![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
|
|
Por Martín
Granovsky desde Nueva York ![]() Cuando los comensales dejaron de hacer sonar los cubiertos en su pelea contra los huevos revueltos, De la Rúa pudo explicarles que la Argentina es un bastión de la democracia, un país donde la Justicia funciona aunque nos gustaría que mejore, que además forma parte del Mercosur, más o menos un mercado interno ampliado. La experiencia de gobierno de De la Rúa se remonta a cuando fue jefe porteño y dejó a Enrique Olivera, aquí presente, las cuentas de la ciudad relucientes como fruto de la obra de mi actual canciller, Adalberto Rodríguez Giavarini. La Argentina, por otra parte, es un país donde todos conviven pacíficamente. Está Carlos Ruckauf, que había prometido estar aquí con nosotros (y faltó sin aviso), y están también esos simpáticos gremios, que acaban de hacer un paro. Está bien que hubo gomas quemadas y algunas manifestaciones de violencia, pero fueron cosas aisladas, porque los sindicatos realizaron su convocatoria en forma pacífica. Para información de los norteamericanos, la Argentina cuenta con un Presidente decidido. Si yo dudara, provocaría otra vez la crisis, explicó cuando entró en los motivos del último ajuste. Hay que trazarse un camino y seguirlo, dijo después, enseñando otro valor a la audiencia. La demora siempre es perjudicial. En cuanto al Gobierno, es un equipo homogéneo aunque un subsecretario entró en confidencia con un cronista y dijo lo que no debió haber dicho, quizás una alusión a Melchor Posse cuando anunció el aumento para los jubilados. Los compañeros de desayuno parecían conformes. Habían conocido a otro presidente argentino que trataba de hablar su lenguaje mercadosensible. Solo se vengaron al final: como De la Rúa habló 40 minutos en lugar de los 20 habituales hicieron dos preguntas, y las dos inquirieron si no sería necesario bajar el gasto otra vez, lo cual en su boca quizás fuese un deseo futuro y no una pregunta. Por la noche, al completar su día en Nueva York, De la Rúa pintó a los periodistas argentinos un panorama inquietante pero apacible -contradicción difícil de solucionar cuando dijo que con las fuerzas de la oposición hay voluntad de diálogo para asegurar la gobernabilidad y buscar el éxito del país. También se mostró dispuesto a un diálogo amplio los sindicatos. Pero como ya no hablaba para norteamericanos dijo que había que rechazar la violencia y el paro como método. Luego admitió que la gente quiere sentir los rumores de la economía que se reactiva. Sobre la cuestión de los cielos abiertos, que daría más espacio a American y a United Airlines, recordó que Carlos Menem firmó el tratado el 6 de diciembre y él asumió el 10. (Ver página 5.) Prometió extender las frecuencias de vuelo y subrayó que el tratado debe ser ratificado por el Congreso. O sea que si Bill Clinton muestra hoy alguna premura, debería comprender que de urgencia, nada. Al margen de la visita tan esperada a la Casa Blanca (ver la historia de esta tradición en la página 2), De la Rúa se propone completar su labor de agitación y propaganda ante la representación institucional que funciona como consultora internacional de los mercados. Anoche voló de Nueva York a Washington, con una espera debida a la tormenta que se desató en toda lacosta este después de la ola de tremendo calor del fin de semana, y esta mañana a las 8 desayunará con los presidentes del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo. En principio lo acompañarán, además de José Luis Machinea, un personaje clave del capítulo financiero de la gira el secretario Daniel Marx, ex negociador de la deuda y ex socio de Nicholas Brady y el empresario de telecomunicaciones Martín Varsavsky. Varsavsky sin quererlo desató un pequeño aunque muy soterrado revuelo en la delegación argentina cuando la comitiva recogió de Internet el párrafo del reportaje publicado anteayer por Página/12 en el que, al pasar, y entre sugerencias para desarrollar las telecomunicaciones como llave del desarrollo, el megaempresario sugería disolver las Fuerzas Armadas como forma de ahorrar gastos innecesarios. El resto de su apuesta, más allá de esa sugerencia, sintoniza con los cálculos del gobierno argentino, que estima un plazo de dos o tres años hasta que el crecimiento de las inversiones en Internet y telecomunicaciones tenga un efecto multiplicador en el resto de la economía. De la Rúa llega a Washington bendecido por la comunidad de negocios de Nueva York. Según la versión de Machinea, el presidente de la Reserva Federal de Nueva York, William Mc Donough, le dijo a De la Rúa que el último ajuste fue duro pero valiente. El funcionario dijo, siempre según Machinea, que ahora hay tranquilidad en los mercados financieros internacionales, ya que se vio que la Argentina reaccionó ante una situación adversa y tomó las medidas necesarias. Conviene aclarar que la Reserva Federal de Nueva York no es la Reserva Federal a secas, la de Alan Greenspan, y carece de otro poder que contar entre sus miembros con empleados que algún día pueden ser contratados por el verdadero banco central de los Estados Unidos. De la Rúa planteó al funcionario y a los consultores presentes que Estados Unidos debería liberar aún más la entrada de productos argentinos, como acaba de hacerlo Clinton con los cítricos.
RUCKAUF REITERA
SU ALINEAMIENTO
MENSAJE PRESIDENCIAL
EN EL MUSEO DEL HOLOCAUSTO Por
M.G. OPINION
|