Por Pablo Vignone A las 17.42 el
país se paralizó. La conmoción que provocó la noticia retrajo a segundo plano el
impuestazo, el aumento de precios, el pedido de extradición del juez español Baltasar
Garzón o el topless de Graciela Alfano. La realidad quedó desenfocada ante lo que se
vivía en Punta del Este. A las 17.42 se supo que Diego Armando Maradona estaba internado
en terapia intensiva. Y entonces, como cada vez que Diego vuelve a escena, el pulso de la
gente se aceleró, y nada más importó.
Luego de un comienzo de año muy agitado, Maradona fue internado ayer de urgencia aquejado
por un cuadro de arritmia ventricular e hipertensión arterial, según
informaron los médicos del Sanatorio Cantegril, en cuyo Centro de Tratamiento Intensivo
se recupera. La versión inicial, lanzada por un canal de TV uruguayo, que atribuía la
internación a una sobredosis de cocaína citando fuentes policiales fue desmentida por el
representante del astro, Guillermo Coppola, así como por otros integrantes del entorno
maradoniano. El jefe de policía de Maldonado, Máximo Rocha, dijo que no tiene ningún
indicio de que la internación haya sido por sobredosis de droga. Según los médicos, la
condición del ex futbolista evoluciona, por lo que podría abandonar el sanatorio este
mismo mediodía. El presidente Fernando de la Rúa le deseó que supere su problema
porque él les ha dado grandes alegrías a todos y tanto Enzo Francescoli como el ex
presidente Carlos Menem se acercaron a saludarlo.
El director del sanatorio, Waldemar Correa, estableció que Maradona fue internado a
las 14.30 con un cuadro de arritmia ventricular e hipertensión arterial, tengo entendido
que el paciente es portador de una crisis hipertensiva crónica, enfermedad que afecta a
un diez por ciento de la población, explicó. Frank Torres, el médico que lo
revisó, dijo que Maradona fue derivado a la sala de terapia intensiva y sometido a
diversos estudios convencionales para este tipo de casos, su evolución inicial es muy
favorable y, de no surgir complicaciones, tendrá una breve estadía en el
sanatorio.
El subcomisario Richard Willington, de la Dirección de Investigación de la Policía de
Maldonado, informó que intervino de oficio al enterarse del caso, ya que en Uruguay los
médicos deben informar a la policía en casos de intoxicación por uso de drogas y
hasta ahora no hemos recibido ninguna denuncia en tal sentido, dijo. Hasta
donde sabemos, esta persona (por Maradona) fue llevada al sanatorio por amigos y por
tratarse de quien se trata su ingreso generó una estado de conmoción.
Maradona descansaba en Punta del Este desde las últimas horas de 1999. Celebró Año
Nuevo en una fiesta organizada en la chacra Las Palmas, donde se alojaba, alquilada por un
amigo suyo, el empresario Pablo Cosentino. Curiosamente, el comisario Máximo Rocha, jefe
de policía de Maldonado, dijo que Maradona fue al sanatorio procedente del hotel
Las Dunas, en la zona de la barra de Maldonado.
Según Coppola, Maradona arribó al Sanatorio Cantegril en una camioneta 4x4 las
primeras versiones afirmaron que lo había hecho en estado de coma
aquejado por un cuadro de hipertensión. La estábamos pasando muy bien, la fiesta
del 31; el primero estuvimos jugando al fútbol. Maradona
había concedido ayer tres notas periodísticas (a la revista argentina Caras, a una
publicación uruguaya y a la emisora 105.6 esteña) y después de una reunión con el
periodista Matías Aldao no se sintió bien y decidimos hacerle un controlcito
señaló el representante. Tenía somnolencia, se le aflojaron las piernas.
Sepan que Diego se controla a menudo la presión en Buenos Aires.
Coppola fue el primero en alejar el fantasma de la cocaína de su representado, aunque no
el único. Todo el mundo sabe que Maradona es hipertenso, ya le pasó más de una
vez señaló. En Chile durante un programa de televisión y después de jugar
un partido de fútbol en la Costanera le ha pasado. Pero nada tiene que ver la droga en
todo esto. Más tarde, el empresario periodístico Constancio Vigil, famoso por
suspeleas con el ex futbolista, dijo que Maradona había llegado manejando la camioneta, a
la que le había cargado gasoil poco antes de arribar al sanatorio. Una persona que
está en coma no hace eso, señaló con ironía. Luego se supo que otra persona
había manejado tras la recarga de combustible.
