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Por V. G. A salvo de la impunidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, el delito de apropiación de los hijos de desaparecidos siempre siguió vivo en la Justicia. Durante los 16 años de democracia, las Abuelas de Plaza de Mayo siguieron las pistas que las llevaron a restituir la identidad de 64 chicos. Por mucho tiempo los jueces sólo encarcelaron a los responsables directos de ese crimen, pero documentos y declaraciones de los represores aportaron pruebas para demostrar que hubo un plan sistemático para apropiarse de los bebés. Jorge Rafael Videla fue el primero en ir preso por su responsabilidad ese plan. El robo de bebés, delito por el que pueden ir presos Antonio Domingo Bussi, Luciano Benjamín Menéndez y Miguel Osvaldo Etchecolatz, se convirtió en la amenaza de todos los represores. Antonio Domingo Bussi está imputado en la causa que lleva adelante el juez Adolfo Bagnasco por su responsabilidad en el robo de seis hijos de desaparecidos en Tucumán. En su provincia, el dictador está siendo investigado por el juez Ricardo Maturana por el caso de Mónica Alarcón, secuestrada cuando tenía un año. A su turno, el ex jefe del Tercer Cuerpo del Ejército, Luciano Benjamín Menéndez, deberá responder por cerca de veinte apropiaciones ocurridas en Córdoba, Mendoza, San Juan, Santiago del Estero, San Luis, San Juan, Tucumán, Catamarca, La Rioja, Salta y Jujuy. El caso de Silvia Orozco, detenida en el centro clandestino cordobés La Perla, quien dio a luz a un varón en la cárcel del Buen Pastor, es uno de ellos. A fines de diciembre el fiscal Eduardo Freiler convalidó la solicitud de la querella para que el ex director de Investigaciones de la Policía Bonaerense, Miguel Osvaldo Etchecolatz, fuera citado ante Bagnasco por ser responsable de los nacimientos clandestinos ocurridos en los Pozos de Banfield, Arana, Quilmes y la Comisaría 5ª de La Plata. También está acusado por participar personalmente del secuestro de la menor Clara Anahí Mariani, robada el 24 de noviembre de 1976 en un operativo en el que murió su mamá, Diana Teruggi.El caso de María Carolina Guallane, la joven santafesina que inició personalmente un proceso para recuperar su identidad, complicará, tarde o temprano a Leopoldo Fortunato Galtieri. Cuando el dictador fue llamado, en abril del año pasado, por el juez Víctor Brusa, reconoció un parte oficial que el II Cuerpo de Ejército del que era jefe distribuyó para informar del operativo en que fue secuestrada la madre de María Carolina. Brusa, señalado por su participación en la represión y actualmente suspendido por el Consejo de la Magistratura, no hizo imputaciones contra Galtieri. Los jueces de todos el país tienen decenas de causas abiertas aún no resueltas. En septiembre de 1999 la jueza platense, María Isabel Martiarena, arrestó a María Luján Di Mattia por la apropiación de la joven que sería hija de Elena de la Cuadra y Héctor Baratti. La mujer salió en libertad pero el caso no está resuelto, ya que la joven apropiada se negó a realizarse los estudios genéticos. Lo mismo ocurrió con la chica anotada por Policarpo Vázquez como Evelyn Karina. Por el contrario, la detención de Videla y compañía despertó en cientos de jóvenes la inquietud de saber si son hijos de desaparecidos. Así ocurrió con María Carolina Guallane, Andrea Hernández Hobbas y María de las Mercedes Gallo Sanz, los últimos casos resueltos por las Abuelas.
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