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LOS NUEVOS PERMISOS QUE SE DAN LAS MUJERES
El cuerpo es la vedette

De la mano (o el cuerpo) de Graciela Alfano vistiendo plumas, muchas mujeres fantasean con las lentejuelas. Otras se animan desde los almanaques de "Sábado Bus". Las curvas reales se hacen lugar en el modelo andrógino de las pasarelas. Permisos para jugar con su propia feminidad o parte del papel de mujer-objeto: el debate.


Julieta Ortega, campeona; Andrea Campbell, mecánica. 


El año pasado, muchas mujeres, no sólo modelos, jugaron a ratonear (¿y ratonearse?) desde la televisión.

Paula Trápani, periodista: "Toda mujer quiere sentirse diosa, que la cuiden como a una modelo".

 Viviana Semienchuk, conductora: "A todas les gusta ese papel".

Por Mariana Carbajal


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El desembarco de la escultural Graciela Alfano en el teatro de revistas de Mar del Plata puso en juego la reivindicación del vapuleado rol de vedette. Antes que ella, otras actrices y algunas periodistas de televisión se atrevieron en "Sábado Bus", el programa de Nicolás Repetto, a posar con tangas diminutas y miradas provocativas, para un almanaque erótico, estilo gomería, y jugaron a ratonear desde la pantalla. La movida coincide con el relanzamiento en el país del canal Playboy, con una programación claramente dirigida a captar a la audiencia femenina, y con la irrupción de lencería con reminiscencias porno en coquetos locales de shoppings, alejados de sus tradicionales escondites de las casas especializadas. ¿Se trata de una moda pasajera o una tendencia que dice más de lo que muestra? En las últimas semanas, otras actrices y varias modelos se calzaron plumas, lentejuelas y sobre todo brillo, mucho brillo, y bailaron como invitadas especiales en el famoso carnaval de Gualeguaychú. ¿Es un paso más en la mentada liberación sexual femenina o una confirmación del papel de mujer-objeto? Opinan una filósofa, una psiconalista, una sexóloga y una socióloga, y dan sus versiones Alfano, Julieta Ortega, Paula Trápani, Viviana Semienchuk.

  Graciela Alfano es la reina de esta comparsa. "Yo no me disfracé de vedette: creé mi propio modelo de vedette. Para mí esto no es otra cosa que una opción de trabajo. Mi figura es altamente marketinera. Ese es mi negocio. Qué suerte que puedo imponer un modelo que es imitado. La imitación es admiración. Es evidente que a partir de mi inclusión en la revista, hay otro tipo de mujeres que quieren imitarme. Esa es mi habilidad vendedora", se jacta la eterna sex symbol argentina. "Se me dio esta posibilidad (de estar en el teatro de revistas). Si la propuesta hubiese sido teatro para niños, lo hubiese hecho y seguramente me estarían preguntando por qué otras mujeres quieren hacer teatro para niños", se ríe de las que quieren emularla, desde que se trepó al escenario del teatro Atlas, en Mar del Plata, de la mano de Nito Artaza y Miguel Angel Cherutti, para encarnar a la vedette principal del espectáculo Lo que el turco se llevó, con quince funciones semanales, sin día de descanso, a razón de dos de domingo a viernes y tres, los viernes. "Yo juego a este personaje", agrega en diálogo con Página/12, y admite que le encanta ratonear a los argentinos. "Si sirvo para que la pasen mejor en sus casas, me parece maravilloso. Pero yo tengo mi sexo en mi lugar íntimo. A mí no me pasa nada en el escenario: ahí estoy trabajando", aclara Alfano.

  Una de las mujeres que no quieren perderse este tren es la modelo María Vázquez, de 25 años. En declaraciones recientes a la revista Gente confesó que tiene "la fantasía de subir a un escenario, con plumas y brillos". "Sueño con ser vedette al menos por un día. ¿Por qué no? En realidad es sólo eso, una fantasía, algo con lo que me divierto, pero creo que nunca me animaría a hacer (...) porque si te hacés vedette, después tenés que saber manejarlo, hacerte cargo de lo que generás", agregó. María Vázquez rechazó hace cuatro años una propuesta en ese sentido de Artaza y Cherutti, la misma que el año pasado aceptó Daniela Cardone y ahora Graciela Alfano. Tal vez, influida por la movida erótica, y el negocio que mueve, hoy su opinión es otra. "De repente, me gustaría, por ejemplo, hacer una suplencia, que me dijeran: 'Vení de vedette por una semana', como para probar y no tener que comprometerme a hacer algo que después, tal vez, me generaría angustia", sugiere María Vázquez.

