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Jueves 9 de Septiembre de 1999

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Dave Mustaine, líder de Megadeth y pasión de los metaleros argentinos,
APUNTA DIRECTO.

Somos honestos con los fans:
no es que un día tengo el pelo
largo, y al otro, lo tengo corto”

 

Mientras promete ¡dos! visitas a Buenos Aires en el marco de la gira mundial que acaban de iniciar, Mustaine habló de todo. De Ricky Martin, la vida sana, Korn, el hockey sobre hielo, Woodstock y de los riesgos que ha tomado su banda en un disco titulado, justamente, Riesgo. Simpático y limpio, no dejó de sugerir su eterno encono con... Ya saben quién (Aclaración: la palabra Metallica no figurará en ningún momento de esta nota).

SOL COLOM
Desde Nueva York

Si los verdaderos peso pesados del momento –Orgy, Limp Bizkit, Korn, Coal Chamber– se hicieron escuchar fusionando su heavy metal básico con el hip hop y demás, ¿por qué uno de los grupos mas clásicos del heavy metal clásico no se iba a animar a explorar nuevos territorios? “Yo sé que los fans hardcore van a decir que no hay demasiado heavy en el disco, pero creo que es uno de los mejores trabajos que hemos hecho”, repite como un mantra Dave Mustaine, el líder de Megadeth, el hombre pasión de multitudes metálicas en Argentina, bien posicionado en el ranking de “casi argentinos”, junto a Los Ramones, Los Rolling Stones e Iggy Pop (¿falta alguien?). El colorado-ahora más rubio habla de Risk (Riesgo), el noveno álbum de la banda que deja atrás un camino de raíces trash para volverse poblado de canciones de tono ¡melódica! y hasta experimental. Todo un riesgo, claro, y por eso el nombre del disco.
Son casi las dos de la tarde y Mustaine entra en el bar de un paquetísimo hotel de Times Square (centro-centro de la isla de Manhattan) como pancho por su casa. Nadie le habla y sólo una chica se da vuelta a mirarlo: en Nueva York es fácil pasar desapercibido, aun siendo el cantante de Megadeth. Aun habiendo formado parte de la primera etapa de Metallica, vendido más de 20 millones de discos en todo el mundo y siendo una verdadera estrella del género en esta década. Un veterano comparado con los briosos e iracundos cantantes que dan miedo hoy por hoy. Una camarera se acerca a la mesa y ofrece algo de tomar. Pide agua mineral de una de las marcas más caras. Sin gas, intenta aclarar, pero la chica ya no lo escucha. Se lo ve descansado y de buen humor. No es de palabra fácil, pero tiene mucho que decir sobre el sucesor de Cryptic writings y también ganas de hacerlo. Está enamorado de su disco nuevo, y de los cambios que hay en él. Si hasta en algunas canciones se escuchan violoncelos, melodías orientales y ¡ups! ritmos electrónicos.
–¿Qué pasó? ¿Por qué el cambio?
–Porque no quiero formar parte de una de esas bandas cuyo pasado controla su futuro. Hemos hecho tanto heavy que es tiempo de crecer.
–¿Y no te preocupa la reacción de tu público?
–Bueno, los fans pueden decir lo que quieran. Pero si sos fan de un equipo de baseball, por ejemplo, no vas a dejar de serlo porque pierda un partido, no vas a sacarte la camiseta y decir “¡no soy más fan!” Hay días buenos y malos. Y en un álbum hay buenas y malas canciones también. En este disco hay por lo menos cinco temas para nuestro público hardcore, y un montón de temas melódicos para un público nuevo. Como banda, quiero conservar los fans de siempre, pero también quiero encontrar nuevos. Yo conocí a alguien de Pearl Jam que se sentaba a quejarse por el éxito que tenían. ¡Y yo quiero tener fucking éxito! Quiero tocar para millones de personas! Lars (Ulrich, de Metallica) dijo una vez que mis letras estaban bien, pero que tenía que arriesgarme más en lo musical. Fue un buen consejo y lo seguimos; hay cambios, nos arriesgamos más. Y además, de esta manera, si a la gente no le gusta el disco nosotros podemos decirles: “¿Vieron? Les dijimos que era un riesgo...”
–¿Y es un riesgo haberse inspirado en bandas electrónicas para hacer “Insomnia” (primer tema de Risk), por ejemplo?
