Por tercera semana consecutiva, los flujos de capitales extranjeros hacia los países latinoamericanos resultaron positivos. Aunque exiguo -la entrada de divisas no supera los diez millones de dólares- el saldo positivo está marcando que se ha detenido la sangría de fondos desde los mercados emergentes. La cuestión pasa ahora por confirmar si las actuales expectativas de los inversores internacionales durará o si, en cambio, apenas se trata de un hecho efímero que se disolverá no bien aparezca alguna señal dudosa sobre la marcha de las economías regionales.
La atracción que los fondos de inversión internacionales tienen por América latina parece firme. Los nuevos aires que recorren Brasil, después de que Fernando Henrique Cardoso acordara los desembolsos del FMI a cambio de terminar de aplicar el ajuste mejoraron las perspectivas de los mercados. En ese sentido, la figura de Arminio Fraga al frente del Banco Central brasileño es para los operadores la garantía de que Cardoso cumplirá sus promesas.
En las últimas semanas, Brasil está dejando atrás el círculo vicioso (aumento de tasas para frenar la huida de divisas y la devaluación del real) para encaminarse hacia un círculo virtuoso. Por ahora, las cosas le están saliendo bien. Las tasas de interés están declinando, y la apuesta es que la tendencia continúe. Por su parte, el real -que hace tres semanas alcanzó el pico de 2,25 por dólar- roza los 1,70, nivel prometido por Cardoso para fin de año.
Ante ese panorama los financistas miran con otros ojos a Brasil. Y por consiguiente a la Argentina. Los fondos de inversión se mueven en manada. Si bien la reacción no es instantánea como cuando huyen de mercados convulsionados, cuando sucede lo contrario nadie se quiere perder las ganancias. Los fondos estadounidenses y europeos compiten día a día: difunden sus informes a la pesca de clientes.
Sin embargo, en la city son cautelosos. Los financistas dudan de que la bonanza sea duradera. Piensan que las acciones líderes subieron 8 por ciento en marzo y un nivel similar en lo que va de abril. Y a nadie escapa que si bien los precios de los papeles llegaron a caer hasta mínimos de los últimos cuatro años, también es cierto que, en medio de la recesión, las utilidades de las compañías esperados para este año no van a acompañar una suba excesiva de los valores en la Bolsa.
Por ahora la fuerza de Wall Street, con el índice Dow Jones consolidado por encima de la barrera de los 10 mil puntos, alcanza para motivar a la Bolsa porteña. Mientras tanto, los corredores revisan una y otra vez sus números sobre la economía estadounidense. De reojo, miran atentos a cualquier señal que vaya indicando que la fiesta ha llegado a su fin.