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Reportaje exclusivo: Lester Thurow, economista del MIT

“Así, el Mercosur dejará de existir”

Por Maximiliano Montenegro

El economista, uno de los mayores expertos internacionales en política comercial, plantea que Argentina no tiene muchas alternativas: dejar flotar el peso o protegerse de Brasil.

Lester Thurow, decano por mucho tiempo de la escuela de negocios del Massachussetts Institute of Technology (MIT), es el economista más famoso de la actualidad entre el público no especializado, al cual accedió a través de una seguidilla de best-sellers. Pero en la profesión es respetado por sus estudios sobre competitividad e integración comercial. El año pasado estuvo en Buenos Aires, invitado por ADEBA, por lo que conoce bien los problemas de la relación entre Argentina y Brasil. En este reportaje concedido a Cash, telefónicamente, desde su oficina en el MIT analiza las consecuencias de la devaluación del real sobre Argentina.

-¿El gobierno de Cardoso se equivocó al devaluar el real?

-No tenía otra alternativa. El error político fue cometido cuando el gobernador (Itamar Franco) anunció que no iba a pagar la deuda de su estado y el presidente del Banco Central renunció. A esa altura la alternativa era la devaluación o renunciar al pago de la deuda. Los especuladores internacionales son como las pirañas en el Amazonas. Apenas huelen sangre atacan. En Brasil, el gobernador Franco y el presidente del Banco Central pusieron algo de sangre en el agua. Y los especuladores reaccionaron según su naturaleza. ¿Usted no hubiese sacado su plata de Brasil en esa situación? ¿Por qué iba alguien a querer dejar su plata en Brasil ante semejante incertidumbre?

-¿Podrá funcionar el Mercosur de ahora en más con Brasil bajo un sistema de tipo de cambio flotante y Argentina con el peso en paridad fija con el dólar?

-Mi impresión es que no. Argentina y Brasil tendrían que estar dentro del mismo sistema monetario para que el Mercosur tuviera algún futuro. Por algo los europeos crearon el Euro. Los europeos no podían hacer que el mercado común funcionara eficientemente cuando las diferentes monedas subían o bajaban, porque así no está nunca claro dónde convenía invertir. Sin una moneda única no podían cuidar la estabilidad incluso siendo europeos. Y, se sabe, Latinoamérica es más inestable que Europa. Hoy Brasil es el lugar más barato para invertir, pero no se sabe qué puede pasar mañana. Semejante inestabilidad cambiaria es posible en el área económica conformada por México y Estados Unidos porque México es muy pequeño comparado con Estados Unidos. Puede haber fuertes devaluaciones en el peso mexicano sin que haya mucho impacto en Estados Unidos porque México es sólo el 5 por ciento de la economía norteamericana. Pero el problema del Mercosur es que el país más grande es el más inestable. En estas condiciones Argentina está condenada a padecer la inestabilidad de Brasil con grandes costos.

-¿Qué recomendaría al gobierno argentino: dejar flotar el peso o aplicar aranceles compensatorios a las importaciones brasileñas?

-El problema es que si se dejara flotar el peso, uno tendría que preguntarse ¿cuán rápido volvería la hiperinflación? Y si uno duda de que pueda reaparecer la inflación llevando a Argentina a lo que era nueve años atrás no me parece que haya, de inmediato, demasiadas alternativas. El gobierno argentino debería negociar poner aranceles a las importaciones provenientes de Brasil. No es legal en el Mercosur, pero Brasil no les deja alternativa.

-¿Por qué?

-Porque sería razonable que en el Mercosur hubiese un comercio balanceado entre los países. Si Brasil devalúa en una gran magnitud, entonces la única forma en que Argentina puede tratar de balancear el comercio es imponiendo aranceles extraordinarios a las importaciones. También podría subsidiar sus exportaciones como una manera de compensar el encarecimiento de los productos argentinos en el mercado brasileño. El punto que deberían plantear es que la devaluación del real puede afectar a la relación comercial de Brasil con el resto del mundo, pero no con laArgentina, porque para algo existe el Mercosur. Si esto no es aceptado, la conclusión es obvia: les conviene disolver el Mercosur.

-¿En el tema de subsidios a las exportaciones no habría problemas con la Organización Mundial de Comercio (OMC)?

-Deberían ignorarla como todo el mundo lo hace. Los europeos no prestan atención a las bananas de Centroamérica. Porque ustedes deberían preocuparse por la OMC. No van a enviar un ejército para controlarlos. La OMC es como el FMI (ver aparte), hoy no tiene ningún poder. El FMI, el Banco Mundial o la OMC lo único que pueden hacer es, a lo sumo, decirles: “ustedes no deberían hacer esto”.

-¿Qué sucedería si el gobierno argentino no hiciera nada?

