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Miedo a una
devaluación tras las elecciones
El día después
Los financistas se resisten a pensar que se
quebrará la convertibilidad, pero en la city circula un informe
que indica que en los países de la región cada nuevo gobierno
empieza con una devaluación.
Por Claudio Zlotnik
Un banco de inversión estadounidense hizo circular el siguiente
dato entre financistas de Wall Street: tomando en cuenta 131 casos de
elecciones presidenciales en América latina de las últimas
tres décadas, buena parte de los países devaluaron sus monedas
no bien se produjo el recambio de gobierno. La investigación, elaborada
por la Universidad del CEMA, la misma de la cual provienen los Roque boys,
no hizo más que poner el dedo en la llaga, alimentando el temor
de los inversores extranjeros a que la convertibilidad estalle por los
aires luego del recambio de gobierno en diciembre próximo.
Con la excepción de la reelección de Carlos Menem en el
95, tanto Brasil como México, Chile y Colombia son los últimos
ejemplos de ese desenlace: todos esos países depreciaron sus monedas
tras las elecciones presidenciales. En época electoral, de poco
están sirviendo las tesis y testimonios desplegados por economistas
y bancos de inversión negando enfáticamente que vaya a romperse
el 1x1 después del 10 de diciembre. Los financistas del exterior
congelaron sus inversiones y se regodean con las ganancias que les están
reportando otros mercados, como el estadounidense, los europeos y hasta
los asiáticos.
Acabados los terremotos financieros que sacudieron al mundo durante dos
años, y sin nuevas explosiones a la vista, la Argentina no está
invitada a la fiesta. Permanece ajena al buen momento que están
viviendo los mercados del Primer Mundo. Y el escenario podría ensombrecerse
todavía más.
No son pocos quienes piensan que en Wall Street las cotizaciones de los
papeles se encuentran sobrevaluadas. Y que, tarde o temprano, la economía
estadounidense frenará su expansión. El Fondo Monetario
acaba de mostrarse a favor de una suba de la tasa de interés en
Estados Unidos para evitar un brote de la inflación, al mismo tiempo
que encendió luces de alarma respecto de los actuales precios de
las acciones. Si Alan Greenspan, el titular de la banca central estadounidense,
continúa subiendo el costo del dinero, los países emergentes
perderían una cuota adicional de atracción y los financistas
seguirían mirando para otro lado.
Según datos del propio FMI, el flujo de capitales hacia los emergentes
viene cayendo a pique y ya se encuentra en los bajísimos niveles
que existían una década atrás, cuando los entonces
subdesarrollados, como la Argentina, no habían siquiera iniciado
el proceso de transformación económica que los propios organismos
multilaterales de crédito demandaban. Si la advertencia del Fondo
se materializa, y sobreviene un derrumbe bursátil en Wall Street,
el escenario podría tornarse dramático. Mucho más
negro que el actual, surgido tras la crisis en los tigres y tigrecitos
asiáticos, Rusia y Brasil. El súbito frenazo del motor de
la economía mundial resentiría aún más la
economía y el pico de incertidumbre podría incluso golpear
al sistema financiero, hasta ahora alejado de la crisis.
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