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GRAN BRETAÑA LIBERO A PINOCHET CON COMPLICIDAD DE CUATRO PAISES
Largo viaje de un día a la impunidad

En una operación cronometrada hasta el último segundo, el ex dictador chileno Augusto Pinochet abandonó Gran Bretaña después de casi 17 meses de arresto. El ministro del Interior laborista Jack Straw autorizó su salida por �motivos humanitarios�, y Francia, Bélgica, España y Suiza no objetaron.

El ministro Jack Straw antes de anunciar su decisión. Cuando lo hizo, el avión con Pinochet ya había despegado.

El Boeing 707 de la Fuerza Aérea Chilena despega de la base militar de Waddington con el ex dictador a bordo.


Página/12 en Gran Bretaña
Por Marcelo Justo desde Londres

Se fue. Con el rabo entre las piernas, el general Augusto Pinochet escapó finalmente ayer del brazo de la Justicia. Después de 16 meses, dos semanas y un día de arresto, el ex dictador quedó en libertad, gracias a la decisión del ministro del Interior británico Jack Straw de suspender el proceso de extradición por razones de salud. En el curso de una tensa mañana, los gobiernos de España, Bélgica, Francia y Suiza indicaron uno tras otro que no apelarían el dictamen, a pesar de los cuestionamientos que hicieron al informe médico en el que Straw fundamentó su decisión.
Las organizaciones de derechos humanos criticaron duramente al ministro del Interior, que fue igualmente cuestionado por la Justicia de los países solicitantes y por la respetada Comisión Internacional de Juristas, que lo acusó de favorecer la impunidad. Hacia la una y cuarto de la tarde (hora londinense) de un día apropiadamente tormentoso, estas y otras críticas dejaron de importar: el Boeing 707 de la Fuerza Aérea Chilena despegaba de la base de Waddington al nordeste de Inglaterra llevándose al general Pinochet y el sueño de justicia que empezó con su arresto el 16 de octubre de 1998.
La libertad del general se concretó con la precisión de un operativo minuciosamente cronometrado. La primera indicación de la velocidad que adquirirían los hechos se produjo a las cinco de la mañana, cuando el Boeing 707 que había aguardado durante seis semanas en la base militar de Brize Norton, unos 30 kilómetros al norte de Londres, desapareció del lugar con destino desconocido, provocando los primeros rumores del día de que el ex dictador se encontraba camino a Chile. A esa hora era imposible que Pinochet estuviera de regreso porque Straw aún no había formulado su anuncio y, por lo tanto, el general seguía bajo arresto domiciliario, pero la versión, preñada de pálpito y temor, prenunciaba lo que sucedería luego.
A las ocho de la mañana se dio a conocer la decisión del ministro del Interior, que técnicamente dejaba en libertad al general, y una media hora más tarde el ministerio empezó a distribuir las 32 densas páginas en que fundamentaba la suspensión del proceso de extradición. El dictamen de Straw apenas dejaba resquicios conceptuales o temporales para una apelación. A España se le negaba la extradición en base a las amplias atribuciones que el derecho británico concede al ministro del Interior para determinar si un caso de extradición sirve a los propósitos de la justicia, y rechazaba los pedidos de los restantes tres países porque los delitos por los que solicitaban la extradición no están contemplados por la ley británica en la fecha en que supuestamente fueron cometidos por el general. Más contundente aún era la falta de tiempo para que los cuatro países leyeran el documento, decidieran si había fundamentos para apelarlo y solicitaran una orden de no renovar al juez correspondiente, cuyo tribunal abría a las 10 de la mañana, para que volviera a poner al general bajo arresto.