-Si aplicaran aranceles a las importaciones y subsidios a las exportaciones no deberían existir grandes diferencias de competitividad en el comercio entre Brasil y Argentina. Pero si no hacen nada, Brasil provocará un salto de la desocupación en Argentina. Se lo pongo en otros términos: cuando estalló la crisis asiática Estados Unidos tenía un déficit comercial de 160 mil millones de dólares. Hoy el déficit es de 300 mil millones de dólares y para fines de este año se espera que llegue a los 350 mil millones. La única razón por la que Estados Unidos puede darse el lujo de absorber un mayor déficit comercial ante la crisis de otros países es porque somos un enorme área económica. Pero Argentina no puede hacerlo porque es una economía pequeña y el impacto en términos productivos y de empleo sería terrible.

-Milton Friedman le dijo a Página/12 que la solución para evitar un mayor desempleo pasa por flexibilizar todavía más el mercado laboral. Esto es lo que creen también algunos importantes banqueros de la Argentina (Fernando de Santibáñez, por ejemplo, lo declaró públicamente). ¿Cuál es su opinión?

-(Se ríe). Esa es una forma elegante de decir que hay que reducir los salarios de los trabajadores. Sería políticamente más honesto decir: “Yo quiero salarios más bajos”. Por supuesto, cuando uno devalúa tiene menores salarios, en el caso de Brasil, en dólares para todos. Pero es muy difícil para un país que no devaluó pedir un ajuste en los salarios nominales. Por eso, insisto con el tema: si quieren pensar en el Mercosur a más largo plazo, Brasil y Argentina tendrán que converger a un sistema cambiario similar. Puede ser un tipo de cambio flotante o algún mecanismo de tipo de cambio fijo al dólar. Pero tendrá que ser el mismo. No puede imaginarse hacia el futuro un verdadero mercado común con semejante inestabilidad cambiaria entre los países que lo integran.

-¿Cree que la Convertibilidad tiene futuro, porque pareciera ser que la mayoría de los países en el mundo están devaluando y yendo hacia esquemas de tipo de cambio flexibles?

-La Convertibilidad no necesariamente implica un tipo de cambio fijo. Convertibilidad significa que, sin importar el precio de la transacción, uno puede convertir la moneda local en dólares porque el Banco Central tiene las reservas suficientes. Pese a las devaluaciones en el Sudeste Asiático, todos los países, excepto Malasia, mantuvieron un sistema de convertibiliad con el dólar. Me parece que Argentina podría sostener en el futuro la Convertibilidad sin necesidad de mantener un tipo de cambio fijo.

-En estos días el gobierno propuso dolarizar completamente la economía argentina. ¿Cuál es su opinión?

-Eso no resuelve el problema. El real seguirá depreciándose en relación al dólar y si Argentina tuviera como moneda al dólar tendría el mismo problema de competitividad que enfrenta hoy. Sólo funcionaría si Brasil también adoptara el dólar como moneda. Pero esto parece algo imposible.


“Hay que evitar la propuesta de cerrar los mercados”

Marta Bekerman, experta de la UBA, dice que la negociación con Brasil no debería pasar por limitar importaciones desde Brasil sino por lograr que este país compre más al Mercosur.

Por Pablo Ferreira

“Hay que monitorear el ingreso de las importaciones de Brasil para impedir que nuestras empresas cierren y no tener miedo a poner derechos compensatorios o salvaguardias en aquellos casos en que tengamos ese tipo de problemas”, le dijo a Cash Marta Bekerman, especialista en temas del Mercosur y experta del país en políticas comerciales. Esta economista dirige el Centro de Estudios de la Estructura Económica y el Departamento de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA. Para Bekerman, la estrategia argentina para enfrentar la devaluación de Brasil debe pasar por “expandir el comercio con Brasil de manera que nos compre cada vez más en lugar de limitarlo”. La investigadora del Conicet aconsejó “evitar lo que ocurrió en América latina en los 80 cuando todos los países querían restringir sus importaciones y llevaron el intercambio de la región a niveles mínimos”.

-¿Cómo afectará al país la violenta devaluación de la moneda brasileña?

-La crisis de Brasil puede afectar a la Argentina fundamentalmente de dos maneras. Por el lado comercial en cuanto se reduce nuestra competitividad-precio por la devaluación brasileña. Y, además, por la vía financiera dado el aumento de las tasas de interés internacionales que sufrimos. Creo, en realidad, que esta segunda vía es la más importante. La suba de tasas originada en el aumento del riesgo país, afecta al conjunto de la economía contribuyendo a reducir el nivel de actividad.

-¿Cuál es el impacto que provocará esta situación sobre el comercio bilateral?

-Van a verse afectados especialmente ciertos sectores como el automotor, el lácteo en una primera instancia y textiles, entre los más importantes. Además, habrá un ingreso creciente de productos de ese país.

-¿Qué medidas debería adoptar el gobierno argentino para evitar daños graves sobre la economía?

-Lo primero es tener claro que estamos en una etapa de transición en la que no sabemos hasta dónde va a llegar el tipo de cambio real en Brasil. En esta etapa la decisión del Gobierno de monitorear las importaciones me parece correcta. Podemos pensar también en aplicar derechos compensatorios y cláusulas de salvaguardia, pero sólo en el caso en que se muestre que realmente el aumento de las importaciones produce perjuicios. Pero sería cautelosa con esas medidas. De todos modos, hay que tener mucho cuidado con el daño a los sectores, porque si cierra alguno no es muy fácil reabrirlos. La clave es la flexibilidad: cautela en cuanto a ver qué pasa con el comercio y capacidad de respuesta rápida en donde se vea que puede haber daño en lo inmediato.

