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El Baúl de Manuel

Por M. Fernández López

Esas callecitas de Buenos Aires

“Todo lenguaje es un alfabeto de símbolos” (Borges), tanto el lenguaje común como la jerga que empleamos en la profesión de cada uno. Es usual ver como los economistas aluden a situaciones corrientes empleando términos como “asignación eficiente”, “multiplicador”, “restricción”, “equilibrio”, etc. Como Chaplin en Tiempos Modernos, quedan enganchados a su trabajo, y al concluir éste siguen hablando y razonando como si continuaran en él. Ortega y Gasset sentía en los atardeceres de Buenos Aires una atmósfera filosófica, casi kantiana. No era para menos: los canillitas de entonces llenaban el silencio de los barrios voceando “¡Crítica, La Razón!”. La reminiscencia sugiere que los signos que nos rodean influyen en nuestras vidas, y transmiten a ella alguna emoción o conocimiento anexo a cada signo. Una atmósfera “kantiana”, por caso, predispone más al deber que al placer. ¿A qué predispone una atmósfera “económica”? Acaso usted tiene pesadillas y se despierta sudoroso y agitado: que la globalización nos arrebata la industria, que la devaluación del peso le hace imposible pagar su deuda. O anda hablando solo, en portuñol. Tal vez, y sin saberlo, viva usted en una calle que recuerda a algún economista. Verifique si es alguna de estas. Cerviño: agrimensor, primer analista de la economía espacial; soñaba un área pampeana agroexportadora con mercados lejanos y transporte marítimo nacional. Doblas: administrador de las misiones guaraníes; descubrió que, organizando la producción, a los indios podía extraérseles un valor económico muy superior al de su consumo. Agrelo: primer profesor de Economía de la UBA. Sánchez de Bustamante: ingeniero jujeño y profesor de Economía de los transportes; descubrió la curva de “entrada marginal” antes que Harrod e Yntema. Eleodoro Lobos: decano fundador de la Facultad de Económicas de la UBA; propiciaba una orientación práctica en la investigación económica; su figura influyó en la formación juvenil de R. Prebisch; apoyó con entusiasmo las investigaciones de Alejandro Bunge sobre costo del nivel de vida. Emilio Lamarca: graduado en varias carreras, en Inglaterra, Alemania y Argentina, enseñó Economía Política en la UBA y fue destituido por adherir a las posiciones católicas de José Manuel Estrada. José A. Terry: profesor de Finanzas Públicas; analizó la crisis del 90 con las categorías de Juglar.


Presidentes y economía

La posición singular que tiene la figura del presidente de la República en nuestro país ha sido fuente inagotable de pasiones desbordadas, enfrentamientos y hasta acciones armadas. Pero algunos presidentes fomentaron de modo decisivo la difusión de la ciencia económica en el país, y hasta hubo quienes participaron en ello, por lo que merecen recordarse aunque sólo sea concisamente. Bernardino Rivadavia ya en 1812 propuso crear un Establecimiento Literario en que se enseñase esta ciencia; y logró tal objetivo, no sin antes viajar a Europa, junto a Belgrano, y conocer en Inglaterra al grupo utilitarista (Bentham, Ricardo, Mill) y la experiencia docente de Malthus, y en Francia a los ideólogos (Destutt de Tracy); implantó la primera cátedra de Economía Política en 1824 en la UBA y confió su enseñanza, según Ricardo, a Pedro José Agrelo, y según Destutt de Tracy, a J. M. Fernández de Agüero. Bartolomé Mitre fue el primer catedrático de Estadística, materia que, según el plan de Rivadavia, permitía la aplicación práctica de la economía. Nicolás Avellaneda fue profesor de Economía Política en la UBA, y en tal carácter editó los escritos económicos de Amancio Alcorta y escribió “Estudios sobre las leyes de tierras públicas”. Carlos Pellegrini era discípulo deVicente Fidel López, y amantes ambos del pensamiento proteccionista, amor que le llevó a Pellegrini a defender en el Congreso la protección arancelaria al vino y al azúcar y, como presidente, a revocar privatizaciones leoninas efectuadas antes de la crisis del 90 en la gestión de Juárez Celman y a crear entes regulatorios, como el Banco de la Nación Argentina y la Caja de Conversión. Victorino de La Plaza: fue representante financiero argentino en Europa; gran aficionado a las lecturas de economía, acumuló una importante biblioteca con obras del último tercio del siglo XIX, que incluyen la Memoria leída en 1873 por Walras en la Academia de Ciencias de París, y los números iniciales del Economic Journal, que se conservan en la Biblioteca de la Provincia de Salta. Arturo Frondizi: político e intelectual ampliamente versado en temas económicos, que plasmó en el grueso volumen Petróleo y política (1954) sus ideas y propuestas sobre hidrocarburos; promovió las investigaciones económicas y la fundación de instituciones como el Consejo Nacional de Desarrollo y el Consejo Federal de Inversiones.