Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira
NO

todo x 1,99

Clara de noche

Convivir con virus

Fue

Será

Ediciones anteriores

 

Jueves 9 de Septiembre de 1999
tapa

La campaña de la gaseosa más famosa reaviva un ¿viejo? debate

Lo hago o no lo hago,
esa es la cuestion

Rockeros, ex rockeros, bailanteros y demás músicos han puesto sus voces al servicio de la publicidad, lo que les reporta cierto espacio “gratuito” de difusión y una no despreciable cantidad de dinero, aun a pesar de los prejuicios. Aquí, algunos de los participantes y la productora responsable de la serie de avisos musicales cocacoleros, dicen lo suyo.

CRISTIAN VITALE

En plena era guarra, Javier Calamaro hacía jingles. Y por eso, dicen, se peleaba con el Gitano Herrera. El guitarrista detestaba la música comercial y le tiraba mierda a su compañero en los ensayos. La disputa, ideológica hasta cierto punto, encuentra ejemplos en toda la historia del rock argentino. Siempre hubo preconceptos rockers en contra de la música utilizada como instrumento para vender. Pero, poco a poco y en silencio, la conveniencia fue ganando la contienda. Hoy, a cambio de un dinerillo, muchos músicos jinglean a gusto ridiculizando a los puristas. “Mucho de lo que aprendí en la música se lo debo a la publicidad. Gracias a ella toqué bossa nova, jazz, tango y gané plata. Creo que existe un paralelismo evidente entre el rock and roll y los jingles, yo la pasé muy bien haciéndolos. Con Ariel Rot, nos cagábamos de risa, íbamos a hablar con los caretas de las agencias y les decíamos ‘vamos a hacer la mejor música para Sedal, Impulse o Lux’, hasta que no aguanté más a los publicistas y corté”, le cuenta Javier al No.
Excluyendo quizás a Led Zeppelin o Pink Floyd del circuito jinglero, los Rolling Stones, Beach Boys, Ramones y muchas bandas más han vendido sus canciones al mercado por jugosísimas cifras. En Argentina, Andrés Calamaro, Spinetta y Virus formaron parte de la primera campaña publicitaria de lanzamiento de la FM Rock and Pop, en 1985-86. Por la época, Raúl Porchetto ganaba éxito de rebote con la melodía de “Bailando en las veredas” al servicio de Jockey y Jaf aprovechaba toda oportunidad hasta el punto de ser considerado por Pappo como “un buen cantante de jingles”.
“A esta altura, creo que sólo puede negarse a grabar jingles algún barbón, un folklorista psicobolche o un rockero con posiciones anarquistas”, dice Pipo Cipolatti, partícipe de la última campaña publicitaria que lanzó Coca Cola el año pasado y que aún suena en R&P y otras radios. Junto a “La gaseosa nacional” -.tema cantado por Pipo– conviven nombres para todos los gustos: Willy Crook hace “You just need a coke”, Diego de los Auténticos Decadentes con “El club de mis amores”, Cucho, su compañero, canta “Qué sería de mi vida”, Adrián Otero hace lo propio en “Un sánguche de mila” (elegido el mejor jingle de 1998), Lía Crucet entona una bailantera “Qué voy a hacer”, Hilda Lizarazu “Burbujas”. Y “Para bailar y bailar”, remake de un viaje jingle de la gaseosa, completa la lista.
CCCI, la agencia de Camilo Iezzi (ex Twist) y Carlos Cutaia (ex Pescado Rabioso y La Máquina de hacer Pájaros) fue la encargada de convocar a los músicos: “Somos pocos los que hacemos jingles y venimos del palo del rock -.cuenta Iezzi–. Aunque nos divertimos mucho, creo que seguimos teniendo un glam medio extraño para la publicidad: jamás podríamos hacer ‘Trenet y chau manchas’. Somos conscientes de que la publicidad te reusa, que es la cosmetología del sistema. Pero te permite tocar cualquier estilo de música sin tener que disfrazarte de tal”. Charly García y Mosca –de Dos Minutos- estuvieron a punto de participar de la campaña. Pero, por diversas razones, se quedaron afuera. Charly habló con Cutaia y le dijo que no tenía problemas en interpretar un tema “si Pepsi usó ‘No voy en tren voy en avión’, cómo me voy a negar a vos que sos mi amigo, te cobró mil pesos menos y listo” –recuerda Camilo parafraseando al maduro rocker, y agrega- “nosotros usufructuamos el tema de la amistad, todos los músicos están seguros de que no vamos a bastardear su imagen. En ningún momento usamos el nombre, ni la imagen de ellos, simplemente hacemos una auto parodia lúdica”.
Con el Mosca parece que la cosa fue difícil: “Lo llamé para cantar un tema que no era de Dos Minutos. Le dije que nos íbamos a divertir y le pedí que tire ideas sobre cómo y cuándo tomaría Coca, pero fue complicado: están más ligados al palo de la cerveza”. En los pasillos de las agencias se cuchichea que los músicos no venden su voz a cualquier producto. Pasaque las letras de los jingles las componen las empresas y, a veces, no conforman a los artistas. En cuanto a los números, por lo general los músicos ganan más plata que las productoras: “Cifra breve pero elegante, de cuatro dígitos, nunca cinco”, revela Pipo. Es que el cachet es muy variable, depende de las exigencias. Hay jingles que pueden producirse en 10 minutos y otros que requieren de 10 o 15 bocetos. Lía Crucet, voluminosa estrellas tropical, se negó a decir cuánto ganó. Fue la única que Coca contrató directamente y la única que no está ligada al rock. Con su tengo calor y su pollerita transpirada a punto de desprenderse, la cantante de cumbia debutó en jingles: “Me pidieron directamente los empresarios. Vinieron a buscarme y la propuesta me pareció fantástica. Me hizo acordar a la época de ‘La Movidita’, que sonaba en todos los medios y no solamente en los de cumbia. Realmente me parece enriquecedor que el rock y la cumbia se acerquen a través de una campaña publicitaria”.
Entonces, ¿quién tenía razón: Javier Calamaro o el Gitano Herrera?

Lia Crucet fue la estrella bailantera elegida especialmente por los responsbles de la campaña Coca Cola. Ella, orgullosa, sacó pecho...

El Mosca fue tentado pero todo se complicó... Cuando cayó en la cuenta de que él -- y la mayoría de sus amigos-- prefieren la cerveza.

Willy Crook puso su mejor voz de hombre de la noche para susurrar que vos "sólo necesitas una Coca", sobre un fondo bien cool.

Javier, el Calamaro amigo de Charly García, se ganó la vida un buen tiempo con el kiosko de los jingles. Y mal no le fue...