Croacia, uno
de los más jóvenes estados balcánicos nacidos con la disolución de la ex Yugoslavia,
entró en una nueva etapa cuando la oposición de centroizquierda logró una victoria
histórica en las elecciones legislativas del lunes. Con más de un 80 por ciento de los
votos escrutados, el 56 por ciento fue para la alianza de los Socialdemócratas y los
Social-Liberales, mientras que la Comunidad Democrática Croata (HDZ), el partido de
Franjo Tudjman, se adjudicó sólo el 24 por ciento. El resto de los votos se repartieron
entre los partidos pequeños. La oposición socialdemócrata croata festejó con júbilo
sin límites. Su triunfo electoral equivale a un terremoto político en Croacia, al poner
fin a una década de hegemonía del partido estatal, la Comunidad Democrática
Croata (HDZ) del recientemente fallecido presidente Franjo Tudjman. Lideraré el
gobierno, anunció el jefe del Partido Socialdemócrata (SDP), Ivica Racan, instando
al HDZ a facilitar una transición pacífica en el poder tras las elecciones
parlamentarias del lunes.El actual primer ministro interino Mate Granic, candidato de la
HDZ para las elecciones presidenciales del 24 de enero, había reconocido la derrota de su
partido aun antes de conocerse los primeros resultados parciales que la confirmaran.
Es seguro que hemos perdido claramente las elecciones, reconoció con voz
afligida en declaraciones a la televisión croata.Es el primer caso de relevo del poder de
uno de los gobiernos fortalecidos tras las sangrientas luchas de desmembramiento de la ex
Yugoslavia. La HDZ controlaba desde 1991 prácticamente todas las instancias del poder: el
aparato estatal, la economía, los medios y la Justicia. Sin embargo, sólo reunió en las
urnas a un cuarto de los electores. La corrupción y el enriquecimiento sospechoso de la
élite partidaria, una crisis económica persistente, el abuso de las funciones de los
servicios secretos y el aislamiento internacional son algunas de las claves que llevaron a
la derrota nacionalista. Sobre el descontento de la población, que aumentaba en forma
continua, hicieron palanca los dos nuevos hombres fuertes de Croacia al formar la
coalición de socialdemócratas y social-liberales que se impuso en las urnas. Constituyen
una pareja despareja: Racan (55), un barbudo fan del rock, es ex jefe del Partido
Comunista croata. Ganó prestigio en 1990, cuando abandonó junto a la delegación
eslovena el congreso partidario de Belgrado dirigido por Slobodan Milosevic, permitiendo
la asunción pacífica del primer gobierno croata independiente de posguerra. Drazen
Budisa, el líder del Partido Social-Liberal (HSLS), quien competirá en nombre de la
coalición por la presidencia, era entonces un disidente en prisión. Junto a otros cuatro
partidos menores, la oposición ha propuesto llevar a Croacia al camino hacia
Europa. Racan promete más cooperación con la Unión Europea y con el Tribunal
Penal Internacional. Pero, a cambio de ello, espera una mayor ayuda para el proceso de
integración a las estructuras económicas occidentales y la superación de la crisis
económica.En el plano de la política interna, los partidos coaligados proponen la
transformación de Croacia en una democracia parlamentaria, y el abandono del férreo
presidencialismo. La suma de poderes acumulada por Tudjman será recortada, anunció hoy
Racan. El fin de la era en que el Estado estaba en función de un partido requiere
reformas en las instituciones. La HDZ colocó a muchos de sus hombres en puestos clave de
todas las oficinas estatales y muchas organizaciones y empresas privadas croatas, que
pueden trabar la gestión del nuevo gobierno.Por el momento, los simpatizantes de la HDZ
están dominados por los lamentos y la desesperación. Les hemos dado este país con
la fuerza de las armas, yo no esperaba una derrota como ésta, dijo Miroslav
Blazevic, director técnico de la selección de fútbol croata, amigo personal de Tudjman
y adherente de la HDZ. ¿Qué le pasó a esta gente?, se preguntócon ojos
enrojecidos en la central partidaria al conocer los resultados electorales. Creo que
voy a renunciar.
PUTIN PURGO NUEVAMENTE AL EQUIPO DE YELTSIN
Todos los hombres del presidente
Vladimir
Putin tiene dos prioridades. Desde que asumió como presidente interino tras la renuncia
el viernes de Boris Yeltsin, está intentando distanciarse de su predecesor y adelantar lo
más posible las elecciones presidenciales para explotar su actual popularidad. En vista
del primero de esos objetivos, ayer desplazó a cinco miembros del equipo de asesores que
le legó Yeltsin. El lunes, Putin había pedido la renuncia de la asesora Tatiana
Diachenko, la hija de Yeltsin. Un portavoz agregó ayer que pronto habría
ligeros cambios en algunos ministerios. Putin reveló ayer que el ex
presidente decidió renunciar tras conocer los buenos resultados del partido oficial
Unidad en las elecciones legislativas de diciembre. Esas elecciones fueron una
señal de que Putin era favorito para las elecciones presidenciales, por lo que se estima
que Yeltsin renunció para adelantar esos comicios. Pero la actual fecha del 26 de marzo
no parece satisfacer a Putin, quien quiere adelantarla otro tanto antes de que el esfuerzo
de guerra en Chechenia se empantane. En principio, el Senado ruso comenzará hoy a debatir
un proyecto de ley que mantendría la fecha original. Pero el presidente del Tribunal
Constitucional, Marat Baglai, le había asegurado el lunes a Putin que las elecciones
podían realizarse en cualquier momento antes de esa fecha. Para aumentar la
confusión, un juez del mismo tribunal calificó esa opinión ayer de frívola y
personal. Con el Tribunal Constitucional dividido, la decisión parecería recaer
sobre el Senado, donde Putin goza de una importante ventaja. Es que esa cámara regional
siempre es sensible a los subsidios de Moscú, ahora controlados por el mismo Putin en su
cargo dual de premier-presidente interino. La urgencia de Putin se debe en gran medida a
que el artífice de su popularidad, la guerra en Chechenia, está dando señales
preocupantes. El mando ruso admitió ayer que la situación en la capital chechena de
Grozny, asaltada desde la Navidad, era sumamente complicada. Malik Saidulayev,
el jefe del exilado gobierno checheno pro ruso, admitió que las bajas rusas en Grozny
ascenderían a 1000. Antes del asalto, la cifra oficial rusa había sido 1500 en toda
Chechenia.
OPINION
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