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El ex jefe de espías avanza hacia
su elección a ritmo de bombardeos

Las elecciones presidenciales rusas serán el 26 de marzo. El presidente Putin es el favorito y ayer lo apoyó un partido opositor. Su problema: bajas y reveses militares en Chechenia.

Los candidatos: el comunista Ziuganov (izq.), el centroizquierdista Primakov y Putin.
Abajo, un retén del ejército ruso para los refugiados chechenos que huyen del frente de guerra.

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t.gif (862 bytes)  El presidente interino ruso Vladimir Putin tuvo ayer una de cal y una de arena: por una parte, el Senado confirmó ayer que las elecciones presidenciales, en las que Putin es el favorito, no se adelantarían sino que tendrán lugar el 26 de marzo, lo que frustra las expectativas el ex jefe de los servicios de seguridad de un anticipo de los comicios; por otro, la coalición Patria-Toda Rusia, la principal fuerza opositora después de los comunistas, se partió cuando el segundo partido decidió apoyar su candidatura. El problema para Putin es la situación en Chechenia, que está en franco deterioro: Rusia sufrió un notable revés ayer cuando los chechenos lograron abrir un corredor a su sitiada capital Grozny, asaltada desde la Navidad, mientras el mando ruso confesó que se enfrentaba a una “guerra de guerrillas” en las áreas nominalmente bajo su control.
Todo esto significa que Putin pasará unos muy ansiosos tres meses hasta que se realicen los comicios presidenciales el 26 de marzo. Esa fecha se estableció ayer en el Senado con nada menos que 145 votos a favor y uno en contra. Un senador de Novgorod, Mikhail Prusak, resumió el ánimo de la Cámara cuando explicó que “en el país se ha creado una situación tal que no tiene sentido luchar contra Putin como candidato a la presidencia”. Fue un cálculo similar al que llevó al alcalde de San Petersburgo, Vladimir Yakovlev, a retirar ayer a su partido Toda Rusia de la coalición PatriaToda -Rusia (OVR), y volcarse por Putin. Yakovlev parece haber sido tentado por el apoyo que Moscú puede darle a su inminente campaña para la reelección. La incógnita es qué hará la otra mitad del OVR, especialmente el ex premier Yevgueni Primakov, en un tiempo el político más popular de Rusia. Si no apoya a Putin, su alternativa sería una difícil alianza con el Partido Comunista, que en las últimas elecciones legislativas se colocó a la cabeza del voto, con un 24 por ciento de los sufragios.
¿Y ahora quién podrá detener a Putin? Puede que la guerra que él mismo desencadenó en el Cáucaso. Los combates en Chechenia tienen dos escenarios, ninguno de los cuales está dando señales favorables para el Kremlin. Uno se encuentra en Grozny. Allí, las tropas rusas son actualmente incapaces de consolidar del todo su control en los barrios periféricos y son abiertamente renuentes a penetrar al centro de la ciudad, dominado por imponentes edificios de varios pisos. Un encuentro el martes-miércoles en el barrio de Chernorechie dejó a “numerosos” rusos muertos y heridos y a decenas capturados. En los últimos días se filtraron una serie de testimonios que permiten formar una idea de los combates urbanos. Los soldados rusos son constantemente atormentados por francotiradores ocultos entre los edificios y las ruinas. Un oficial de las unidades especiales del Ministerio del Interior, Nikolai Andreievich, describió ayer un encuentro típico. “Recibimos fuego desde un edificio de nueve pisos a 400 metros. Varios hombres fueron heridos. Nuestra artillería disparó enseguida contra ese edificio, pero los bandidos ya habían, sin duda, abandonado el lugar”, relató. Andreievich concluyó desalentado que “mañana volverán a ese mismo edificio a disparar contra nosotros”. Muchas calles y edificios están minados. De noche es peor: “En la oscuridad los chechenos se acercan a nuestras posiciones y disparan con morteros, para después huir. Están en su terreno”, describió un oficial. Todo esto estaría resultando en una creciente lista de bajas federales. El Kremlin dio ayer la cifra de 1700 bajas desde que comenzó la ofensiva en octubre, pero un checheno pro-ruso afirmó el martes que sólo en Grozny hubo 1000.
En las llanuras de los dos tercios de Chechenia ocupados por Rusia, la situación no parece ser mejor. La apertura ayer de un corredor a la capital fue una humillación para el Kremlin, que una semana atrás se vanagloriaba de haber confinado a los guerrilleros a las montañas del sur. Dando constancia de otro fiasco, Moscú admitió que el lunes una columna suya fue emboscada al sur de la capital chechena, con la pérdida de cinco vehículos. Como en Grozny, la noche es aliada de los chechenos. Un oficialdijo que “tenemos que estar en alerta permanente y preparar una defensa en 360 grados”. Un soldado raso describió la vida en las zonas “liberadas”: “Nos tienden emboscadas, nos tirotean por sorpresa y de noche atacan nuestros puestos”. En su parte de guerra de ayer, el Estado Mayor ruso eligió destacar que se estaban asediando dos pueblos en las montañas del sur. Considerando que ese día las líneas rusas en Grozny fueron penetradas, y que su retaguardia está infestada de guerrilleros, esa declaración sugiere que el ejército podría estar sobreextendido.

 

Todo va mejor con vodka en Belén

150 habitaciones de hotel, una cama 10 centímetros más larga que lo normal, comidas para siete personas, personal hotelero que hable ruso y mucho vodka. En su último viaje a cuenta del Estado ruso, Boris Yeltsin (foto, junto a su esposa Naina) se dio todos los gustos. El presidente “renunciado” llegó ayer a Israel para participar en Belén, que está bajo autoridad palestina, de las celebraciones de Navidad de la religión ortodoxa (que se rige por el calendario juliano). La comitiva de 150 personas trajo nada menos que tres toneladas de equipos de comunicación y una tonelada y media de comida y bebida. La guerra de Chechenia lo perseguirá aun en Belén, dado que el grupo fundamentalista Hamas se movilizará contra las matanzas de “hermanos musulmanes” chechenos.


OPINION

 

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