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UNA FRACCION MILITAR NEGOCIA CON LA CUPULA EL FUTURO
Golpe a golpe, Mahuad se vino abajo

La invasión de 4000 indígenas y militares al Congreso y la Corte Suprema de Justicia de Ecuador llevó a los altos mandos militares a pedir la renuncia del presidente, que dejó el Palacio presidencial. Anoche, la fracción militar proindígena negociaba allí con la cúpula militar.

¿Golpe de Estado? ¿Pronunciamiento cívico-militar? ¿Renuncia del presidente para convocar rápidamente a elecciones generales? Lo único cierto de ayer, en Ecuador, es que el presidente Jamil Mahuad abandonó el Palacio presidencial de Carondelet con un pequeño grupo de militares que se dicen "leales", y está "en algún lugar de Quito", según un portavoz de la ex-presidencia. Al mando de una Junta cívico-militar de Salvación Nacional, el coronel del Ejército Lucio Gutiérrez se autoproclamó nuevo presidente de Ecuador. Gutiérrez es el líder militar de la sublevación indígena que ayer por la mañana había tomado el Congreso, la Corte Suprema de Justicia, el Ministerio de Energía y el Tribunal de Cuentas. Los militares simpatizantes de los 4000 mil indígenas que invadieron el Palacio Legislativo (un grupo liderado por Gutiérrez, integrantes de la Academia de Guerra y de la Escuela Politécnica militar) estaban anoche en el Palacio de Gobierno dialogando con los altos mandos de las Fuerzas Armadas. El alto mando tiene una idea distinta de "golpe": renuncia de Mahuad, asunción del vicepresidente Gustavo Noboa y después se verá.

La sublevación contra Mahuad se produjo 11 días después de que el gobierno anunciara la dolarización de la economía, el cambio fijo de la moneda nacional, el sucre, con el dólar, y el congelamiento de los depósitos bancarios. Este desesperado paquete de medidas trataba de atajar una devaluación que en los 15 meses de su gobierno fue superior al 200 por ciento. Y lo que consiguió fue reducir la capacidad adquisitiva de los ecuatorianos, disparar los precios y desencadenar protestas sindicales, laborales y estudiantiles. Según una encuesta adelantada por la firma Cedatos, el 71 por ciento de los ecuatorianos respalda el movimiento popular que derrocó al presidente Mahuad. El 64 por ciento aprueba la ocupación del Congreso Nacional por parte de un grupo de militares y de activistas de movimientos sociales. No obstante, el 79 por ciento se manifestó a favor del mantenimiento del orden constitucional, señala la encuesta adelantada entre 1500 personas en las principales ciudades del país. El jefe del Estado, Jamil Mahuad, sólo cuenta con un respaldo del 7 por ciento. Cedatos midió también la popularidad de los líderes del levantamiento y registró que el triunvirato de la Junta de Salvación Nacional no cuenta con suficiente popularidad. El coronel Gutiérrez ha recibido el apoyo del 25 por ciento, el líder indígena Antonio Vargas del 34 por ciento y el ex presidente de la Corte Suprema de Justicia Carlos Solórzano 21 por ciento.

  "El día de hoy hemos hablado con el señor Presidente de la República y le hemos pedido que renuncie para evitar un estallido social", declaró por la tarde el general Mendoza. "En ese sentido, las Fuerzas Armadas, conscientes de que debemos mantener el orden y la disciplina en el país, hemos optado por esta situación", a que "nuestra responsabilidad es la de mantener el ordenamiento jurídico y hemos pedido al Presidente que renuncie", agregó. Para ese entonces, Gutiérrez había recibido en el Palacio Legislativo al director de la Academia de Guerra del Ejército, coronel Fausto Cobo, quien se sumó al "levantamiento nacional". Cobo aseguraba tener 120 oficiales de la Academia de Guerra y 200 de la Escuela Politécnica.

  "En este momento el presidente no tiene el mando el país, hay un abandono del poder", declaró el titular de Congreso, Juan José Pons, y luego sugirió directamente que Mahuad renunciara oficialmente a su cargo. Pons también convocó a una sesión extraordinaria en Guayaquil, la ciudad más importante de Ecuador, a 275 kilómetros al suroeste de Quito, para abordar "las acciones de un grupo de sediciosos que quiere romper el orden constitucional". Pero parece que había otro grupo de sediciosos, de más alto rango. Luego de los típicos anuncios sobre "el respeto a la institucionalidad", el propio general Mendoza declaró a través de un comunicado que "las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional demandan al Presidente de la República que tome una decisión constitucional urgente en el marco del ordenamiento jurídico para propender a preservar la paz interna del país y evite el aislamiento internacional de la Nación".

