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RODRIGUEZ GIAVARINI ANTE EL JUEZ GARZON
“Que decida la Justicia”
“Cada decisión debe ser consultada con el presidente Fernando de la Rúa, pero el criterio es la preeminencia de la Justicia”, explicó a Página/12 el canciller al comentar los autos internacionales de prisión dictados por el juez español.
Por Martín Granovsky

t.gif (862 bytes)  Pasó fin de año en la Cancillería, a la cabeza de la guardia diplomática ante cualquier ataque apocalíptico del Y2K. Pero antes Adalberto Rodríguez Giavarini, el nuevo ministro de Relaciones Exteriores, recibió a Página/12. Cuidadoso, evitó las boutades y las ironías de Guido Di Tella, y buscó diferenciarse de su antecesor aunque de sus palabras no se desprenda una política de ruptura. na10fo01.jpg (8322 bytes)
Su despacho en el piso 13 de Esmeralda y Arenales es inmenso. En un extremo, el escritorio. En el medio, una gigantesca mesa de reuniones. En el otro extremo, hacia el norte, una pequeña salita con tres sillones que parece una nave espacial suspendida muy cerca de la Plaza San Martín. La pared de vidrio con nervadura de acero trepa en curva. Detrás, el cielo, el puerto y esa engañosa parte de Buenos Aires que se parece tanto al Primer Mundo. Es la zona que recibirá, en febrero, según pudo saber este diario, al secretario de Comercio de los Estados Unidos y a los miembros de la Comisión de Defensa de la Cámara de Representantes. De la Rúa había dicho, con ironía pero no tanta, que quería ser muy amigo del secretario de Comercio. Algunos gestos de equilibrio con Europa, menos sobreactuación hacia Estados Unidos, Brasil en el centro: en principio, ése es el trípode de la diplomacia aliancista. Después, la práctica dirá la última palabra. Sobre la teoría y sobre las viejas promesas de la coalición.
–Cuando Guido Di Tella firmó el acuerdo de colaboración petrolera con los británicos por las Malvinas, la UCR y el Frepaso primero y la Alianza después de su formación prometieron anularlo si llegaban al gobierno. ¿Lo anularán?
–Una de las primeras medidas que adopté fue la designación de Susana Ruiz Cerrutti, una profesional reconocida en todo el mundo, para trabajar este tipo de temas. Con ella analizaremos en detalle el tema. La Cancillería nunca va a actuar de una manera no previsible, inconsulta, fuera del marco legal. Este es un concepto general de todos los temas y también de éste.
–Para Di Tella, la cuestión de las Malvinas fue central. ¿Seguirá siéndolo con usted?
–Será siempre un tema importantísimo. La soberanía de la Argentina figura en la Constitución. Al mismo tiempo tendremos en cuenta los intereses de los isleños y la decisión de discutir pacíficamente nuestros reclamos. En la relación con el Reino Unido, un país amigo, tendremos presente el tema porque no sólo está en la geografía sino en el pecho de los argentinos. Y no descuidaremos las inversiones y el comercio. En otras palabras: las Malvinas son un tema importantísimo pero yo no quisiera convertirlas en un tema obsesivo. Cuando los temas se hacen obsesivos se pierde incluso la posibilidad de lograr el máximo rendimiento en ese mismo tema.
–¿Viajará a Malvinas?
–No. No en este momento al menos.
–Usted dijo que la Cancillería debe estar al servicio de la vida cotidiana de la gente, con un fuerte énfasis económico. Pero lo mismo decía Di Tella. Eligió como ejemplo la lucha de los exportadores de limón y habló de la “diplomacia del jugo de limón”. ¿Por qué con la Alianza sería distinto?
–Es que para poder defender el jugo de limón debemos tener una concepción de la política global de la Cancillería. No hay nada que reemplace a la política. No hay objetivo mayor que el fijado por la Alianza: “Hacia el mundo globalizado desde el interés nacional”. Y busco que haya indicios en todas mis decisiones. Lo busco cuando designo a Ruiz Cerrutti, cuando nombro a Elsa Kelly en Biodiversidad o a Nora Jaureguiberry en relaciones con las provincias. Una parte de la agenda es,efectivamente, económica. Pero toda la agenda de política exterior tiene elementos-marco que son políticos. El caso por caso solo es posible con una estrategia detrás. Si no, es perderse.
–¿Y cuál es la estrategia?
–Bueno, por ejemplo, en 15 días ya discutimos el régimen automotor del Mercosur. Cancillería tuvo una posición clara, pero siguió la directiva de Fernando de la Rúa de dar un rol importante como creadora de puestos de trabajo a la pequeña y mediana empresa. Con Brasil empezamos haciendo un gesto: Fernando Henrique Cardoso llegó a Buenos Aires un día antes de la transmisión del mando junto con el canciller Luiz Felipe Lampreia y otros funcionarios importantes. Todos cenaron ese día en mi casa y hablamos durante tres horas sobre el papel decisivo del Mercosur y la relación preferencial con Brasil. La previsibilidad tiene que ver con la consulta permanente. La Argentina pasa mañana a presidir el Consejo de Seguridad de la ONU y ya abrimos la posibilidad de consultas a Brasil. Recuerde también que de forma inmediata designamos a los embajadores en los países limítrofes. Y el primer destino humanitario de los Cascos Blancos fue Venezuela. Lo que está claro es que la Argentina no sobreactuará. Tiene un mensaje para dar en términos de derechos humanos, en la lucha antiproteccionista, en el tema ambiental, en las instituciones.