  Fantasía real o negocio virtual, lo cierto es que la moda de convertirse en vedette, aunque sea por algunas horas se asomó durante 1999, promovida por el almanaque erótico de "Sábado Bus" (Telefé), en el que aparecieron mujeres habitualmente alejadas de las pasarelas (actrices, conductoras de TV y un par de periodistas) posando, como si fueran modelos, en actitud sexy y provocadora, con bikinis atigradas, medias caladas, y los senos apenas cubiertos por transparencias, extensiones de cabello o simplemente, las manos de la belleza elegida para esa semana. Eso sí, con una cuidadosa producción y las lentes de los fotógrafos Gabriel Rocca y Andy Chernavsky, considerados entre los mejores del momento. Las actrices Nancy Duplaa, Leticia Bredice, Andrea Pietra, Julieta Ortega, las conductoras de TV Karina Mazzoco y Andrea Campbell y las periodistas Paula Trápani y Viviana Semienchuk, fueron algunas de las invitadas.

  "Colocarse allí, en escenografías tipo almanaques de gomería o articulando ropas pequeñísimas y accesorios brillantes, es colocarse de objeto, al servicio de la erótica masculina", opina la psicóloga y sexóloga Graciela Sikos. "La sobresaturación de lo sexual con respecto a otros sentidos responde a una lógica masculina del fast-sex, un sexo rápido, a los apurones, que es negativo para la sexualidad femenina, que necesita más tiempo; las mujeres tiene otros sentidos desarrollados, además del de la vista", apunta Diana Maffía, investigadora de la Facultad de Filosofía y Letras, especializada en género.

  Julieta Ortega da otra versión: "Nunca pensé en la lente del fotógrafo como el hombre que me iba a ver después. El tipo no se me cruzó por la cabeza. Me pareció placentero y erótico para mí. Creo que las mujeres podemos erotizarnos hasta con nuestro propio cuerpo más que nada. Como cuando dicen que las mujeres se visten para otras mujeres. De hecho, de la foto que hice me hablaron más mujeres que hombres. Y las veces que vi el programa esperaba ese momento porque me parecía muy atractivo ver las fotos de las mujeres lindas. No estoy tan segura de que estén al servicio del hombre y su sexualidad", dijo a este diario la actriz, de 28 años, protagonista de la obra El cartero (ardiente), también en cartel en Mar del Plata.

  La psicoanalista e investigadora de la UBA Ana María Fernández analiza dos caras del fenómeno. "Desde una posición tradicional, vemos una mujer que se ofrece como espectáculo erótico de la mirada masculina. Pero al mismo tiempo, como son mujeres que no vienen de una tradición de vedettes, podrían darse una situación en la que ellas activamente estimulan y se estimulan con la mirada de los hombres sobre ellas".

 

Fantasía

  Para los productores de "Sábado Bus" no fue una tarea sencilla convencer a algunas de las mujeres que posaron para el almanaque erótico. El temor a que su imagen pública --y con ello su trabajo-- se viera afectada por una pose jugada hizo que muchas de las invitadas cavilaran largamente su decisión. Fue el caso de Paula Trápani, conductora del noticiero de Telefé. "Mi primera reacción fue decirles que no. Pero después, ellos insistieron y me afloraron ganas de hacerlo. Instintivamente tenía ganas de aceptarlo como un juego. Toda mujer quiere sentirse diosa, que la cuiden y maquillen como a una modelo. Seguí reflexionando y me pregunté '¿qué es cuidar mi imagen?'. No voy a ser mejor o peor profesional por aparecer en una pose sexy. También soy mujer y me puedo mostrar de otra manera", contó la periodista, de 29 años, que representó a una bellísima Eva, en el Paraíso. Viviana Semienchuk, conductora del noticiero deportivo del canal de cable T&C Sport y del programa de entretenimientos "Fugitivos" (domingos, Telefé), encarnó a una conejita de Playboy, con cigarrera colgando sobre sus pechos incluida. "Sinceramente me divirtió. Siempre odié el papel de mujer ratona. Pero creo que toda mujer, por más que critiquen a la mujer objeto o a aquella que despierta fantasías, en el fondo le gusta ese papel", sostuvo la periodista, de 29 años.

  La socióloga Susana Saulquin coincide en cierta forma con Trápani y Semienchuk: "En el fondo del corazón de toda mujer está la fantasía de ponerse plumas, subirse al escenario y decir: soy el icono o el fetiche del deseo de todo el mundo: de hombres y de mujeres". A su entender, "subyace --además-- la envidia femenina, el deseo de estar en la pasarela para ser mirada, para ser un modelo de todo".

