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De la Rúa dio la
bienvenida a los funcionarios con dos encuestas más que favorables para
la gestión de la Alianza. Según el informe de la consultora Mora y
Araujo, "la opinión pública expresa un sentimiento fuertemente
contrario a la dirigencia sindical en las controversias actuales sobre las
medidas propuestas por el Gobierno". El otro punto relevado por la
encuesta es la conveniencia de la negociación descentralizada, punto
principal --junto a la extensión del período de prueba-- de la reforma
laboral. El 71 por ciento de los consultados cree que "se pueden
obtener las mejores condiciones salariales y de trabajo" cuando los
sindicatos de cada lugar negocian con las empresas de su región, y sólo
un 5 por ciento considera mejor que la cúpula del sindicato negocie
centralizadamente con la cúpula empresarial.
Otra de las encuestas
presentadas antes del asado le dio a De la Rúa una dosis extra de
autoestima: está ubicado como el político de mayor imagen positiva y los
que le siguen en el ranking lo miran desde lejos (ver aparte). La difusión
de los resultados busca legitimar públicamente la sanción de la reforma
laboral y emprende una batalla mediática para confrontar a los gremios,
al poner en evidencia su escasa representación social. La semana pasada,
el vicepresidente Carlos "Chacho" Alvarez había lanzado una
pregunta: "Averigüen cuál es la imagen que la sociedad tiene de
Daer", anticipando por dónde se impugnaría a la CGT. La respuesta
ya llegó y va a ser explotado por el Gobierno.
El jefe de Gabinete,
Rodolfo Terragno, también aludió al sondeo de opinión: "Va a jugar
un papel importante en la discusión final en el Congreso", pronosticó.
También está previsto que el ministro de Economía, José Luis Machinea,
acompañe al Congreso a su par de Trabajo, Alberto Flamarique, para
explicar la reforma a los legisladores. El encuentro será el próximo
martes a las 19, mientras que la primera reunión de la comisión de
Legislación del Trabajo se producirá 24 horas después.
Por su parte, el
sindicalismo respondió inmediatamente, pero lo hizo con distintos tonos.
"Hay que terminar con el estado de confrontación. Cuando hay
voluntad política, de los disensos se pueden construir los grandes
consensos que necesita el pueblo argentino", propuso, conciliador,
Rodolfo Daer, titular de la CGT. Daer se entrevistó ayer con la
Conferencia Episcopal Argentina, presidida por monseñor Estanislao
Karlic. "No vinimos a buscar el apoyo de la Iglesia a nuestros
reclamos sino una mediación para bajar los decibeles de la discusión y,
con la autoridad moral que tienen los obispos, reivindicar el diálogo
social", aclaró (ver aparte).
En otro matiz --menos
amigable--, Hugo Moyano, del Movimiento de Trabajadores Argentinos (MTA),
declaró que "si esta ley perjudica a los trabajadores, haremos lo
mismo que hicimos con el gobierno anterior: movilizaremos a la gente e
iremos al Congreso". Y agregó que la Alianza intenta "llevar a
los dirigentes a que sean degradados injustamente", en referencia a
las repercusiones de las encuestas. El MTA, que encabeza Hugo Moyano --del
gremio de los camioneros-- y Juan Manuel Palacios --del gremio de los
colectiveros--, dio su apoyo a la CGT contra el proyecto de reforma
laboral oficial y manifestó que no descartan medidas de fuerza.
"Vamos a utilizar las herramientas necesarias para la defensa de los
intereses de los trabajadores. No se descartan paros ni movilizaciones, no
hay que tenerle miedo, sí hay que tener miedo a los efectos económicos
de la política del Gobierno", pronosticó Palacios. A eso se referían
cuando aclararon que el MTA "va a mantener su forma de ser, su forma
de conducirse como lo hizo con el gobierno anterior".
LA
CGT Y EL MTA BUSCARON EL APOYO DE LA IGLESIA Por
Washington Uranga
La
entrevista entre la dirigencia sindical y la presidencia del Episcopado se
concretó después de insistentes pedidos por parte de la CGT. "No
podemos negarle un encuentro a la CGT" aseguró una fuente episcopal
que sin embargo se encargó de aclarar que lo mismo habría ocurrido si
otro sector, los empresarios o el gobierno, hubieran formulado el pedido
con la misma urgencia que lo hizo Daer. Para la cúpula que encabeza
Karlic es una cuestión de coherencia mantener las puertas de la Iglesia
abiertas para colaborar en el diálogo social, aunque para ello sea
necesario --como sucedió ahora-- abrir la propia sede episcopal cerrada
en esta época por vacaciones.
Poco
antes de las once de la mañana los dirigentes sindicales fueron llegando
de manera individual a la sede de la Conferencia Episcopal. El primero fue
Juan José Zanola y luego de Daer arribaron también Palacios, Armando
Cavallieri, Oscar Lescano y Domingo Petrecca, entre otros. Moyano llegó
media hora después de comenzada la reunión. Los obispos aguardaban en un
despacho del primer piso de la sede episcopal y no se asomaron para
recibir a los visitantes evitando toda posibilidad de tomar imágenes del
encuentro. Los camarógrafos y fotógrafos tampoco pudieron acceder al
lugar de la entrevista. Fue el subsecretario del Episcopado, el sacerdote
Eduardo Pérez, quien condujo a los dirigentes obreros hasta el salón de
la reunión.
Inmediatamente
después de finalizado el encuentro el propio Pérez distribuyó un
escueto comunicado de dos párrafos en el que no se hace ninguna mención
al contenido del diálogo, se limita a decir que la presentación de los
dirigentes obreros fue escuchada "con atención" y agrega que
"la entrevista está enmarcada dentro del servicio que quiere brindar
el Episcopado a todos los responsables de la construcción del bien común". Daer insistió en que no fueron a pedir apoyo a los obispos sino a solicitarles que hagan uso de "su autoridad moral" para respaldar el "diálogo social" y una "mediación para bajar los decibeles de la discusión". Entre los miembros de la jerarquía hay memoria de que el propio Daer no apoyó, durante el gobierno anterior, la llamada "mesa del consenso" impulsada por el presidente de Pastoral Social, cardenal Raúl Primatesta, con propósitos similares a los que hoy reclama el secretario general de la CGT. Probablemente será Pastoral Social el ámbito que la Iglesia elegirá para, sin prisas, colaborar en un diálogo multisectorial que incluya en la agenda los puntos reclamados ahora por la CGT. OPINION
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