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LOS INTERROGANTES QUE SE PLANTEAN CASI AL FINAL DEL JUICIO
Nueve preguntas sobre el caso Cabezas


Por Raúl Kollmann

1. ¿Mintió Gustavo Prellezo cuando declaró el jueves?

Hay dos o tres puntos claves en los que mintió.

* Dijo que llevó a los ladrones de Los Hornos a tomarse unas vacaciones a Valeria del Mar y encima les prestó el coche. Obviamente miente: llevó a los horneros a robar y vender droga en Pinamar. En la costa funcionaban una o más organizaciones delictivas comandadas por policías y que, entre otras cosas, distribuían cocaína.

* Dijo que los trajo desde la costa a Buenos Aires, dos horas después del crimen, porque el grupito se había quedado sin dinero. Miente otra vez. Prellezo supo del asesinato y los sacó de Pinamar un rato más tarde porque las papas quemaban.

2. ¿Prellezo fue el asesino?

No está claro que él haya disparado. Obviamente supo del asesinato y fue parte de los hechos. Hay una prueba muy categórica: en junio de 1997 aceptó que organizó la operación --era un apriete, dijo-- que terminó con la muerte de Cabezas, aunque ahora sostiene que aquella confesión fue a cambio de la promesa de libertad para su ex esposa Silvia Belawsky. Nadie se incrimina mentirosamente en uno de los principales y más sórdidos crímenes del país sólo para conseguir que otra persona, que ni siquiera está imputada directamente, salga de la cárcel. De manera que la principal evidencia en su contra la dio él mismo.

Hay un dato de Prellezo que tiene su importancia: no registra antecedentes de asesinato y de muertes en supuestos enfrentamientos entre policías y delincuentes. No ha sido un culata, como les dicen a los policías de gatillo fácil, ni tiene la suficiente jerarquía dentro de la Bonaerense como para haber organizado semejante operación. O sea que es probable que otro haya disparado y que, además, haya otros por encima de él en el operativo del crimen.

3. ¿Los horneros cuentan la verdad?

Son los únicos que relatan una versión del asesinato, tratando de mejorar su situación y en función de un pacto evidente --e ilegal-- que existió con el gobernador Eduardo Duhalde.

* Los horneros mienten cuando hablan de la forma en que se cometió el crimen. Todo indica que a Cabezas no lo mataron en la cava sino dentro del auto, después del secuestro, o en algún otro lado. En la cava no se encontraron rastros de sangre ni aparecieron las balas --salvo una-- que supuestamente se dispararon contra el fotógrafo. La autopsia indica que los tiros en la nuca de Cabezas fueron sucesivos e incluso hay un análisis anatomopatológico --realizado por el doctor Martín Laguens, uno de los profesionales de mayor prestigio de la Corte bonaerense-- que señala que apenas hubo un latido de corazón entre disparo y disparo. O sea que lo remataron.

* Los horneros también mienten en lo que se refiere al secuestro. La segunda autopsia indica que a Cabezas le pegaron una paliza antes de ejecutarlo. El relato rosa de los ladrones es que le apuntaron con el arma y lo metieron así en al auto.

* Lo más probable es que los disparos los haya hecho Braga. Esto es lo que sugieren las declaraciones de los otros integrantes de la banda.

* El punto fundamental de la mentira es que los horneros dicen que el crimen fue un error, un exceso de lo que iba a ser un apriete, una simple paliza. La realidad del asesinato de Cabezas es que le pegaron dos o tres tiros en la nuca, le dejaron puestas las esposas, quemaron el cuerpo con un combustible que compraron con antelación y actuaron a cara descubierta, lo cual indica que ya sabían que lo iban a matar. No se parece en nada a un apriete que se fue de las manos.

4. ¿Hubo otros en el crimen?

Indudablemente. Después del secuestro pasó un patrullero, hay elementos para pensar que hubo una zona liberada para realizar la operación y, sobre todo, hay identikits y testimonios que apuntan a varios oficiales de la Bonaerense. En la causa aparecen también datos de uno o dos vehículos más que fueron utilizados por los asesinos.

La investigación, que quedó en manos de la propia Bonaerense, dejó de lado intencionalmente la pesquisa para determinar quiénes fueron los otros individuos que actuaron aquella noche. El oficial Carlos Stoghe, el alemán, no fue investigado como corresponde, a pesar de toda la evidencia en su contra y de los antecedentes de ferocidad y de muertes en "enfrentamientos" que figuran en su prontuario. Página/12 aportó elementos, tanto en el juicio, como pocos días después del crimen que fueron ignorados por la investigación.