  La salida que parecería tener en mente el general Mendoza es la misma que se adoptó con el ex presidente Abdalá Bucaram, que en febrero de 1997 fue declarado "incompetente" por el Congreso y debió renunciar a la presidencia. En aquel momento, asumió como presidente interino el titular del Congreso, Fabián Alarcón, quien ocupó el cargo hasta que Mahuad fue elegido. En este caso, el elegido para reemplazar a Mahuad sería el vicepresidente Gustavo Noboa. Pero los artífices del levantamiento ya tienen el gobierno diseñado: coronel Lucio Gutiérrez, presidente de la República; coronel Fausto Cobo, jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas; coronel Luis Aguas, comandante del Ejército; coronel Gustavo Lalama, jefe del Estado Mayor del Ejército; y Antonio Vargas, presidente del Congreso.

  En el norte rico de la capital ecuatoriana, centenares de personas que  apoyan a Mahuad, marcharon por la avenida de Los Shyris pidiendo la vuelta del, a esta altura, ex presidente. En el centro, los disturbios provocados por las manifestaciones y las represiones dejaron 13 heridos, aunque ninguno de gravedad. El presidente de la Federación de Cámaras de la Producción de la provincia de Guayas (la más rica del país), César Rohon, manifestó que todos los empresarios de esta provincia exigen "la renuncia del presidente de la República, a fin de evitar un derramamiento de sangre en Ecuador".

  Mientras tanto, en el Palacio de Carondelet, el grupo liderado por Gutiérrez, autonombrado presidente de la República, y los mandos de las Fuerzas Armadas estaban tratando de "unificar" el levantamiento militar. La Junta de Salvación Nacional quiere claramente la marcha atrás en todas las medidas adoptadas por Mahuad: la dolarización, el congelamiento de los depósitos bancarios, y el proceso de privatizaciones. Y a nivel político, el reemplazo del Congreso actual por un Parlamento indígena popular y la remoción de la Corte Suprema de Justicia.

  Es poco probable que los altos mandos militares estén de acuerdo con estas medidas. A esta altura, la única certeza parece ser que Jamil Mahuad es el ex presidente de Ecuador.

La posición argentina

La Cancillería argentina dio a conocer ayer el siguiente comunicado respecto a la situación en Ecuador:
 
"Ante los lamentables hechos que están teniendo lugar en la hermana República de Ecuador, el gobierno argentino expresa su más decidido apoyo al mantenimiento del orden constitucional en dicho país.
 
"El Presidente de la República, Dr. Fernando de la Rúa, expresa su más vivo deseo de que se resuelva la presente situación pacíficamente y en el marco del respeto a la institucionalidad democrática.
 
"La República Argentina ratifica también los términos del comunicado de la fecha del Grupo de Río en el que se manifiesta el más enérgico rechazo a cualquier intento de vulnerar el orden constitucional ecuatoriano.
  "El gobierno argentino destaca, además, la gravedad que implicaría una alteración de la mencionada institucionalidad democrática, la que daría lugar a que propicie el análisis de la situación dentro de las instancias regionales y hemisféricas correspondientes"

Cómo fue la larga marcha de los campesinos a Quito

El levantamiento indígena de ayer se planeó con mucha anticipación y logró evitar los cercos militares. Aquí se explica cómo fue.

El País 
de Madrid 

Por Juan Jesús Aznárez 
Desde Quito

t.gif (862 bytes) Los indígenas que ayer ocuparon el Congreso Nacional con apoyo de un sector de las Fuerzas Armadas (y que desencadenaron el pedido de renuncia de la cúpula militar al presidente Jamil Mahuad) habían llegado el miércoles a Quito pacíficamente, después de haber sorteado los controles militares establecidos en todas las carreteras de acceso por senderos y cañadas. El objetivo inicial (que ayer desbordó): proceder a la ocupación simbólica de la capital y exigir la dimisión del presidente y la disolución de Congreso y la Corte Suprema de Justicia.

  Sus dirigentes habían prometido permanecer en la capital hasta conseguirlo. "Aquí nos quedamos hasta morirnos pues ya nos íbamos a morir de hambre allá en la tierra", se quejaba en el parque El Arbolito una cocinera de olla popular. Los jefes de las manifestaciones "por un Gobierno popular y de salvación" calculaban que cerca de 50.000 campesinos procedentes de todo Ecuador se sumarían progresivamente a una protesta contra su marginación, contra las instituciones del Estado y contra el feroz encarecimiento de la vida causado por devaluación del sucre, que causó estragos en este país de 12 millones de habitantes, el 30 por ciento indígena. La dolarización de la economía aprobada por el Ejecutivo para combatir la debilidad de la moneda nacional, que evaporó los ahorros de millones y que ya sufre una inflación galopante, del orden del 60 por ciento, también es rechazada por la dirección de un movimiento dispuesto a fortalecer su influencia política mediante la masiva presencia en la calle de las etnias que lo componen. "Queremos que baje el costo de las semillas y los fertilizantes porque ya no hay vida si vendemos el quintal de maíz y habas a los precios de ahora."

