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INTIMIDAN A DOS PERIODISTAS DE PAGINA/12 QUE DECLARARON AYER
Otro indicio de la pista policial

Miguel Bonasso y Raúl Kollmann declararon ayer en Dolores por el caso Cabezas. Sus coches fueron violentados frente al juzgado.

Miguel Bonasso declaró ante el Tribunal y apuntó a la pista policial que no fue investigada.
Tras declarar él y Kollmann, encontraron que sus dos coches fueron misteriosamente abiertos.

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Desde Dolores

t.gif (862 bytes) Fue una jornada atípica. En la decimonovena audiencia del juicio oral, cuando resta sólo un día para que termine el desfile de testigos, habló Raúl Pedro Begué, el presidente del Tribunal, para anticipar que entre el 26 y 27 de enero se conocerá el veredicto. Ayer, además del juez Begué, declararon tres periodistas que investigaron el caso Cabezas, entre ellos Miguel Bonasso y Raúl Kollmann de Página/12. A la noche, cuando debían regresar a Buenos Aires, Bonasso notó que su automóvil había sido abierto. Kollmann comprobó que su coche también había sido violentado, pero nada fue tocado ni robado. Ambos comprendieron la clara intimidación.
Los coches estaban estacionados en la plaza central de Dolores, justo enfrente del juzgado donde ambos declararon en horas de la tarde. Bonasso declaró en primer lugar y por ello se dio cuenta primero de que su coche fue violentado, presumiblemente con una ganzúa. El periodista y escritor tomó la precaución de hacer revisar su auto por la policía local antes de emprender el regreso a la Capital Federal, hacia donde se dirigía al cierre de esta edición.
El trabajo que hicieron en el auto de Kollmann fue similar. También le abrieron la puerta sin violencia. Sus pertenencias estaban en el mismo sitio en que él las había dejado. La declaración de Kollmann ante el juzgado giró en torno a la nota que fuera publicada por Página/12 el 28 de enero de 1997 –tres días después del asesinato de Cabezas–. Allí el periodista consignaba que en diferentes sectores de la Bonaerense reconocieron que el crimen fue cometido por una banda compuesta por policías y lúmpenes de la zona de La Plata. Luego de declarar, el periodista reconoció el mensaje que le habían dejado en su auto. Kollmann viajó acompañado de otro periodista que también declaró, Andrés Klipphan, que también realizó la cobertura del caso Cabezas para este diario.
Antes de producirse las amenazas a los periodistas, por la tarde pasaron por la sala de audiencias los ex socios de Ricardo Manselle, que fueron bombardeados por las preguntas de los abogados de la querella. Alberto Garcés, que fue socio mayoritario de la empresa propietaria del local de comidas Mac Papa’s –donde según Manselle el imputado Gregorio Ríos se reunió con Yabrán, Prellezo y Luna–, recibió las mayores andanadas. Los abogados de los damnificados intentaron destruir los testimonios de los testigos que podían desacreditar a Manselle. Después de todas las declaraciones, se comprobó que aunque el testigo estrella de la instrucción tiene antecedentes de estafa y una personalidad problemática, sus ex socios tampoco son confiables porque tienen con él varias cuentas pendientes.
Cerca de las 22, después de declarar como testigos, los periodistas Miguel Bonasso y Raúl Kollmann debían emprender el regreso a Buenos Aires. Tres horas antes, en medio de la audiencia, Bonasso había vuelto a poner sobre el tapete la “pista policial”. “Se ha tomado con mucha ligereza la pista policial por diversas razones. Porque La Bonaerense tenía que investigarse a sí misma, y porque hubo una clara intencionalidad política”, dijo el autor de Don Alfredo ante la Cámara Penal de Dolores. Luego nombró a Eduardo Duhalde, uno de los testigos sospechosamente desistidos durante el juicio oral, a quien “le convenía la pista de Yabrán”. Bonasso y Kollmann denunciaron al comisario Roberto Recaite que sus vehículos habían sido forzados y estaban abiertos.
La tensión se produjo, ya a la noche, por las denuncias de los periodistas. Durante la mañana, en cambio, el juicio mantuvo su aburrida y burocrática rutina. Sólo declararon el esperado “testigo sorpresa” Marcelo Barraza, que decepcionó, y dos policías, el subcomisario José Forastiero y el comisario Américo D’Angelo. Tal vez por esa calma, el presidente de la Cámara se decidió a hablar con los periodistas. “Después de escuchar los alegatos y a los procesados, tras deliberar, el veredicto será dado aconocer en cuatro o cinco días, probablemente el 26 o 27 de enero”, confirmó ayer el juez Raúl Pedro Begué. “En el caso de que el veredicto sea condenatorio procederemos a dictar sentencia de inmediato. En esos días, a más tardar el 29, tendremos veredicto y sentencia. Hasta el miércoles 12 seguiremos tomando testimonios, el jueves 13 se incorporarán por lectura las manifestaciones de los testigos que no pudieron concurrir.” Así detalló con minuciosidad el programa del juicio oral, que probablemente terminará pocos días después del tercer aniversario del asesinato de José Luis Cabezas.
A las cinco de la tarde comenzó el tiempo de la batalla entre la defensa de Gregorio Ríos, encabezada por el abogado Jorge Sandro, y los abogados de los damnificados, Miguel Gaya, Alejandro Vecchi y Oscar Pellicori. La cuestión era central. Ricardo Manselle, el otrora testigo de identidad reservada, podía ser desacreditado por sus ex socios de Mac Papa’s. Su viejo enemigo Alberto Garcés definió a Manselle como un nazi al que le decían “Poco Cerebro” y que se autodefinía como un supuesto “ex guerrillero”. Garcés fue cuestionado por los querellantes, que lo acusaron de haberse apropiado de documentación privada de su viejo socio para utilizarla después en la causa.
Informe: Martín Piqué

 

Un día muy particular

La presencia de tres periodistas que investigaron el caso Cabezas cambió ayer el tedio habitual de la sala de audiencias. Los periodistas Miguel Bonasso, Raúl Kollmann y Andrés Klipphan declararon en el juicio oral y público por el crimen de José Luis Cabezas. A partir de sus palabras, se volvió a poner el acento en la llamada “pista policial”, la participación orgánica de la Policía Bonaerense en el operativo que terminó con la vida del reportero gráfico, y en su posterior encubrimiento.
En la decimonovena audiencia del juicio, durante un cuarto intermedio, Raúl Begué, el presidente de Cámara, explicó por qué autorizó a la prensa a transmitir en directo el juicio oral, a pesar de que el juez que intervino en la instrucción, José Luis Macchi, dificultó el acceso de la prensa. Los “jueces sólo administran un lugar público”, explicó. “No tenemos mala opinión de los periodistas y además no tenemos que dar ninguna autorización porque éste es un lugar público que le pertenece tanto al periodismo como a todo el resto de los ciudadanos”, afirmó Begué.

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