Para redondear el grotesco, el jefe de la pesquisa, Víctor Fogelman, pasó por el juicio con un testimonio vergonzoso, repitiendo decenas de veces "no me acuerdo", "no lo tengo presente". Ni los fiscales ni nadie pidió su procesamiento por falso testimonio.

5. ¿Se aclaró la cuestión del arma y de la cámara de fotos?

No, de ninguna manera. El arma que está en la causa fue peritada cinco veces y puede decirse que está probado que de ese revólver salió la bala que se encontró en el cerebro de Cabezas. Todo indica que fue una maniobra policial, pero lo cierto es que nunca se pudo explicar cómo el arma llegó a la casa marplatense de Luis Martínez Maidana donde fue encontrada, supuestamente gracias al dato que aportó el buchón de la Bonaerense, Carlos Redruello. Es insólito que los jueces nunca hayan profundizado la cuestión del arma y lo cierto es que toda la causa está bajo sospecha porque una de las piezas claves --el revólver calibre 32-- no encaja en la historia por ningún lado.

Respecto de la cámara fotográfica, las dudas son igualmente grandes. Cuando se necesitó reafirmar lo que decían los horneros, la máquina apareció de la mano de un rabdomante, o sea un hombre que rastreó el aparato con un alambre. Este método, que --según confesó el comisario Víctor Fogelman-- nunca utilizó en 35 años de servicio, produjo el milagro. En el juicio, la testigo Graciela Funes, que había dicho que vio la cámara en un cumpleaños de los horneros después del crimen, se desdijo, y dos peritos insistieron en que el aparato no estuvo en dos canales distintos --como se afirmó al principio-- sino únicamente en el canal donde se encontró. De todas maneras, da toda la impresión que la máquina de fotos estuvo siempre en poder de la Bonaerense y la tiraron al canal cuando la necesitaron como evidencia.

6. ¿Qué pruebas hay contra Yabrán y Gregorio Ríos?

Las evidencias son más bien débiles. Tres testigos declararon en su contra, Ricardo Maselle, Alicia Riera y el suboficial Capay, de la Bonaerense. Ninguno de los tres tiene la menor credibilidad. El primero, sostuvo que vio varias reuniones en el restaurante Mac Papas. Sus tres socios declararon en contra, la encargada del lugar declaró en contra, el letrado de la empresa declaró en contra y, además, Manselle ya era conocido como un testigo poco confiable por sus antecedentes policiales. Riera declaró que había visto una reunión de Prellezo, los horneros y el jefe de la custodia de Yabrán, pero llegó a la causa de la mano del cuestionadísimo comisario --echado de la Bonaerense-- José Madrid. Encima, su jardinero declaró que ella lo instó a mentir. El policía Capay contó que vio a Prellezo y Ríos reunidos en una estación de servicio y que le tiraron un paquete con un millón de dólares para pagar el crimen. Los empleados y el dueño de la estación de servicio lo desmintieron. Pero lo más increíble es que fue presentado a la causa por Carlos Stoghe, sospechado de haber tenido participación en el crimen.

El otro elemento contra Ríos es la confesión que supuestamente hizo Prellezo frente al psiquiatra José Antonio Abásolo. Todos los peritos psiquiatras consultados por este diario coincidieron que la pericia fue grotesca, no se registran antecedentes de psiquiatras que "interrogan" a los imputados y, para colmo, Abásolo se mostró en el juicio como una persona totalmente desequilibrada. En resumen, entre lo que afirma Abásolo --que Prellezo confesó que Yabrán estuvo detrás del crimen-- y lo que dice Prellezo --que todo es mentira--, es imposible sacar una conclusión.

Tampoco resulta del todo creíble la declaración de Silvia Belawsky, cuando contó que Prellezo le sugirió en su momento que Yabrán estaba vinculado al crimen de Cabezas. Era un secreto a voces que en ese momento Belawsky aceptó hacer esa declaración porque a cambio le prometieron la libertad.

Los elementos más fuertes que hay contra Ríos y Yabrán son dos:

* Las llamadas telefónicas, en particular la que recibió del custodio de Yabrán, Roberto Archuvi, a la hora del crimen y la que el mismo Archuvi le hizo a la misma hora a Eugenio Ecke, jefe de seguridad del Grupo Exxel.

* Las mentiras referidas a la custodia de Yabrán, incluyendo los argumentos de que el supercartero no utilizaba guardaespaldas, cuando es más que conocido que siempre se nutrió de hombres acostumbrados a secuestrar y matar durante el Proceso. Ese ejército fue utilizado en anteriores oportunidades para intimidar a empresarios que competían con Yabrán o para espantar violentamente a los periodistas.