Poco antes de esa hora, a las 9.55, una reducida caravana policial salió por un portal trasero de la residencia de Wentworth evitando el cerco de manifestantes que rodeaba la mansión donde el general pasó los últimos 14 meses de su extraordinaria travesía británica. En la camioneta del medio, de vidrios opacos, viajaba el general. El destino se encontraba a más de 200 kilómetros, en la base militar de Waddington a la que se había trasladado el Boeing 707, para evitar posibles manifestaciones y/o atentados. Cuando a las 12.55 la caravana llegó a destino, España, Francia, Bélgica, Suiza y las organizaciones de derechos humanos ya habían tirado la toalla. El anuncio de Francia en el mismo sentido era inminente, pero igualmente el embarque se realizó con la misma precisión y celeridadcon que se hizo cada movimiento. A las 13.05 el avión empezaba a dar vueltas en la pista, unos diez minutos más tarde el Boeing 707 despegaba en medio de una intensa tormenta. Entre la llegada al aeropuerto y la partida habían mediado unos 20 minutos.
Straw compareció ante el Parlamento minutos después de que el avión despegara y anunció que el general ya no se encontraba en la jurisdicción británica. En un intento de justificar su decisión, Straw indicó a los diputados que era consciente de �la gravedad de las acusaciones que se le hacen al senador Pinochet�, del �sufrimiento que experimentarán los que padecieron la violación de los derechos humanos en Chile� y de que �muy probablemente el senador Pinochet no será enjuiciado nunca�. Straw admitió que había recibido unas 70 mil cartas y e-mails pidiéndole que no suspendiera el proceso de extradición, pero que su estado de salud �no hacía posible� proseguir adelante. El ministro hizo particular hincapié en la condición mental del general que, según el equipo de cuatro médicos que lo revisó el pasado 5 de enero, tiene la memoria afectada, una capacidad limitada para comprender oraciones complejas y para expresarse, todas deficiencias que, en opinión de Straw, afectarían fundamentalmente su capacidad para participar en un juicio. La izquierda laborista y jueces de los cuatro países intervinientes desataron luego una lluvia de críticas, y la Fiscalía suiza llegó a decir que Gran Bretaña era un �paraíso para criminales�.
Straw tuvo sus defensores. El premier Tony Blair lo felicitó por su estricto apego a la ley en el manejo de un caso �extremadamente difícil� y la ex primera ministra Margaret Thatcher por dejar libre al hombre que tanto había ayudado a Gran Bretaña en la guerra de las Malvinas. Más allá de los elogios, las críticas, y de la probable componenda política que animó su decisión final, el mismo ministro del Interior insinuó el impacto más duradero que tendrá el caso. En su intervención parlamentaria Straw señaló que el dictamen de la Cámara de los Lores el pasado 24 de marzo, negando que Pinochet tuviera inmunidad por su condición de ex jefe de Estado, es un �hito en el derecho internacional cuyo impacto se va a sentir muy lejos y será el legado final del caso�.