 

Cuerpo femenino

  La legitimación del papel de vedette que trajo el arribo al teatro de revistas de Graciela Alfano, parece dejar atrás la moda de los cuerpos andróginos que caracterizaron las pasarelas de los últimos años. Aunque su figura es delgada, Alfano ostenta curvas. De hecho, decidió colocarse prótesis de silicona para sumar 92 centímetros de contorno en sus pechos. ¿Será el comienzo del triunfo de un cuerpo más real de mujer, frente a las esqueléticas siluetas elegidas por los diseñadores de alta costura? "Veo una evolución. El fin de la mujer muchachito y el permiso de la mujer para ser femenina", observa Saulquin, autora de los libros La moda en la Argentina y La moda, después. Según Maffía, en las últimas décadas hubo un trasvestimiento de las mujeres para acceder al ámbito público, a la política, a los negocios, al derecho. Para que se tuviera en cuenta su intelecto, las mujeres trataron de neutralizar su feminidad, usaron trajecitos pastel, traje con corbata y portafolio. "Al haber avanzado y al asegurarse ciertas posiciones públicas, las mujeres ya se pueden dar el lujo de no tener que mostrar un aspecto masculino: están recuperando lo femenino", coincide Maffía, investigadora en temas de género. Para Saulquin, un ejemplo de este cambio es Teresa Ter Minassian, quien encabezó la última comitiva del FMI que la semana pasada llegó a un nuevo acuerdo financiero con el Gobierno. "Vino con un vestido con flores. No necesita ponerse un saco para presidir la delegación del FMI. Porque las mujeres tienen permiso para volver a ser ultrafemeninas, siendo supereficientes", acota la socióloga. Y concluye: "Es el fin de la dicotomía que planteaba el sociólogo francés Edgar Morin entre la mujer virgen --ama de casa, trabajadora, que no puede mostrar su cuerpo-- y la vampiresa. Esa frontera se borró, desapareció completamente. Una mujer puede tener plumas y al mismo tiempo ser supereficiente".

 

La llave del porno soft

Por M. C.

  La movida de las plumas y lentejuelas coincidió con el relanzamiento en el país del canal Playboy, en setiembre. Para ampliar su audiencia, uno de los desafíos de la señal de cable fue apuntar al público femenino, que --según estudios de marketing realizados por la compañía-- son quienes suben o bajan el pulgar a la hora de tener el decodificador en casa. "La recepción local hasta ahora ha sido mucho mejor de lo que esperábamos", asegura a Página/12, desde Miami, Ana María Viaud, encargada de Relaciones Públicas de Televisión Group. Pero se niega a dar mayores precisiones, aludiendo a una política corporativa.
 
"Lo nuestro no es pornografía. Somos el canal de adultos más suave que existe en el mercado", explicó Viaud.
 
Porno soft para la pareja, pero especialmente para la mujer. En el canal de Playboy nunca se muestra el acto sexual. Se insinúa. Todo es implícito. "Tu ofendes a la mujer y ella dice eso a mi casa no entra", entiende Suzanne Jewel, directora de marketing de la señal en países de habla hispana y portuguesa. "La programación ofrece series, telenovelas, y programas instructivos, que le enseñan a la mujer a ser más sensual con su pareja, le muestra, por ejemplo, distintas posiciones para llevar adelante el acto sexual, los secretos del Kama Sutra, técnicas sexuales de la India", señala Viaud. "Todo, con una sensualidad que no es vulgar, que no es pornográfica, que no muestra demasiado", agrega Jewel.
  Una serie de encuestas que realizó la firma antes de relanzar el canal, reveló que no sólo el hombre pedía la señal, sino también las parejas, para guardar el romance y aumentar la pasión entre ellos.


Lencería

   La lencería erótica abandonó las vidrieras de las casas especializados. La nueva apuesta de las marcas más caras y prestigiosas de ropa interior es venderla a las clientas de los locales de los shoppings. En las últimas temporadas, los rojos se impusieron como un clásico y dejaron de ser indicadores de un estereotipo de mujer fácil, al igual que los portaligas, las medias caladas, los corsés y las medias siliconadas. "Que una chica de la facultad se compre lencería erótica muestra un cambio. Históricamente ese tipo de lencería estaba relegado a la mujer-gato. Está indicando que la mujer está dispuesta a jugar un erotismo más activo", opinó la psicoanalista Ana María Fernández. Para Diana Maffía, investigadora en temas de género, la compra de lencería erótica sigue respondiendo a la lógica sexual masculina. "No la juzgo negativamente, porque me parece linda. Pero me pregunto cómo sería una lencería erótica para nosotras", agregó Maffía.

 

OPINION
Lentejuelas
Por Sandra Russo

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