7. ¿Está claro por qué mataron a Cabezas?

No, para nada. El argumento de que al reportero gráfico lo asesinaron por haberle sacado una foto a Yabrán un año antes, no es creíble. Se basa en la famosa teoría del exceso: o sea que a Cabezas lo mataron porque se les fue la mano.

Cabría preguntarse: si hubo un exceso ¿por qué un policía y tres ladrones con experiencia no rearmaron el escenario como si hubiera sido un robo? ¿Para qué le dejaron las esposas puestas? ¿Dos o tres tiros en la nuca son compatibles con un exceso?

Está dicho que las características del crimen no fueron las de un apriete fallido sino las de un crimen mafioso: le dejaron puestas las esposas, lo quemaron y pusieron el cuerpo en un camino por el que pasó Duhalde una hora más tarde. Da toda la impresión que el asesinato fue un mensaje --mafioso-- al gobernador y, a la vez, una venganza contra la revista Noticias.

8. ¿Quién fue el autor intelectual?

La duda está planteada entre las dos mafias que están sospechadas: la de Yabrán y la de la Bonaerense. Según la historia oficial del crimen, hay evidencias de distinto tipo contra Prellezo (policía), Camaratta (policía), Luna (policía), Belawsky (policía), Auge, Retana, González y Braga (ladrones contratados por policías) y está el encubrimiento de Redruello (soplón de policías). Pese a semejante protagonismo de los uniformados, la responsabilidad de la investigación recayó en la propia Bonaerense, que como es obvio no quiso investigarse a sí misma y, menos que menos, a eventuales jefes de la fuerza. Tampoco hubo la menor intención de profundizar en la cuestión de las drogas y los robos en Pinamar. Los policías Stoghe, Cabezas y toda la mafia de la Costa quedaron a salvo: el Excalibur se aplicó poco y nada para ver qué hay detrás de lo que ocurre en el verano pinamarense.

Los posibles móviles de hombres de la Bonaerense para matar a Cabezas incluyen el siguiente listado:

* El entonces secretario de Seguridad, Eduardo De Lázzari llevaba a cabo una purga gigantesca, que incluyó el pase a retiro de buena parte de los poderosos y millonarios comisarios de la fuerza. Pudo ser una venganza y por eso le tiraron el cadáver a Duhalde.

* La limpieza en la fuerza también estaba abarcando a otros cuadros que respondían a esos poderosos y millonarios comisarios. Con el crimen quisieron parar la purga. En este caso, hay que decir que lograron lo que querían: De Lázzari fue obligado a renunciar poco después del asesinato y pusieron otro secretario de Seguridad, Carlos Brown, hombre de diálogo con los comisarios.

* La mafia policial de la costa evidentemente dominaba los robos y la venta de drogas. Con el asesinato quisieron saldar una interna entre bandas. Una le tiró el cadáver a la otra.

* Quisieron vengarse de Noticias por la nota titulada "La Maldita Policía", donde se expusieron los lujosos chalets, departamentos y yates de los comisarios. Esa nota, pero sobre todo la investigación del caso AMIA, produjo la purga en la Bonaerense.

Quienes creen que el autor intelectual fue Yabrán, insisten con el móvil de la foto y sostienen que el supercartero dominaba la policía de Pinamar y por ello no recurrió a sus matones, criados durante el Proceso, sino a los policías. Hay que agregar también que Yabrán pudo haber mandado el mensaje mafioso, no por la foto, sino por alguna otra cuestión relacionada con Duhalde. Por ejemplo, se decía que el gobernador bloqueaba el avance de las inversiones del supercartero en Pinamar.

Como la investigación estuvo en manos de la Bonaerense y fue parte de la guerra entre Duhalde y Menem, no se puede sacar una conclusión categórica sobre el autor intelectual. Entre las dos mafias, la Bonaerense parece más implicada que la de Yabrán, pero terminado el paso de los testigos por el recinto, la incógnita persiste.

9. ¿Qué condenas se vienen?

A partir del próximo jueves se escucharán los alegatos de fiscales, querellantes y defensores. Por lo que se rumorea en Dolores y los escasos nuevos elementos agregados a la investigación, es casi seguro que la totalidad de los imputados sean condenados. A Prellezo y los horneros los espera la reclusión perpetua y, según se dice, también Ríos tiene la sentencia firmada.

Aunque después habrá apelaciones y el caso seguramente llegará a la Corte Suprema, lo cierto es que el juicio por el asesinato concluye sin que se sepa realmente quién ordenó el crimen y por qué mataron al fotógrafo.

OPINION

 

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