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Nueva crisis en Brasil y suba de tasas
Contando los días

Como si la fuerte recesión no fuera suficiente, Roque Fernández
se enfrenta a un complicado escenario internacional. El real
se está descontrolando y la Reserva Federal subiría la tasa.

Por Claudio Zlotnik

Carlos Menem hizo un chiste diciendo que cuenta los días que faltan para abandonar la Casa Rosada. “Como los presos”, apuntó el Presidente. No es el único que cuenta los días. En esa espera coinciden Menem y el equipo económico. Pero a Roque Fernández los últimos cien días en el gobierno no le dan ninguna gracia. Tiene entre manos una papa caliente que quiere soltar. A las complicaciones de la economía interna se le suman otros obstáculos desde el exterior. Estados Unidos y Brasil, nada menos, aparecen como los nubarrones. Y Roque reza para que no se desate la tormenta antes de abandonar el Palacio de Hacienda.
Pasado mañana, Alan Greenspan, el presidente de la Reserva Federal (banca central) de los Estados Unidos podría decidir un nuevo aumento de la tasa de corto plazo. Los financistas están divididos entre quienes apuestan a una suba de un cuarto de punto y los que creen que el banquero esperará hasta octubre para hacer el retoque alcista. En todo caso, el consenso apunta a que, tarde o temprano, Greenspan subirá la tasa antes de que termine el año.
Por cada cuarto de punto que suba la tasa, la Argentina debe afrontar un costo adicional de 250 millones de dólares anuales por su deuda. Como Greenspan ya retocó hacia arriba la tasa dos meses atrás, si vuelve a hacerlo, el próximo gobierno soportará una carga financiera adicional de 500 millones en su primer año de gestión. Pero la movida de la Reserva Federal tiene un otro condimento. El alza de la tasa busca aplacar la expansión de la economía estadounidense que funcionó como la locomotora de la economía mundial en medio de la crisis financiera.
En medio de la recesión y el costo financiero más elevado, el eventual aumento de la tasa redundará en un nuevo hachazo sobre la lastimada economía. Hace rato que los inversores internacionales dejaron de tomar en cuenta a la Argentina para traer sus fondos. Y el mayor rendimiento que tendrán los bonos de los Estados Unidos no hará más que profundizar esa indiferencia de los operadores.
Pero la política monetaria estadounidense no es el único elemento que tiene en vilo a Roque Fernández. La economía brasileña ha vuelto a dar señales de fragilidad. Dando muestras de que en el mundo de las finanzas no hay amistad, los financistas le están bajando el pulgar a Arminio Fraga, el ex operador de George Soros, presidente del BC brasileño. Fraga vino aplicando sucesivas bajas en las tasas –con el objetivo de reducir la presión de la deuda–, pero ahora los inversores parecen haberle puesto un límite, presionando sobre el real.
Con precisión, Roque predijo la nueva ronda de depreciación de la moneda brasileña. Y, ante el gabinete, expresó su temor a una nueva suba de la tasa en Estados Unidos. En la intimidad, cuenta los días que le faltan para hacer las valijas.