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APDH QUE SOLO IMPEDIRA LA PROMOCION DE DOS OFICIALES CUESTIONADOS
López Murphy quiere ascender a represores

Durante su primer encuentro con un organismo de derechos humanos, el ministro de Defensa anunció que busca el ascenso incluso de Pedro Florido, el marino acusado de haber falsificado en la ESMA un pasaporte para Licio Gelli.

Ricardo López Murphy observando maniobras en el mar junto al almirante Joaquín Stella.
Respalda al capitán Florido, y también a oficiales propuestos por el Ejército.


Por M.G.

t.gif (862 bytes) �Ya informé al Senado que ratificaba los ascensos�, dijo Ricardo López Murphy, ministro de Defensa. Adolfo Gass, uno de los vicepresidentes de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, lo miró, paseó la vista por el resto de los presentes y reflexionó en voz alta: �Entonces es muy tarde�. Fue el momento más frío de una tensa reunión en la que López Murphy quiso dejar en claro una cosa: no se propone dar vuelta atrás aunque los organismos de derechos humanos sigan cuestionando los pliegos. Ni siquiera tomará en cuenta que uno de los candidatos a ascender perteneció a la Escuela de Mecánica de la Armada.
El encuentro, de poco más de una hora, fue el primero entre la APDH y López Murphy, y el primero, también, donde fueron más las diferencias que los acuerdos. La semana pasada el organismo había coincidido con Adalberto Rodríguez Giavarini en que la Argentina debía tener una posición dura sobre Joerg Haider y en que no podía desatender la negociación sobre La Tablada con la Organización de Estados Americanos.
El ministro de Defensa, que estuvo solo, dijo a Gass, Simón Lázara, Daniel Goldman, Sergio Di Gioioia y Horacio Ravenna que las Fuerzas Armadas se habían adaptado bien a la penuria del presupuesto y elogió que los oficiales pertenecen ya �dijo� a �las nuevas generaciones�. Agregó que en cuestiones de subordinación militar al poder civil �por suerte� la Argentina está más avanzada que Chile, Ecuador o Colombia.
La reunión habría sido una fiesta si no fuera por los ascensos.
Gass recurrió a un apunte y nombró algunos casos de oficiales cuestionados.
Pedro Florido fue el oficial de la Marina que ordenó a un secuestrado de la ESMA confeccionar un pasaporte falso para el jefe de la Logia Propaganda Dos, Licio Gelli. Miembros argentinos de la P-Due fueron Emilio Massera y Carlos Guillermo Suárez Mason. Según Víctor Basterra �el secuestrado al que obligaron a realizar el pasaporte�, Florido también asesoraba como abogado a los grupos de tareas de la Armada. Este diario publicó en diciembre que Florido, quien actuaba en la ESMA a veces como �Florindo�, trabaja como enlace de la Armada ante los jueces federales.
Aldo Héctor Martínez Segón, del Ejército, estuvo procesado, pero la ley de Obediencia Debida impidió que fuera condenado por la acusación de haber participado en el asesinato de prisioneros en la masacre de Margarita Belén.
Rodolfo Mujica figura en los archivos de la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas como integrante de la represión en Catamarca.
Rafael Braga fue represor en Jujuy, siempre según la Conadep.
El ministro quiere ascender a todos ellos. Solo confirmó ayer a la APDH que aceptó el cuestionamiento para dos oficiales, Carlos Enrique Villanueva y Jorge Alberto Burlando. Villanueva participó en el campo de concentración de La Perla, en Córdoba. Burlando fue auditor del general Adel Vilas cuando éste reinó sobre la vida y la muerte en Bahía Blanca.
En realidad, López Murphy no hizo más que aceptar el criterio de Ricardo Brinzoni, el jefe del Estado Mayor del Ejército. El último domingo, en Clarín, Brinzoni hizo un planteo muy práctico de por qué no le conviene ascender a un oficial manchado: �Quien ha sido objetado judicialmente en su momento no merece ser coronel. Y además �siguió� no merece entrar en un desgaste público que afecte a la familia y al Ejército por cuestiones que han pasado hace 20 ó 25 años, cuando eran subtenientes�. De inmediato, sin embargo, Brinzoni dejó la practicidad en el camino: �Sabemos que los pliegos que se enviaron al Senado tienen algún tipo de mención en el libro de la Conadep, pero también que son absolutamente subjetivas, anónimas, sin fundamento, y creo que no merecen ningún tipo de crédito si a esa denuncia no la acompaña una nota firmada o algo más concreto�. El sucesor de Martín Balza dijo que el propio Ejército tiene en cuenta los archivos de la Conadep y las objeciones del Centro de Estudios Legales y Sociales.
�¿Es verdad que las denuncias son inconsistentes? �preguntó Página/12 a Martín Abregú, director del CELS.
�Con esas declaraciones, Brinzoni pone sobre los organismos de derechos humanos la carga de probar las denuncias. Pero es evidente que aquí las leyes de impunidad impidieron enjuiciar a todos los sospechosos. Los organismos no pudimos llegar a juicio porque la maquinaria judicial fue interrumpida. Entonces, si la Justicia no pudo probar algunos delitos porque no se la dejó hacerlo, es injusto ignorar ese dato ahora, con los antecedentes de algunos oficiales en la mano.
Los pliegos habían sido enviados originalmente por la administración de Carlos Menem e impugnados en su momento por varios senadores de la Alianza, entre ellos los radicales Leopoldo Moreau y Raúl Galván, presidente del bloque. Galván integra la Comisión de Acuerdos, que preside el peronista chaqueño Horacio Zalazar.
Para influir sobre la voluntad del Senado, hace dos semanas Brinzoni y su colega de la Marina, Joaquín Stella, intercedieron ante los legisladores en favor de una señal de luz verde para los oficiales bajo examen.
Los senadores no dieron ninguna respuesta, pero López Murphy parece haberse anticipado. Ya comenzó su carrera contra ellos.

 

 

¿Habrá catarata de juicios?

La preocupación del Gobierno es que se produzca un alud de procesamientos de militares en actividad. La inquietud quedó clara en el encuentro de Ricardo López Murphy con la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos.
�Si seguimos así, ¿no habrá una catarata de juicios? �preguntó López Murphy durante la reunión.
�No. No hay ninguna posibilidad de una situación como la de 1987 -respondieron los dirigentes.
Aunque no había pruebas suficientes para condenar a más de 20 o 30 oficiales, en 1987 el gobierno de Raúl Alfonsín tuvo la percepción de que serían miles los oficiales citados por la Justicia por la masacre de la dictadura. La sublevación de la Semana Santa del �87 dijo basarse en que oficiales en actividad habían recibido citaciones judiciales, y aceleró la ley de Obediencia Debida, que el gobierno quería promulgar por sí mismo desde antes.
En la reunión de ayer los dirigentes de la APDH alertaron contra �una campaña verbal que pronostica problemas graves cada vez que hay una citación�.
Luego describieron a López Murphy los cuatro tipos de juicios en marcha: los que siguen el derecho a la verdad, las causas por el robo de chicos, los procesos que consideran como delito permanente a la desaparición forzada y los juicios en el exterior, donde además de Baltasar Garzón actúan la justicia alemana y la italiana.
La conclusión de la APDH fue simple: �No hay ningún riesgo de imputación masiva�.

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