 

 

Claves

  Pinochet fue liberado por �razones de salud�, sin un veredicto que lo exima de los delitos de tortura a los que finalmente se redujo su caso.
  El proceso abierto con su detención hace casi 17 meses en Londres sienta un precedente formidable contra la impunidad internacional de los ex jefes de Estado.
  El eje del drama judicial se desplaza ahora a Chile, donde se acumularon unas 60 causas en su contra desde el arresto. En Chile no hay nada que impida juzgar a alguien por edad o enfermedad, y sólo podría salvarlo la �demencia senil� alegada por Gran Bretaña para liberarlo. El juez Juan Guzmán, que instruye en las causas contra Pinochet, ya dijo que ordenará exámenes médicos.
  Pero para juzgarlo habría que desaforarlo como senador vitalicio. El procedimiento se realizaría ante la Cámara de Apelaciones de Santiago y puede llegar a la Corte Suprema de Justicia. La Cámara es de tendencia progresista, pero el desafuero parece improbable, y es teóricamente posible que Pinochet ocupe su banca cuando asuma como presidente el socialista Ricardo Lagos.

 

�El desafuero es el primer paso para juzgar al senador�

Por Florencia Grieco

Fueron casi 17 meses de especulaciones judiciales y cálculos políticos. Ahora, a pesar del final del capítulo londinense del caso Pinochet, las especulaciones continúan, pero la pregunta que se impone es si el juicio del ex dictador que no terminó en los tribunales de Madrid tendrá finalmente una culminación en los de Santiago. La respuesta que también parece imponerse es que en Chile hay demasiados �filtros� como para que Pinochet sea juzgado. El abogado chileno Roberto Garretón, especialista en derechos humanos, reconoció a Página/12 que el �efecto Garzón� se siente incluso entre los jueces de Chile, pero con �una clase política que no habla de las atrocidades de la dictadura�, el futuro de Pinochet parece bastante alejado de los tribunales.
�¿Qué condiciones hay en Chile para juzgar a Pinochet?
�Yo hice un informe que fue presentado un año atrás ante la Cámara de los Lores por Human Rights Watch, que es parte en el proceso de extradición, donde decía que era imposible juzgar a Pinochet en Chile. Ese juicio lo mantengo pero con matices. El caso Pinochet ha hecho cambiar en parte a los jueces chilenos, que desde su arresto han enjuiciado a muchos militares, incluidos tres generales, por violación de los derechos humanos durante la dictadura. Pero a pesar de este progreso, juzgar a Pinochet me parece más difícil que juzgar a estos generales. No creo que exista un ambiente político-cultural-judicial en que los jueces chilenos hayan asumido como atroz lo que son atrocidades. Es decir, un juez chileno ve un caso de tortura como si fuera un choque de autos, porque la clase política chilena no ha dado señales de un �Nunca Más�, y ésa es la gran diferencia que hay en Chile con una sociedad civil horrorizada con Pinochet.
�¿Cómo es el procedimiento de desafuero para poder juzgar a un senador?
�El desafuero se basa en que los parlamentarios no pueden ser juzgados sin una autorización previa de otro órgano, en este caso de la Corte de Apelaciones del lugar donde se cometió el delito, y no el Senado. Ahora, si me pregunta si yo creo que Pinochet va a ser desaforado le digo que me temo que no. No digo definitivamente que no, porque algo ha cambiado, porque el efecto Garzón influyó en todos los jueces del mundo. Pero al dictar fallos en causas tan complejas y de tanta trascendencia política, los jueces tienen que tomar en consideración todo lo que piensa la sociedad civil. Para eso se requiere que haya señales claras de que tanto la sociedad civil como la clase política no aceptan la impunidad de crímenes de lesa humanidad. Y en Chile eso no ocurre; la clase política no dice una sola palabra, entonces los jueces pueden pensar ¿y por qué voy a tomar yo la responsabilidad de cosas de las que los partidos políticos no hablan?
�¿No hay una ley que impida que sea juzgado por cuestiones de edad o de salud?
�No, pero la persona que carece de facultades mentales no puede ser juzgada.
�Para llegar a eso habría que someterlo a nuevos exámenes médicos.
�Evidentemente. Aunque allí no se necesita la aceptación de Pinochet. El juez puede someterlo a la realización de nuevos exámenes y esto no es cuestión de ganas personales.
�¿En qué condiciones judiciales llega Pinochet a Chile?
�En este momento él está acusado, entendiendo que es el nivel mínimo judicial. Hay decenas de acusaciones en su contra que no fueron rechazadas de plano por el juez, que las está tramitando e investigando. Pero él llega a Chile en libertad, y mientras no haya una orden de detención puede salir del país, aunque no creo que lo haga después de esta experiencia.
�¿Qué posibilidades hay de que el caso quede en manos de un tribunal militar?
�Si Pinochet pidiera que lo juzgara un tribunal militar, se produciría un problema tremendo. El dice que era presidente de la República, y nosotros decimos que cometió los crímenes justamente como presidente, peronos importa muy poco que además haya sido comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. Entonces, si quiere que lo juzgue ese tribunal especial no sólo tiene que pedirlo, sino también ganarlo. Para eso tiene dos alternativas: o le pide al mismo juez que está investigando ahora que se inhiba de seguir haciéndolo y envíe la causa al tribunal militar, o pide a ese tribunal que solicite al juez civil que decline su jurisdicción. En realidad, si surge un conflicto lo resolverá la Corte Suprema, y allí se decide si el caso va a un tribunal militar o a uno civil. Yo creo que en esa instancia ganaríamos nosotros y la causa seguiría en manos civiles. En eso algo ha cambiado Chile. Pero creo que la situación va a llegar hasta el filtro del desafuero, y me temo que por ahí no va a pasar.

 

OPINAN

Por Claudio Uriarte

Por Martín Granovsky

 

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