El diario La República aseguró que el presidente Julio María Sanguinetti instruyó al jefe del Ejército, Fernán Amado, para que investigue a seis militares denunciados por Gelman por la desaparición de su nieto/a.
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Nadie en el mundo tiene la capacidad de milagro de aclarar algo tan difícil con sólo una orden, había escrito el presidente de Uruguay, Julio María Sanguinetti, en noviembre del año pasado. La carta estaba dirigida a Juan Gelman, y era respuesta a otra que el poeta había publicado en Página/12 un mes antes reclamándole que cumpliera con su promesa de investigar la desaparición de su nieto o nieta que nació en Montevideo luego de que su nuera fuera trasladada a Uruguay en un típico operativo del Plan Cóndor. Al parecer, Sanguinetti a dos meses de dejar el poder cambió de opinión. Según publicó ayer el diario La República de ese país, el primer mandatario instruyó al jefe del Ejército, Fernán Amado, para que investigue a seis de los oficiales señalados por Gelman como conocedores del destino de su nuera. En la nota de La República puede leerse que una fuente cercana al Comando del Ejército informó que el presidente instruyó al comandante en jefe de esa fuerza, Fernán Amado, para que un fiscal militar realice una investigación sobre el destino de la nuera del poeta y su hijo, desaparecidos ambos en Uruguay. La investigación se iniciaría apenas termine la feria judicial, que también corre para la Justicia castrense. Sanguinetti y Amado están de licencia y fuentes de la Secretaría de Prensa de la Presidencia aseguraron ayer que no había noticias sobre el tema. En la dirección de Relaciones Públicas del Comando del Ejército tampoco acusaron recibo e informaron que Amado no dejó instrucciones antes de irse de sus vacaciones. La fuente a la que hace referencia el diario subrayó que Sanguinetti sintió el impacto internacional que se materializó en un avasallante apoyo de más de tres mil personalidades mundiales de la cultura (8 premios Nobel entre ellos), y no quiere dejar su mandato sin enviar, al menos, una señal positiva sobre un tema que opacó su gestión en el ámbito internacional. Como dice el diario, a partir de que publicó su carta, el 10 de octubre del año pasado, empezaron a llover las adhesiones, que tomaron la forma de otras cartas abiertas. El primero en solidarizarse fue el escritor portugués y Premio Nobel José Saramago. Ayude a Juan Gelman, ayude a la Justicia, ayude a los muertos, ayude a los torturados y a los secuestrados. Ayudando a los vivos que los lloran y los buscan, ayúdese a sí mismo, ayude al nieto desaparecido que no tiene, pero que podría tener, le escribió a Sanguinetti. Después, se sumó el historiador Eric Hobsbawn. He visto la carta que el señor Gelman a usted le escribe. Apoyo su demanda, no porque sea poeta, uno de los más importantes de América latina, sino porque me convence de que su pregunta debe ser contestada, decía. A su turno, el cantautor y novelista Chico Buarque escribió: Insisto en imaginar que, gracias al empeño personal del presidente de la República de Uruguay, Juan Gelman podría conocer el destino de su nuera y, finalmente, tener noticias del hijo o hija de su hijo muerto. Y que ese o esa joven, hoy de 23 años, tal vez le fuera dado el derecho a conocer un abuelo poeta. Y el músico Fito Páez pedía: Hágame el favor, devuelva la luz a la casa de Juan. Dicen que usted puede, que se lo prometió. También hubo comunicados de apoyo, como el de Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz, el de las Madres y Familiares de Uruguayos Detenido-Desaparecidos y el del movimiento sindical uruguayo PIT-CNT. El 5 de noviembre, Sanguinetti dio señales de vida y le respondió a Gelman. En ese texto, palabras más, palabras menos, el presidente decía que había hecho lo posible por ayudar al poeta, pero que pese a su tesón no lo había conseguido. Y se justificaba: Estamos hablando de hechos ocurridos hace 24 años. Quienes eventualmente podrían brindar algún dato fidedigno son personas que en su inmensa mayoría ya no están sometidas a jerarquía militar ni a la autoridad del Estado uruguayo. Y que en muchos casos murieron o son ancianos. El primer mandatario agregó que no existen sobre estos temas nuevos registros en los que sea posible buscar,como lo intentamos en los archivos del Hospital Militar, sin lograr ningún resultado. Sanguinetti aseguró que ni yo ni nadie en el mundo tiene la capacidad de milagro de aclarar algo tan difícil con sólo una orden. Ninguna investigación formal como la que se hizo en aplicación del artículo 4 de nuestra Ley de Caducidad arrojó resultados positivos. El panorama que había planteado Sanguinetti era desolador, pero Gelman insistió con más precisiones sobre los represores involucrados, el mayor de los cuales no superaba los 63 años. Cuando finalice su licencia, Sanguinetti deberá responder si es cierto que pidió al jefe del Ejército que se investigue a seis oficiales a los que el mismo Gelman había sindicado, entre otros, para aportar datos que, finalmente, puedan esclarecer el paradero de su nieto o nieta.
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