Después que le hicieron los controles de rigor, Diego pidió morfi y le dieron la
merienda. Se sintió mejor y quiso comer, explicó Coppola. Diego es
hipertenso y lo sabe el mundo entero. Es más, el padre de Diego es hipertenso y esto es
hereditario argumentó. Se apuraron en informar, en mentir, buscaron el
sensacionalismo. Claudia lo está acompañando, se dijo que con ella y conmigo habló la
policía de narcotráfico de Maldonado, pero todo es una gran mentira.
Los médicos que lo atienden dijeron que la crisis hipertensiva es
multifactorial. Médicos consultados por este diario señalaron que el consumo
masivo de drogas puede ser una de las muchas causas de la hipertensión.
Alojado en la unidad CTI, su mujer, Claudia Villafañe, sus hijas y Coppola descansan en
una habitación vecina, a la cual llegaron Vigil, el periodista Sergio Gendler,
Francescoli y Menem. Ninguno pudo ver a Maradona. Me voy tranquilo porque mi amigo
está perfectamente bien, dijo el mandatario.
El comisario Rocha explicó que hubo un llamado anónimo a la Jefatura de Policía
que nos informó que Maradona estaba internado. Mandé constatarlo y, como era así,
dispuse que un oficial se trasladara e hiciera averiguaciones policiales con el médico
tratante, a ver el diagnóstico y a ver si correspondía que se diera intervención a la
Justicia, lo que en definitiva hizo: la jueza subrogante Adriana dos Santos estaba,
según las versiones, anoche en el sanatorio.
En Uruguay, la ley 17.016 establece que el consumo de la cocaína no está prohibido,
aunque si un consumidor es detenido por la policía ésta tiene la obligación de derivar
el caso a la Justicia. El juez es quien determina si el detenido iba a destinar la droga a
consumo propio o a la venta. Si determina que la sustancia en su posesión estaba
destinada al consumo, el detenido este es derivado en forma obligatoria a una consulta con
un psicólogo en un hospital público.
La internación tuvo lugar el mismo día en que la Federación Internacional de Historia
del Fútbol eligiera a Pelé como Futbolista del Siglo, relegando al argentino al quinto
lugar, detrás del brasileño, Johan Cruyff, Franz Beckenbauer y Alfredo Di Stéfano.
Lo quieren como técnico La internación llegó un día después de que, por unanimidad, la comisión
directiva de All Boys, que milita en la Primera B Nacional, decidiera ofrecerle el cargo
de director técnico del equipo. Ayer, el titular del club, Pablo Brey, insistió en que
ahora más que nunca, Diego necesita que le ofrezcamos el trabajo. Brey, que
integró la dirección del Programa Andrés para recuperación de adictos, dijo anoche que
acompañará al astro en este momento delicado y anticipó que algún
dirigente del club viajará mañana a Punta del Este para estar junto a él y hablar con
su representante, Guillermo Coppola.
Brey recalcó que la oferta nació al leer en los diarios que él no tenía dónde
trabajar. A mí me preocupa Maradona como persona, como ser humano dijo el
dirigente.
En suma, la propuesta sigue en pie pese al episodio: Esto no cambia nada para
nosotros. Ahora más que nunca le tenemos que ofrecer un trabajo. En All Boys va a estar
tranquilo, se va a sentir en familia y además está cerca de su casa. El lo que sabe es
trabajar en el fútbol, es parte de su vida, y All Boys es fútbol, manifestó el
titular del club de Floresta. |
Diego y las presiones: mientras el
cuerpo aguante
Maradona tuvo ya dos picos
hipertensivos, en 1997 en Santiago
de Chile y en 1998 jugando fútbol 5 en la Costanera. No fueron episodios aislados en una
vida llena de situaciones críticas.
Maradona sale del chequeo luego de la
primera crisis, en Santiago de Chile.