–Bueno, necesitábamos una atmósfera especial. Es difícil hacer una canción que habla de no poder dormir sin mencionar algo estimulante. Por eso la música suena algo tecno, algo Prodigy, Chemical Brothers. Hay una sensación de enojo y de nervios en la letra, y creo que este tipo de música ayuda a entenderla más.
–La nueva generación metálica, bandas y público, está cada vez más cerca de otros ritmos y texturas. Antes no había una mentalidad tan abierta: el que era heavy, era heavy...
–No sé qué hacen otras bandas, pero cuanto más te abrís, más llegás a la gente. La música que uno hace tiene que ver con la diversidad de la audiencia.
–¿Y qué opinás del éxito de grupos como Limp Bizkit, Coal Chamber o Korn?
–No sé mucho, sí que les va muy bien y que son populares.
–¿Creés que están haciendo desaparecer el heavy metal?
–No, creo que ese tipo de bandas no suplantan al heavy metal porque lo toman como un componente musical más, para mezclarlo con el hip hop o el rap.
–¿Las ves como bandas puro fashion?
–Hum... Si uno piensa en bandas fashion, más bien piensa en Vanilla Ice, Milli Vanilli o Poison, bandas que así como vinieron se fueron.
–¿Puede ser el caso de Ricky Martin y su entrada al mercado americano?
–No creo que a los americanos les importe un carajo la música latina. Creo que Ricky Martin les gusta porque es lindo... Selena también hacía música latina y nadie le dio bola. Ahora, Ricky Martin tiene esos grandes dientes blancos, un lindo culo... Todos lo ven cute (palabra pronunciada por los gringos cada medio segundo y cuya traducción más o menos literal es algo así como “adorable”) y así se convirtió en un fenómeno. Pero él va a ser otro de los artistas que hoy están y mañana desaparecen. Para colmo, hay rumores terribles sobre él...
–¿Cuáles?
–No, no los voy a decir. Pero eso es lo primero que pasa cuando tenés éxito: todo el mundo empieza a tirarte mierda.
–¿Y ustedes cómo zafaron de eso? Hace 14 años que están juntos haciendo música.
–No lo sé, quizás porque David (Ellefson, el bajista de la banda) tiene lindos dientes como Ricky Martin... No, en serio, creo que porque seguimos siendo honestos con los fans, no tratamos de engañarlos. No es que un día tengo pelo largo y otro, pelo corto...
–¿Lo decís por alguna banda en especial?
–No lo digo por nadie, lo digo porque todo lo que hicimos fue en forma gradual. Quizás mi pelo no está taaaaaaan largo como antes, pero sigue siendo largo. Estoy cómodo conmigo mismo. Amo la música que hacemos, sea nueva o vieja, y amo tocar en vivo.
Ahora la escena se traslada media cuadra nomás. El primer show que hace Megadeth desde que Risk está a la venta no es precisamente para presentarlo, sino a beneficio de una fundación americana que investiga formas de atacar el sida. Mustaine y cía. comparten el escenario con los latinos Puya y DDT, y con Type O Negative, y son encargados de cerrar el concierto. El lugar es el Roseland Ballroom, una especie de Obras bastante más chico y sucio, a media cuadra de Broadway, en pleno Times Square. Ya desde la puerta se puede oler tabaco concentrado. Es raro si se tiene en cuenta que está prohibido fumar en casi todos los lugares públicos de esta ciudad. Mucha ropa negra, tachas y pelos largos de colores varios. Como en cualquier show metalero. Pero hay algo que es asombrosamente distinto: la actitud del público frente a la banda que ha ido a ver. “En un show en Estados Unidos la gente no se divierte como en Argentina”, comentaba resignado, pero sin bronca Mustaine, un rato antes de este show. “Acá se quedan parados como diciendo “Muéstrenme lo que pueden hacer, hagan valer los 20 dólares que gasté en la entrada”.
–¿Y cómo ves a los fans argentinos?
–Nuestros fans son bárbaros en todas partes del mundo, pero en lugares como Argentina, Brasil o Chile no hay bandas extranjeras todo el tiempo entonces es una historia totalmente distinta. Hay un sentimiento de amor y de conexión con la audiencia que jamás se podría comparar con otra parte del mundo. Cuando fuimos por primera vez a Buenos Aires, los fans seenamoraron de nosotros y nosotros de ellos. Conocí allá a la gente más linda del mundo: sus personalidades, sus sonrisas y su amor por nuestra música. Y esto no quiere decir que no nos guste tocar en Santiago, en San Pablo o en Río. ¡Pero no hay lugar más loco que Buenos Aires en todo el planeta!