-¿No habría que negociar con Brasil la revisión de las diversas trabas que impuso al comercio dentro del Mercosur en los últimos tiempos?

-Me parece muy importante que Brasil elimine los incentivos que tiene a las exportaciones, tanto los subsidios financieros como los reintegros fiscales. El momento es oportuno para plantearlo dado el salto de competitividad que implica la devaluación. También poner sobre la mesa de negociación la necesidad de cumplir con lo pactado. Un tema central es la exigencia del pago al contado que impuso Brasil a las importaciones argentinas. Esto no era lo pactado y esta es una oportunidad para avanzar sobre ello. Tenemos que tener una política agresiva de entrar a ese mercado. Sin embargo, creo que el eje esencial no pasa por limitar las importaciones desde Brasil, sino lograr un aumento de las compras de este país al Mercosur.

-¿Cómo cree que se podría avanzar en esa línea?

-Considero que hay posibilidades en el sentido de aumentar la armonización de políticas entre ambos países y avanzar en el mercado único. Hay muchas medidas paraarancelarias tomadas por Brasil sobre normas técnicas o sanitarias. Esta es una excelente ocasión para pedirle a Brasil que acepte las normas técnicas y sanitarias de los países socios del Mercosur. Este mecanismo, al mismo tiempo de consolidar el acuerdo regional, incentivaría las compras de ese país. Por ejemplo, las normas sanitarias que limitan las ventas del sector alimentario, y las normas técnicas vinculadas con la compra de medicamentos, dos sectores muy importantes.

-¿Qué otras políticas deberían desarrollarse para incrementar las exportaciones fuera del Mercosur?

-Esto es fundamental. El problema de Argentina es que no estamos aumentando lo suficientemente las exportaciones a terceros mercados. Por eso, hoy son tan importantes las medidas de incentivo a las exportaciones. Ya se está discutiendo, por caso, la importancia del reintegro del IVA. Pero no se puede dejar de lado que debemos tener una política exportadora agresiva. Para ello es esencial el desarrollo de compañías de trading, para favorecer sobre todo a las pymes exportadoras. Otro aspecto que tenemos que pensar es cómo aumentar la competitividad sin contar con el instrumento de la devaluación. Debemos plantearnos instrumentos fiscales y crediticios, por ejemplo para incentivar la actividad privada en investigación y desarrollo, o el desarrollo de proveedores. Hoy más que nunca todas estas asignaturas pendientes deben ser desarrolladas a fondo.


Las dos caras del Nobel

Por un error técnico, en la edición del domingo pasado no apareció junto al reportaje a Amartya Sen, último Premio Nobel de economía, el siguiente comentario firmado por Maximiliano Montenegro.

Hasta hace pocos meses Amartya Sen era un exponente clásico del economista recluido en la torre de marfil de los académicos. Famoso por sus estudios teóricos sobre las causas de las hambrunas, la medición de la pobreza y la relación entre democracia y desarrollo social, hay quienes dicen, con cierta malicia, que sólo vio pobres “verdaderos” durante su infancia en la India. Otros, en cambio, reconocen su compromiso con las causas sociales y su colaboración, por ejemplo, con las políticas sociales de la UNICEF. Sea como fuere, premio Nobel mediante, todavía conserva algo de esa aversión de los académicos “puros” a hablar de lo que no estudiaron con una mirada científica. Más aún, llegó a enojarse con este periodista porque consideró que preguntarle sobre la pobreza en Latinoamérica era llevarlo más allá de sus conocimientos. Nada más alejado de los verborrágicos gurúes mediáticos de fin de siglo como Rudiger Dornbusch, Paul Krugman, Jeffrey Sachs o incluso el Nobel más célebre entre los economistas, Milton Friedman.

Sin embargo, hoy en día Amartya Sen, a los 64 años, difícilmente pueda volver a recluirse en la academia como lo hizo durante toda su vida. Esta semana, la revista inglesa The Economist publicó un artículo titulado “Usos buenos y malos de Amar-tya Sen”, en el que cuenta las diversas aplicaciones políticas de las ideas del flamante Nobel. Cuenta el semanario que, en un reciente viaje a la India, Sen fue recibido como un verdadero héroe nacional y abrió una pelea salvaje entre los diversos partidos que disputan el poder, ansiosos por apropiarse de las ideas del Nobel. Según The Economist, algunos han visto en Sen un predicador de las políticas del Estado de bienestar. De hecho, en todo el mundo, muchos interpretaron este premio de la academia sueca como un reconocimiento de que en la globalización no sólo hay mercados financieros sino también pobreza a granel. Y no pocos partidos de centroizquierda celebraron la distinción. Sin embargo, la conservadora revista inglesa rescata el otro perfil de Sen: el del economista “amigo del mercado”, como él mismo se definió en más de una oportunidad.