Los médicos desestimaron entonces que el episodio estuviera relacionado con el consumo de
drogas. |
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Por Carlos Stroker y Susana Viau
Puede que,
efectivamente, sólo se trate de un pico de presión. Hace dos años, en Chile, tuvo el
primer toque de atención. Salió disparado del set de televisión donde lo entrevistaban
y llegó con 19 de máxima y 10 de mínima al Sanatorio Alemán de Santiago. Es probable
que en la historia clínica que le confeccionaron en aquella ocasión conste una
predisposición familiar, heredada de su padre, como el nombre. Los periodistas le
preguntaron al médico que lo había asistido si el malestar estaba vinculado con el
consumo de drogas. El hombre respondió: Si hubiera sido así, Maradona debía estar
internado en cuidados intensivos.
A partir de entonces comenzaron a medicarlo. Por la misma época quiso mejorar su imagen
haciéndose una plástica que le redujo la papada. Sin embargo, Diego Maradona no podrá
evitar que la sospecha de la cocaína se baraje como una hipótesis más que firme para
explicar los vaivenes de su salud, la obesidad que desde que dejó el fútbol le cambió
el cuerpo o la rigidez de la cara. Es un consumidor ocasional, había
dictaminado su médico de cabecera, Alfredo Cahe, el mismo que atiende a Susana Giménez.
Aunque quizá la llave del conflicto del jugador de fútbol la haya encontrado el
psiquiatra Haruthyan Arto Van, el que lo atendió en Suiza y provocó la furia del
paciente nada más que por decir que el problema de Diego no es la droga: es ser
Maradona.
Lo que Arto Van tomaba en cuenta era algo más que el triunfo, era una cuestión de clase:
Maradona había abierto a puntapiés la puerta de un universo en el que los consumos son
rutina y hasta las señoras de alcurnia se bambolean borrachas al promediar las fiestas,
pero con suma discreción. Sus episodios, en cambio, fueron siempre públicos,
escandalosos, ventilados, en la calle Franklin, en España, en Nápoles, en la quinta de
Moreno. Populares, como el camino que recorrió en veinte años y sin escalas desde Villa
Fiorito a Punta del Este.
El de Chile no fue el único aviso: al año siguiente otro pico de presión le impidió
terminar el partido de fútbol que estaba jugando en Coconor, con un grupo de amigos.
Amigos curiosos y oportunos. Guillermo Coppola es su edecán; Yayo Cozza, Carlos Ferro
Viera, salen y entran permanentemente de su escenario, el de la noche. Arto Van, el
terapeuta suizo con nombre de comic, tampoco se equivocó al afirmar que Maradona era un
tipo demasiado sensible. Una manera de ser que le hizo romper una lanza contra la
dictadura y en favor de los derechos humanos cuando los futbolistas -menos los de su
jerarquía ni soñaban con eso. O denunciar, a los 26 años, en pleno Mundial de
México, que se obligaba a programar los partidos al mediodía, con un calor infernal, por
exigencia de la televisión. Ahí estalló su guerra particular contra la FIFA y el
brasileño Joao Havelange. Maradona no se cortaba: enfrentó al poderoso empresario
Mauricio Macri llamándolo el cartonero Báez y luego claudicó para lograr la
probation, acercándose a Carlos Menem y anunciando que lo votaría. Al mismo tiempo
criticaba a voz en cuello el decreto de indulto.
En 1994 cometió la más grave de sus transgresiones. No pudo superar el control
antidoping. Cientos de millones lo registraron saliendo de la mano de una enfermera,
simulando tranquilidad, del campo de juego del estadio Foxboro de Boston. Los tifosi, los
forofos, los hinchas temblaron, intuian el resultado de la prueba. Diego Maradona, experto
en huidas hacia adelante, culpó a Havelange por la caída. Me cortaron las
piernas, confesó. Después de la sanción de 15 meses de suspensión impuesta por
la FIFA, intentó mostrar que no habían podido con él. Y volvió a Boca. Pero entre un
castigo y otro había estado parado 28 meses. Más de dos años fuera de competencia
habiendo superado la barrera de los 30. Nunca admitió su retiro profesional. Nunca tuvo
una despedida gloriosa como Enzo Francescoli, el Beto Alonso u Omar Palma. Siempre está
por regresar. Hoy tal vez ya no pueda. El fútbol le dio todo, hasta los límites. No
volvió a encontrarlos fuera de las canchas.
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