–¿Y Woodstock? ¿Cómo fue?
–Woodstock fue más peligroso que divertido. Fue es algo así como el show de las tetas... Algo que es bastante común en América, todas las chicas se sacan los corpiños. Creo que piensan que eso las hace más atractivas. En fin, este año todo fue medio caótico. Los organizadores no pudieron controlar a la gente y todo se les fue de las manos. Te digo una cosa: ¡no hay nada como tocar en Ferrocarril!
Es así: se le preguntó por Woodstock y terminó hablando de la cancha de Ferro, el escenario de su más multitudinario y caliente recital en Buenos Aires. Mustaine está enamorado de Argentina y no se cansa de decirlo. Ya estuvo varias veces por estos pagos, la última en 1997 para una serie en el hoy clausurado Parque Sarmiento. El colorado-ahora rubio dice que, pese al idioma, se hizo un grupo de amigos y que hay una chica que le “gusta mucho”. Y hay más:
–La canción que quiero escuchar antes de morirme es “I’ll be there” (track 7 del disco nuevo), en Argentina –cuenta con una sonrisa, sin tono dramático–, porque escribimos el final para que el público de allí la cantara.
Lo cierto es que el hombre de los pelos largos (pero más cortos) siente que falta bastante para ese momento. Aunque dice que está viejo y balbucea su edad en una voz tan baja que cuesta entenderle, Mustaine se siente mejor que nunca. “No más drogas, no más alcohol, no más nada –explica. Me veo mas atractivo y siento la música más sexy. Si tenés la piel verde es porque estás hecho mierda todo el día. Y eso no es sexy. Si estás sano, hacés ejercicios, estás despierto cuando tenés que estarlo, no tratás mal a la gente porque sí, eso es sexy y me gusta”.
Los últimos meses del siglo fueron y son intensos para Megadeth. Entre enero y mayo de este año, la banda estuvo en Nashville, Estados Unidos, grabando el nuevo álbum. Además hicieron “Never say die”, para el disco tributo a Black Sabbath, y filmaron el video de “Crash’em”, single de difusión de Risk y de la banda de sonido de Universal Soldier: The Return, la nueva película protagonizada por Jean Claude Van Damme. Cuenta entusiasmado: “Escribí este tema por amor al hockey. Siempre voy a ver los partidos, y estaba cansado de escuchar las mismas canciones. Si el equipo hace un gol, pasan “Rock & Roll part II”, de Gary Glitter... Si el equipo está bajoneado, pasan “Welcome to the Jungle”, “Enter sandman” o “Mission Imposible”, la versión de los U2 (lo dice por Adam Clayton-Larry Mullen Jr.). Y entonces me dije ‘quiero escribir un tema que sirva para todos los deportes. Y así nació Crush’em, ¡una canción que la rompe!’”
Entre los planes futuros está, por supuesto, una gira mundial que les llevará un año y medio sin parar. Empezaron este lunes en Londres, seguirá por toda Europa y... La pregunta que sigue es tan obvia que Mustaine mira a los costados para ver si es a alguien más a quien va dirigida. “No creo que valiera de algo hacer un disco si Argentina no estuviera en los planes. Quisiera que toda mi gente viera lo que sucede cuando tocamos allá. No sabemos bien cuándo vamos a ir, pero creo que serán dos veces en la misma gira”. Steve Wood, su manager, asienta con la cabeza. Acaba de llegar de la calle con un café amargo y varias botellas de agua mineral para Dave. “¿Son sin gas?” –pregunta el rocker–. “Sí claro”, es la respuesta. La botella que pidió al comienzo de la entrevista está intacta, ni la movió de la mesa. Ya lo dijo Mustaine: nada de drogas, nada de alcohol. Y ahora ya saben, hinchas argentinos de Megadeth. Tampoco nada de agua con gas.

Grandes momentos
Primera visita: 5 shows del 1 al 5 de diciembre de 1994. Público: 25.000 personas.
Segunda visita: 9 de setiembre de 1995, para la gira Monsters of Rock (con Alice Cooper y Therapy?). Público: 30.000 personas.
Tercera Visita: Nuevamente Monsters of Rock de 1996, con Whitesnake y Queensryche, más un acústico en el Centro Cultural Recoleta. Público: otras 30.000 personas.
Cuarta Visita: 1, 3 y 4 de octubre de 1998 en Parque Sarmiento. Show acústico en el Recoleta el 2 de octubre. Público: 15.000 personas.