30, después vinieron los campesinos que llegaban a Asunción por sus reclamos, que no tenían nada que ver con los nuestros. Ellos por un lado y los estudiantes por el otro. No querían acercarse, hasta que yo empecé a ir y venir entre los dos grupos. Les expliqué a los campesinos que nuestra lucha también era un negocio para ellos y empezaron a volverse un poco más receptivos.

--El 26 de marzo fue la masacre.

--Ese día hubo verdaderas batallas campales, con gases, palos, perros, hidrantes. Todo se calentaba y yo ya temía una masacre. Entonces hice dos cosas. Primero me subí al tejado de la Cámara de Senadores, donde había una cámara de televisión y directamente le hablé a todo el Paraguay, diciéndoles que si no querían venir no vinieran, pero que salieran a las calles con cacerolas para que la gente se diera cuenta de que allí había una masacre. Mientras tanto, me estaba ahogando con los gases. Inmediatamente después nuestra gente, a pedradas, logró arrinconar a la policía y a echarla de la plaza. Y ahí es donde me dicen porqué no das una misa y acepté, y en menos de una hora ya estaba dando la misa. Ya se habían mezclados campesinos y estudiantes.

--¿Qué dijo en la misa?

--No me acuerdo. Era un momento de máxima tensión, se veía venir la masacre. Le digo que fue de una hora y pico, despacio, sin prisa, con cantos y todo. Cuando acabó la misa, empezó la balacera. Fui a la policía y les dijimos todo lo que había que decirles. Fuimos con el obispo auxiliar de Asunción, Adalberto Martínez.

--¿Y después de la misa?

--Preguntamos quién se quería quedar y quién prefería irse. Estábamos decididos a parar la dictadura. Los meses del presidente Cubas, con balaceras en la Corte Suprema, golpizas a opositores y amenazas telefónicas, fueron algo que presagiaba algo peor que Stroessner. Los estábamos esperando y no vinieron. Oviedo tendría que haber venido encabezando a su gente y no vino.

--Tampoco había dirigentes importantes de este lado.

--Hubo muy pocos, se pueden contar con los dedos.

--Entonces, parece lógico que Oviedo se preservase.

--El debió haber venido comandando a su gente, porque él la mandó. Oviedo es un fanfarrón que habla mucho, pero es un cobardón.

--¿Recuerda cuándo empezaron los balazos?

--Al principio se oían muchos cohetes, pero después nos dimos cuenta que era una trampa coordinada para que ese ruido ocultara los disparos. Al principio, los francotiradores tiraban a los pies, y después ya tiraban a matar. Hubo una escalada de la violencia y eso ya fue un desastre.

--¿Qué decidieron entonces?

--Cuando vimos que había no sé cuántos muertos decidimos que se parara todo. Fuimos a hablar con la policía y decirles que desalojaran los edificios de francotiradores, y nosotros nos fuimos a la catedral para evitar más muertos. Pero eso había que decírselo a los muchachos y eso costaba un trabajo enorme. Me subí a una tarima, se los dije pero fue imposible sacar a la gente de la plaza.

--Aunque la Iglesia fue firme contra Stroessner, nunca lo llamó Hitler como a Oviedo.

--La actitud de la Iglesia se debe medir por lo que hace todo el pueblo católico. Nosotros resistimos mucho a Stroessner. El suspendió la fiesta de Caacupé, e hizo excomulgar a varios ministros.

--¿Qué hacía durante la vigilia?

--Me pedían oraciones, me pedían crucifijos, rezar, bendecir los rosarios. Los muchachos se me venían a confesar en medio de la vigilia. Rezábamos juntos. Era un acto de fe natural en defensa de la democracia.

--Oviedo también sabe trabajar lo místico.

--Con demasiada habilidad. Es un manipulador, entiende muy bien al campesinado, sabe ganárselo. El se sacó una foto por casualidad con el Papa y miente que lo reciben siempre en el Vaticano. Pero la gente no es tonta.

--¿Cree se acabó el apoyo a Oviedo?

--No creo que haya terminado. Pero también está a las claras que para mucha mucha gente, la cosa con Oviedo no va después de lo que se vivió en la Plaza de Marzo.

--¿Dónde está?

--Puede estar en Itapuá (sureste), en Pedro Juan Caballero (norte), puede estar en cualquier lado del Paraguay.

OPINION

 

PRINCIPAL