Desde Dolores
¡Sos un asesino!, le gritó Gladys Cabezas con el rostro desencajado y lleno de
lágrimas. Gustavo Prellezo la miró, imperturbable y silencioso, mientras el presidente
de la Cámara, Raúl Begué, ordenaba a la policía que retire de la audiencia a la mujer.
Con esta interrupción, que encendió las emociones de los presentes, se desarrolló ayer
la anunciada declaración de Horacio Braga, el primer miembro de la banda de Los Hornos
que habla en el juicio oral. Braga adjudicó exclusivamente a Prellezo la planificación
del secuestro y asesinato de José Luis Cabezas, lo imputó como autor material y le
atribuyó el móvil del crimen. Todo esto le queda de regalo al comisario
Gómez, le habría dicho Prellezo a Braga después de matar al reportero gráfico.
Así, Prellezo habría matado a Cabezas para vengarse del ex comisario de Pinamar, Alberto
la Liebre Gómez. La versión de Braga suena inverosímil porque desliga del
operativo a jefes policiales de la Bonaerense y a allegados al Papimafi Alfredo Yabrán,
como Gregorio Ríos, y porque en la causa está probado que para realizar el secuestro y
el homicidio, Prellezo y la banda de Los Hornos tuvieron zona liberada. Las
palabras de Braga confirmaron la información que anticipó ayer Página/12, explicando
que la estrategia de los horneros es concentrar sobre Prellezo toda la
responsabilidad y mostrarse como colaboradores en el juicio, para aspirar así
a la conmutación de penas. Evidentemente, quien también salió beneficiado ayer fue
Gregorio Ríos porque Braga negó que exista El Candidato el misterioso
personaje que habría ordenado el crimen y desestimó que Alfredo Yabrán esté
relacionado con el hecho. Que yo sepa Yabrán no sabía nada, no tuvo nada que
ver, dijo el imputado por la fiscalía como coautor del secuestro y
asesinato de Cabezas. Esta coincidencia de intereses entre los horneros y
Gregorio Ríos provocó suspicacias y sospechas entre la querella. Acá hay un
acuerdo subterráneo, muy feo, muy negro, que busca salvar a Ríos y el nombre de
Yabrán, acusó el abogado Alejandro Vecchi, para quien la declaración que hizo
ayer Braga es resultado de una conspiración.Horacio Braga acusó nuevamente
al ex policía Gustavo Prellezo de haber asesinado a José Luis Cabezas. Relató los
movimientos en la cava de General Madariaga repitiendo la versión que dio en sus
declaraciones anteriores, durante la instrucción del caso. Según Braga, Prellezo obligó
a Cabezas a bajar del automóvil, lo esposó, lo hizo arrodillar y le gatilló dos veces
en falso y finalmente, le disparó a la sien y lo remató con otro tiro. Después, le
ordenó a Braga que suba el cadáver al Ford Fiesta y, apuntándole con el revólver, le
habría ordenado: Dale, rocialo, que lo vamos a prender fuego.Cuando lo
secuestramos frente a su casa, el fotógrafo (José Luis Cabezas) no se resistió. Hasta
nos quiso dar las llaves para que nos lleváramos el auto, dijo Braga. Según su
versión, tampoco recibió golpes. Sin embargo, la segunda autopsia reveló que tenía
fractura de clavícula y que había recibido una golpiza. Y éste no es el único punto
oscuro de la declaración.Yo creo que es el momento, Así inició Braga su
larga exposición, que comenzó a las 12.10 y duró más de dos horas y media. Todo el
tiempo al borde del llanto y con los ojos cerrados parecía estar a punto de quebrarse.
A mediados de diciembre de 1996 (Gustavo) Prellezo nos vino a hacer una propuesta:
darle un susto a un `fotógrafo de medio pelo que lo estaba molestando. Teníamos
que viajar a la costa y nos iban a dar casa, comida y un automóvil, todo gratis,
empezó. Después, relató cómo viajaron los cuatro (González, Retana, Auge y él) hasta
Valeria del Mar, donde los recibió el oficial Sergio Camaratta. Prellezo los dejó allí
porque tenía que entrar de servicio en la comisaría de Mar de Ajó y, según Braga, les
recomendó: Cualquier cosa véanlo a Camaratta. El entonces oficial a cargo de
la comisaría de Valeria del Mar debía darles la información delfotógrafo que había
que asustar. Aunque primero les dijo que no sabía nada, después les pasó el número de
teléfono de la oficina de la revista Noticias en Pinamar. Además les consiguió
alojamiento y les pasaba dinero. Con estas afirmaciones, Braga comprometió la situación
procesal de Camaratta, quien aparece como un colaborador imprescindible para la
realización del operativo que terminó con la vida de Cabezas. Braga reconoció que dos
días antes del 25 de enero, desde la comisaría de Pinamar les avisaron que el reportero
gráfico estaba allí. Según Braga, ese llamado fue importante porque les permitió
individualizar a Cabezas. El fotógrafo que teníamos que asustar era el que estaba
con el comisario Alberto Gómez. Aníbal Luna fue el que lo marcó. Luna,
precisamente, y Camaratta, además obviamente de Prellezo, fueron los imputados más
comprometidos ayer por el testimonio de Braga. Informe: Martín Piqué.
Los puntos oscuros de la historia de Braga Camaratta era el nexo entre Prellezo y los otros. Esta frase, que
se le escapó a Horacio Braga durante su declaración, hace tambalear el principal
argumento que sostuvo ayer el miembro de la banda de Los Hornos: que en el operativo de
secuestro y asesinato de Cabezas sólo participaron los cuatro horneros y Prellezo, con la
colaboración previa de Aníbal Luna y Sergio Camaratta, para perjudicar al comisario
Alberto Gómez. Durante la temporada veraniega de 1997 Prellezo, Luna y Camaratta eran
policías, pero no jefes de alta graduación, con poder de mando y un territorio bajo
control. Entonces, la atención se centra sobre esos otros: ¿quiénes eran?
¿Es posible realizar un secuestro sin como mínimo la liberación
de la zona en la que se va actuar? Ayer también declararon los testigos Graciela Funes y
Claudio Spinelli. Funes es cuñada de José Luis Auge y negó después de haber
dicho lo contrario en la instrucción haber visto en una fiesta familiar la cámara
fotográfica de Cabezas. Spinelli es el misterioso agente de inteligencia que recibió la
orden de entrevistar al médico forense Amado, durante la primera autopsia al cadáver de
Cabezas. Explicó que en diez años de carrera dentro del área de inteligencia, sólo dos
veces visitó una autopsia. |
OPINION
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