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Brasil para arriba, Argentina para abajo
Juego de espejos

A principios de año los inversores huían de Brasil, y Argentina,
aunque sufriendo, era puesta como ejemplo en la región. Ahora,
los roles se invirtieron. Roque no puede colocar deuda en el exterior.

Por Claudio Zlotnik

En la city se vive un compás de espera. A cien días de las elecciones, la política domina cada decisión de los financistas. Las declaraciones de los candidatos son seguidas atentamente y condicionan a los inversores. El clima no es el mejor, además, por la debilidad del gobierno y la recesión económica. Tanto que, pese a las dudas que todavía despierta, Brasil está gozando de mejores oportunidades que la Argentina en el mercado internacional.
Existe un hecho concreto: por segunda vez en el año, Brasil tomó financiamiento en el exterior. Los inversores extranjeros están dispuestos a prestarle dinero a una tasa razonable, con lo cual el país vecino está extendiendo los plazos de su pesada deuda. En cambio, en la Argentina pasa lo opuesto. Pese a que no hubo cambios económicos traumáticos como en el vecino país, Roque Fernández está encontrando poca receptividad de los banqueros y se ve obligado a buscar financiamiento en el mercado local. El escenario era inimaginable a principios de año. Brasil estaba en el ojo de la tormenta, el real se había devaluado y hasta el Fondo Monetario se resistía a oficiar de bombero para apagar el incendio. Hoy el ambiente es distinto: el FMI acaba de dar por cumplidas las metas macroeconómicas comprometidas por el equipo económico brasileño para el primer semestre.
En la Argentina, por el contrario, el clima se enrarece día a día. Las declaraciones de Eduardo Duhalde sobre la deuda cayó como una bomba en la city. Lo mismo que la advertencia de Pedro Pou, el titular del Banco Central, sobre próximos cierres de bancos. Acechado por la Justicia y por las antipatías que despierta tanto en la Alianza como en el duhaldismo, Pou se mueve como un elefante en un bazar.
Para los financistas todas esas señales conforman un terreno hostil. Que se traduce en escasa disposición a invertir en activos argentinos y en mayores tasas de interés. Pero no sólo para Roque Fernández se cierran los caminos. También para las empresas. Sólo las compañías de servicios privatizadas y los bancos, dos rubros que no generan dudas a los inversores, tienen acceso al mercado de crédito. Las demás ya decidieron postergar planes de inversión hasta que mejoren las condiciones económicas y sólo tratan de estructurar sus planes poniendo como prioridad el cumplimiento de los vencimientos de sus deudas. Este mes, las empresas deben cancelar Obligaciones Negociables por 492 millones de dólares.
En la city creen que el peligro de nuevos incumplimientos está acotado ya que son compañías líderes las que deben afrontar pagos: Transener, TGS, TGN, YPF y Multicanal. Pero nadie desconoce que, fuera del círculo de las privilegiadas, varios gerentes financieros de empresas grandes forman filas en las ventanillas de los bancos para patear hacia delante sus deudas. No les resulta sencillo: ni el clima político ni la coyuntura económica los ayudan.