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Separados al nacer
Tom Hanks Woody
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Tim Allen Buzz Lightyear
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Joan Cusack Jessie
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¿El mosquito de
Raid? ¿El Piojo López?
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El jueves pasado
se estrenó Toy Story 2. Como la primera vez, la Disney convocó
a una banda de actores conocidos para que hicieran las voces de los dibujos
animados: por ejemplo, Tom Hanks volvió a hacer de Woody, Tim Allen
de Buzz Lightyear y Joan Cusack de Jessie. Pero lo asombroso del asunto
apareció cuando la producción dio a conocer las fotos de
todos los personajes junto con las de los actores detrás de las
voces: lo de Disney es realmente una habilidad insuperable para encontrar
Separados al nacer. Lo que aún no se sabe es si se
inspiran en el actor para crear el personaje o si primero hacen el dibujo
y después buscan alguien que se le parezca. De una u otra manera,
si es cierto el rumor de que, para el rodaje de Toy Story 3 se sumaría
al elenco el Mosquito de Raid, que nadie se sorprenda si el Piojo López
hace unos manguitos extra poniéndole la voz.
La
venganza amarilla
En
1995, Hiromi Toshigawa, una japonesa de 18 años hija de un chef,
mandó una selección de 32 fotos al concurso nacional de
fotografía New Cosmos. La particularidad era que Hiromi había
usado su cámara pocket para fotografiar, de un modo abiertamente
aficionado, a sus amigos, su cuarto, sus viajes a la facultad, los juguetes
de cuando era chica. El jurado estaba presidido por Nobuyoshi Araki,
probablemente el fotógrafo más prestigioso de Japón.
Y Araki no sólo le otorgó el primer premio sino que, en
la ceremonia, aseguró que estaba en presencia de un genio. por
supuesto, la primera muestra de la joven Hiromi fue visitada por más
de cien mil personas y los libros con sus fotos agotaron una edición
tras otra, mientras ella anunciaba que una voz le había hablado
en sueños y que a partir de entonces su nombre artístico
sería Hiromix. En menos de un año, se desató una
fiebre adolescente: millones de jóvenes japoneses empezaron a
comprar cámaras pocket y a sacarse fotos las 24 horas. Se organizaron
grupos de ayuda para padres con hijos enajenados por sacarse fotos todo
el tiempo. El affaire Hiromix fue, durante tres años, el secreto
mejor guardado de Japón hasta que, hace unos meses, un galerista
inglés organizó una muestra en Londres con las fotos originales
de Hiromix. ¿Y qué pasó? Miles de adolescentes
ingleses empezaron a comprarse cámaras pocket y a sacarse fotos
día y noche. Así es como los japoneses aspiran a revertir
su fama en Occidente: ahora son ellos los que se burlancuando ven a
un contingente de gaijin (perros pálidos, en japonés,
y apelativo que reciben todos los occidentales en ese idioma) que sonríen
para la cámara mientras se sacan fotos sin parar unos a otros.
Tirame
las agujas
En estos días
ha vuelto a circular una ya legendaria leyenda urbana (las malas lenguas
dicen que Alfredo Bryce Echenique la oyó aquí y la adaptó
convenientemente para incluirla con disimulo en su última novela,
La amigdalitis de Tarzán). La historia es así: mujer joven
se despierta, descubre que se le ha hecho tarde, sale a toda velocidad
de su casa y sube a un colectivo. Ve un lugar misteriosamente vacío
en los asientos de a dos (la butaca vecina a la ventanilla), pide permiso
al señor de aspecto inquietante que ocupa el asiento vecino al
pasillo, se sienta. Pocos instantes después empieza a sentirse
tocada. Con irritación, reclina el peso de su cuerpo
contra la ventanilla, para evitar el indeseado contacto y mira la hora
en su muñeca. Pero, oh, oh, su reloj no está. Armándose
de valor, le murmura a su vecino: Poneme ya el reloj en la cartera
si no querés que arme un escándalo. Le sale una voz
de lo más amenazadora. Acto seguido, siente un peso en su cartera
y ve que el vecino se levanta con apuro y baja del colectivo. Cuando la
dama abre la cartera, descubre efectivamente un reloj... de hombre. Al
llegar a su trabajo llama al marido y éste le confirma lo que temía:
su reloj quedó mansamente olvidado en el baño de su casa,
cuando se lo quitó para ducharse.
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