|
El sindicalismo quiere demostrar que aún le quedan piezas para
mover en el tablero de las decisiones políticas. El proyecto de ley de
reforma laboral permitió que la cúpula de la CGT, de pasado menemista,
le ofreciera el timón de la central obrera al líder del MTA, el
antimenemista Moyano que, acorde a su perfil combativo, ya convocó a un
paro y movilización en rechazo de la norma. Por lo pronto, el senador
Alberto Tell, justicialista jujeño, de origen gremial, pidió a Moyano
que levantara la convocatoria al acto.
El frente sindical diluyó las
profundas internas del PJ que tomaron distancia de los caciques gremiales.
Pero sumó a Alicia Castro, secretaria general de los Aeronavegantes y
diputada del Frepaso. Los caciques sindicales diseñaron una estrategia que contempla varios frentes. Por un lado presionaron a los legisladores justicialistas para que forzaran una negociación con la Alianza. Al mismo tiempo habilitaron a Saúl Ubaldini y a Gerardo Martínez --un "gordo" de la CGT que quiere disputarle Moyano el control de la central obrera-- para que elaboraran un proyecto alternativo, sin que lo supiera la bancada del PJ. Este proyecto fue presentado el jueves y contiene claramente las modificaciones que la CGT propone incorporar a la ley. Moyano también alentó a la aliancista Castro, que llevó a la sesión de Legislación Laboral su propia propuesta de reforma que, en esencia, coincide con el texto de Martínez-Ubaldini. Ambas propuestas ingresarán a Diputados como despachos de minoría cuyo tratamiento en el recinto será sometido a voto. Los sindicalistas estarán atentos a las manos de los legisladores del PJ, que el jueves 24 se verán sometidos a una presión inesperada: aceptar o rechazar las propuestas concretas de la CGT, sin medias tintas. OPINION
|