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SUBRAYADO
Alpargatazo a Machinea
Por Julio Nudler

Antes de lo que José Luis Machinea tenía pensado, llegó el momento de las políticas activas. La consigna es frenar la desindustrialización del país, volcando esfuerzos para estimular la inversión y las exportaciones, propósito difícil de conseguir cuando los bancos se dedican a financiar el consumo. Complicado también porque el aparato gubernamental está devastado y carece de condiciones para administrar políticas, evitando que los malos empresarios se roben los alicientes. Y arduo además porque el equipo económico no tenía el libreto preparado: recién ahora se está poniendo a pensar qué hacer y cómo. Preferían dedicarse por algunos meses a ordenar la macro, poner en caja al fisco, enhebrar nuevos acuerdos con el Fondo y entablar un romance con los mercados. Pero no habían contado con la viveza de los empresarios para el lobby, capaz hoy día de alterarle la agenda a cualquier ministro. Asombrados, en Economía leyeron en los diarios que Alpargatas anunciaba que se iría a Brasil, sabiendo ellos que no tiene ni para el pasaje en colectivo. Sin embargo, el pregón del éxodo industrial le estalló en los oídos al equipo económico, que de pronto se dio cuenta de que la sobredosis de Daniel Marx y Mario Vicens no calma la sed de medidas urgentes para los sectores reales. ¿Puede ser, por ejemplo, que los únicos miembros del equipo que viajan por el exterior son los que buscan financiación para el balance de pagos, mientras que ninguno va en busca de oportunidades para exportar? Pero ahora, con el agua al cuello, se decidieron a preparar un “paquete procompetitivo”, sin saber si alcanzará para enderezar la cancha, muy inclinada en favor de Brasil. Empiezan comprendiendo que deben apostar la plata que no tienen, esperando que salga el número de la suerte y el fisco no tenga que meter la mano en el bolsillo. Quieren suponer que tendrán viento de cola: que los precios mundiales se entonarán y, sobre todo, que el real se irá revaluando contra el peso/dólar. Si nada de esto sucediera, y si el paquete resultara insuficiente a juicio de los estrategas privados, la Argentina entraría en una revisión mucho más profunda de su política. En ajuste permanente no se puede vivir, porque ni siquiera permite reducir el déficit fiscal, y todos los cocientes (en especial los del sector externo) muestran que, estructuralmente, la situación del país es insostenible. Hay que conseguir objetivos tan aparentemente inalcanzables como equilibrar la balanza corriente en condiciones no recesivas, y esto sin tocar la paridad. Es un desafío quizás excesivo, y es razonable que una profunda desconfianza en el futuro se haya apoderado de la mayoría de los analistas. Observan un esquema que se agotó y no ven todavía cómo piensa recauchutarlo la Alianza.

“Alpargatas nos presiona,
porque están fundidos”


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