–Cuando la Argentina quedó como aliada extra-OTAN Brasil se irritó.
–Los países tienen que buscar el interés nacional. En esa búsqueda pueden confrontarse con otros intereses también legítimos. Cuando hay una alianza muy fuerte hay que consultar. Esa es la primera forma de no irritar. Y la más importante es fijar objetivos que sean funcionales al interés nacional. Y que sean comprensibles. Si reducimos Brasil a las cuestiones económicas estaremos limitando la relación. Brasil, por ejemplo, fue nuestro portaaviones. Eso es más que comercio.
–¿Qué harán ante el caso Pinochet?
–De verdad, lamentamos que toda esta discusión se dé sobre una figura como la de Pinochet, que ha conculcado los derechos humanos. Espero que haya un mecanismo internacional para castigar crímenes como el de Pinochet. Hasta ese acuerdo universal, que dé garantías a todos los países para que no haya un tratamiento diferenciador y discriminatorio, la posición argentina es defender el hecho de que los jueces naturales son los argentinos.
–Pero la Argentina firmó convenciones que admiten la extraterritorialidad.
–Mire, seguimos todo esto con mucha atención. No queremos que se mida con distinta vara a los países según su potencia relativa en el concierto mundial. Por ejemplo, nos parece que en el caso del Acuerdo de Roma (el dispositivo establecido para crear un tribunal penal internacional) sería muy interesante una firma colectiva, una decisión mundial de que todos los países lo firmen.
–La Argentina ya lo firmó, pero el Congreso no ratificó el acuerdo.
–No, pero aquí no hay nadie pensando en no hacerlo.
–En el momento en que el juez Baltasar Garzón dictó un auto de procesamiento para 98 represores argentinos, la Alianza prometió que llevaría el tema a la Justicia. Lo mismo dijo con el pedido de extradición de Lino Oviedo. Oviedo ya no está aquí y ahora el juez español dispuso la detención de 48 de esos 98 represores ¿Cómo actuarán ante la decisión de Garzón?
–Esperaremos a que nos llegue la disposición. De cualquier manera, dar preeminencia a la Justicia es el elemento principal de nuestra política. En cada caso yo haré las consultas que correspondan con el Presidente de la República, que ya se ha definido en este asunto (ver página 9).
–¿Por qué habló de discriminación cuando le pregunté por el caso Pinochet?
–No fue por Pinochet en sí mismo, sino como expresión de un criterio general.
–Podría haber un criterio general si cualquiera, por ejemplo en la Argentina, hiciera una denuncia contra un ex poderoso de un país poderoso.
–Es verdad. Pero es teoría pura. He leído declaraciones muy interesantes de Felipe González.
–Ahora, en el caso Pinochet me parece que González estuvo en contra de Garzón porque a su vez Garzón es el juez que investigó a los GAL españoles, los grupos de represión ilegal.
–No tengo comentarios que hacer sobre eso.
–¿Habrá embajadores políticos peronistas?
–Cuando alguien es designado embajador, representa a la república. No importa su ideología. Nunca me importó el origen político de alguien si todos defienden el interés nacional. Pienso en profesionales serios o en hombres de la política que sean representativos.
–Usted designó embajador en Bolivia a Arturo Ossorio Arana y en Brasil a Juan José Uranga. El primero envió un cable sobre el contrabando de armas y el segundo era el encargado del área latinoamericana en ese momento. ¿Nombrarlos fue un modo de confirmar que no tuvieron nada que ver con el contrabando que investiga la Justicia?
–No tienen ninguna objeción en sus legajos. Sus antecedentes son impecables.
–¿Usted acompañará alguna gestión especial con el Fondo Monetario?
–La relación específica con los organismos internacionales con incumbencia económica corresponde al Ministerio de Economía. Yo voy a colaborar en todo para que la Argentina obtenga el título de “investment grade”, que la hará más atractiva para los inversores internacionales.
–¿El gobierno de la Alianza será más europeísta que el de Menem?
–Olvidar a Europa en la Argentina sería ridículo. Basta preguntarle al canciller qué apellido tiene. Y al mismo tiempo es absurdo descuidar a Estados Unidos, ¿no es cierto?

 

 

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