  Guaman y quienes con él reclaman atención piden vivir como seres humanos, imposible con salarios de 42 dólares al mes. El presidente se negó a negociar mientras la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (Conaie) pretenda destruir el orden político vigente, y no se avenga a razones, lo que fue reforzado por los hechos de ayer. "La estrategia del gobierno de impedir que vengamos no ha servido de nada", había animado el martes a los suyos Antonio Vargas, presidente de la confederación que promueve el levantamiento. "El gobierno y los políticos corruptos están asustados. Estamos golpeando duro". Vargas reiteró el carácter pacífico de la movilización.

  Hombres y mujeres, muchas con niños de pecho, se arroparon con mantas y chales para pernoctar a la intemperie. Salieron de sus comunidades hace varios días, durante la madrugada del lunes la mayoría. Algunos peregrinos contra el hambre se disfrazaron de "mestizos", y otros metían en los controles diciendo que iban de romería. La policía patrullaba en la capital. "¡Ya falta poco! No desanimen", estimulaban los más enteros a quienes desfallecían a sus puertas. María Tigse, ataviada con sombrero de paño, explicó que las 21 comunidades de la organización Jatarishum (Levántate) alquilaron 40 camiones, detenidos por los soldados. "Decidimos seguir a pie."

  Siempre en pequeños grupos, marcharon por los caminos para cumplir con la Conaie. Una vez en Quito, las diferentes columnas instalaron precarias tiendas de campaña, y en ellas almacenaron bolsas de papas y legumbres, depósitos de agua, cocinas de gas o leña: los pertrechos para prolongar su sublevación.


RESPALDOS, REPUDIOS Y ADVERTENCIAS INTERNACIONALES
Todas las voces del coro hemisférico

El peor presagio para un gobierno en crisis es que sus vecinos salgan a respaldarlo. Y la sentencia de muerte más definitiva parece ocurrir cuando las palabras de apoyo al presidente son reemplazadas por elocuentes defensas del sistema democrático y las instituciones representativas. Un trayectorio muy parecido a éste fue el que recorrieron ayer las repercusiones internacionales sobre el levantamiento popular con apoyo militar en contra del presidente ecuatoriano Jamil Mahuad.

  En medio de la renovada y agudísima crisis de Ecuador, las declaraciones de mayor peso fueron las del gobierno de Estados Unidos. El Departamento de Estado salió inmediatamente a alertar sobre las "consecuencias desastrosas" de un eventual golpe de Estado finalmente consumado. Estados Unidos "rechaza las acciones de aquellos que ocuparon el Congreso nacional ecuatoriano y que buscan establecer un régimen anticonstitucional. Sus acciones son ilegales en Ecuador", advirtió un comunicado oficial. La enumeración de las consecuencias corrió por cuenta del secretario adjunto para Asuntos Latinoamericanos, Peter Romero: "Si esto termina en una Junta o algo extraconstitucional, nosotros tendríamos que repensar la política hacia Ecuador en todos sus componentes, la asistencia técnica, los préstamos a través de bancos internacionales y otra asistencia también".

  "El Grupo de Río manifiesta su profunda preocupación por los recientes acontecimientos que se desarrollan en Ecuador y expresa su rechazo a cualquier intento de vulnerar el orden constitucional", coincidió un comunicado del organismo emitido en Bogotá, nueva sede de la secretaría rotativa. Por su parte, la Organización de Estados Americanos (OEA) se reunió de emergencia para analizar la situación.

  El antecesor de Mahuad, el destituido Abdalá Bucaram, aseguró desde su autoexilio en Panamá que cualquier intento de golpe de Estado es "nefasto. Mahuad está viendo en carne propia lo que yo viví". El presidente colombiano, Andrés Pastrana, expresó "su más enérgico rechazo a cualquier intento de romper la institucionalidad democrática", y la Cancillería brasileña repudió todas las manifestaciones que "puedan amenazar o incluso subvertir el estado de derecho". El gobierno español se sumó al coro de respaldos y repudios al asegurar que "sólo mediante el diálogo y la negociación en el marco del estricto respeto al orden constitucional, la sociedad ecuatoriana podrá resolver la difícil situación que enfrenta".

  En Perú, el presidente Alberto Fujimori dio instrucciones al canciller Fernando de Trazegnies para que convoque "cuanto antes" a los cancilleres de los países miembro de la Comunidad Andina (CAN), entre los que se encuentra Ecuador, para que emitan un comunicado conjunto sobre la crisis del país vecino. "Se trata de buscar el mayor consenso tras el intento de alterar el orden constitucional en el Ecuador, en que están involucrados elementos militares y dirigentes de organizaciones indígenas", señaló un comunicado. Los gobiernos de los otros países andinos respondieron inmediatamente. El canciller chileno, Juan Gabriel Valdés, afirmó que "los temas sociales y económicos no se pueden resolver sobre la base de la ruptura de la democracia y los regímenes de fuerza. Este es un momento muy especial, así como lo fue en el pasado la crisis de Paraguay". "Bolivia deplora los acontecimientos que pretenden alterar el normal desenvolvimiento de las instituciones legítimamente establecidas en Ecuador", coincidió su par boliviano Javier Murillo de la Rocha.

OPINION
Peligro de guerra civil
Por Claudio Uriarte

 

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