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LOGRO CALIDOS APLAUSOS DE LOS EMPRESARIOS NORTEAMERICANOS
Cuando De la Rúa jugó afuera de local

Decidido a demostrar su convicción ajustadora, el Presidente no dudó en definirse como �un gran amarrete� para defender la baja del gasto público. En sucesivas reuniones con empresarios desarrolló una clase magistral sobre los buenos momentos que le esperan a la Argentina. Hoy se reúne con Clinton.

Por Martín Granovsky
desde Nueva York

La palabra era ésa. Los que entendían a la vez el castellano y el De la Rúa Básico no demostraron asombro, pero varios de los demás, que carecían de ambos saberes, pidieron a sus compañeros de mesa que repitieran la traducción. “Tienen en mí a un gran amarrete”, escucharon. El Presidente acababa así de demostrar su fanatismo como custodio del gasto público delante de 400 empresarios y brokers convocados por la Americas Society en el piso 18 del Waldorf Astoria Hotel. El cuadro podría llamarse así: “Comiendo tocino con los mercados”.
Cuando los comensales dejaron de hacer sonar los cubiertos en su pelea contra los huevos revueltos, De la Rúa pudo explicarles que la Argentina es “un bastión de la democracia”, un país donde la Justicia funciona “aunque nos gustaría que mejore”, que además forma parte del Mercosur, más o menos un “mercado interno ampliado”. La experiencia de gobierno de De la Rúa se remonta a cuando fue jefe porteño y dejó a Enrique Olivera, “aquí presente”, las cuentas de la ciudad relucientes como fruto de la “obra de mi actual canciller, Adalberto Rodríguez Giavarini”. La Argentina, por otra parte, es un país donde todos conviven pacíficamente. Está Carlos Ruckauf, “que había prometido estar aquí con nosotros” (y faltó sin aviso), y están también esos simpáticos gremios, que acaban de hacer un paro. “Está bien que hubo gomas quemadas y algunas manifestaciones de violencia, pero fueron cosas aisladas, porque los sindicatos realizaron su convocatoria en forma pacífica.”
Para información de los norteamericanos, la Argentina cuenta con un Presidente decidido. “Si yo dudara, provocaría otra vez la crisis”, explicó cuando entró en los motivos del último ajuste. “Hay que trazarse un camino y seguirlo”, dijo después, enseñando otro valor a la audiencia. “La demora siempre es perjudicial.”
En cuanto al Gobierno, es un equipo homogéneo aunque “un subsecretario entró en confidencia con un cronista y dijo lo que no debió haber dicho”, quizás una alusión a Melchor Posse cuando anunció el aumento para los jubilados.
Los compañeros de desayuno parecían conformes. Habían conocido a otro presidente argentino que trataba de hablar su lenguaje mercadosensible. Solo se vengaron al final: como De la Rúa habló 40 minutos en lugar de los 20 habituales hicieron dos preguntas, y las dos inquirieron si no sería necesario bajar el gasto otra vez, lo cual en su boca quizás fuese un deseo futuro y no una pregunta.
Por la noche, al completar su día en Nueva York, De la Rúa pintó a los periodistas argentinos un panorama inquietante pero apacible -contradicción difícil de solucionar– cuando dijo que “con las fuerzas de la oposición hay voluntad de diálogo para asegurar la gobernabilidad y buscar el éxito del país”. También se mostró dispuesto a un “diálogo amplio los sindicatos”. Pero como ya no hablaba para norteamericanos dijo que había que rechazar “la violencia y el paro como método”. Luego admitió que “la gente quiere sentir los rumores de la economía que se reactiva”. Sobre la cuestión de los cielos abiertos, que daría más espacio a American y a United Airlines, recordó que Carlos Menem firmó el tratado el 6 de diciembre y él asumió el 10. (Ver página 5.) Prometió extender las frecuencias de vuelo y subrayó que el tratado debe ser ratificado por el Congreso. O sea que si Bill Clinton muestra hoy alguna premura, debería comprender que de urgencia, nada.
Al margen de la visita tan esperada a la Casa Blanca (ver la historia de esta tradición en la página 2), De la Rúa se propone completar su labor de agitación y propaganda ante la representación institucional que funciona como consultora internacional de los mercados. Anoche voló de Nueva York a Washington, con una espera debida a la tormenta que se desató en toda lacosta este después de la ola de tremendo calor del fin de semana, y esta mañana a las 8 desayunará con los presidentes del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo. En principio lo acompañarán, además de José Luis Machinea, un personaje clave del capítulo financiero de la gira –el secretario Daniel Marx, ex negociador de la deuda y ex socio de Nicholas Brady– y el empresario de telecomunicaciones Martín Varsavsky. Varsavsky sin quererlo desató un pequeño aunque muy soterrado revuelo en la delegación argentina cuando la comitiva recogió de Internet el párrafo del reportaje publicado anteayer por Página/12 en el que, al pasar, y entre sugerencias para desarrollar las telecomunicaciones como llave del desarrollo, el megaempresario sugería disolver las Fuerzas Armadas como forma de ahorrar gastos innecesarios. El resto de su apuesta, más allá de esa sugerencia, sintoniza con los cálculos del gobierno argentino, que estima un plazo de dos o tres años hasta que el crecimiento de las inversiones en Internet y telecomunicaciones tenga un efecto multiplicador en el resto de la economía.
De la Rúa llega a Washington bendecido por la comunidad de negocios de Nueva York. Según la versión de Machinea, el presidente de la Reserva Federal de Nueva York, William Mc Donough, le dijo a De la Rúa que el último ajuste fue “duro pero valiente”. El funcionario dijo, siempre según Machinea, que “ahora hay tranquilidad en los mercados financieros internacionales, ya que se vio que la Argentina reaccionó ante una situación adversa y tomó las medidas necesarias”.
Conviene aclarar que la Reserva Federal de Nueva York no es la Reserva Federal a secas, la de Alan Greenspan, y carece de otro poder que contar entre sus miembros con empleados que algún día pueden ser contratados por el verdadero banco central de los Estados Unidos.
De la Rúa planteó al funcionario y a los consultores presentes que Estados Unidos debería liberar aún más la entrada de productos argentinos, como acaba de hacerlo Clinton con los cítricos.


CLAVES

De la Rúa aprovechó el desayuno con 400 empresarios y brokers locales para promover las inversiones en Argentina.
Pintó un panorama brillante donde la oposición acompaña y los sindicatos se quejan pero están dispuestos a conversar.
Después almorzó con los representantes de la banca acreedora que definieron su plan como “duro y valiente”.
En su encuentro con los periodistas locales anticipó que aprovechará la visita al Museo del Holocausto para tener un gesto hacia la comunidad judía.
Hoy todo esto será pasado. Bill Clinton lo espera para una charla a solas en el famosísimo Salón Oval.

RUCKAUF REITERA SU ALINEAMIENTO
Otra venia al Presidente

El gobernador bonaerense, Carlos Ruckauf, decidió no despegarse de Fernando de la Rúa por lo menos mientras ambos estén en Estados Unidos. También resolvió apoyar la política económica del gobierno nacional. �Durante los próximos cuatro años, el mundo puede estar tranquilo porque nadie va a obstaculizar el trabajo del presidente De la Rúa. Tendremos internamente opiniones diferentes en algunos temas, pero los grandes ejes de la política exterior argentina van a ser siempre acompañados por todos los que tenemos alguna responsabilidad�, sostuvo. Ayer, Ruckauf ratificó su apoyo a la política económica del gobierno nacional y aseguró que ese mismo mensaje será el que dará ante las autoridades de los principales organismos financieros del mundo. �Venimos a Nueva York y Washington y luego seguiremos a San Pablo, a decirles a los inversores extranjeros que la Argentina y la provincia de Buenos Aires son confiables y que es muy importante que vengan a radicarse para que podamos crear más puestos de trabajo�, afirmó el gobernador bonaerense. Luego de definir como �muy bueno� el apoyo que le dio Bill Clinton a De la Rúa, Ruckauf enfatizó que su discurso en el mundo estará en consonancia con el del gobierno nacional. Hoy, ambos mandatarios desayunarán con autoridades del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el BID.


MENSAJE PRESIDENCIAL EN EL MUSEO DEL HOLOCAUSTO
Un perdón por la recepción a los nazis

Por M.G.
Desde Nueva York

Fernando de la Rúa pedirá hoy perdón por la hospitalidad que la Argentina brindó a los refugiados nazis después de la Segunda Guerra Mundial, dijo a Página/12 un funcionario del Gobierno, quien describió así la frase que usará el Presidente: “Recogimiento”.
De la Rúa ya había dicho lo mismo en Buenos Aires a sobrevivientes del Holocausto, según lo recordó el propio Presidente ayer a los directivos de The New York Times con los que se reunió en el segundo día de la gira norteamericana. A ellos fue que les dijo que la Argentina “debería haber dado una señal de recogimiento”.
Los criminales de guerra llegaron en la última etapa del gobierno militar surgido del golpe del ‘43 y a comienzos de la administración peronista, en 1946. La Argentina recién extraditó a jerarcas nazis durante el gobierno de Carlos Menem. Fueron los casos de Joseph Schwamberger y Erich Priebke, uno a Alemania y otro a Italia. En su momento Guido Di Tella también planteó que la Argentina debería revisar esa parte del pasado, para gran escándalo de otros dirigentes peronistas, reacios a aceptar como cierta una acusación que siempre habían replicado como falsa.
De la Rúa se reunirá hoy con miembros de la comunidad judía en el impresionante marco del Museo del Holocausto de Washington. Es una austera construcción con predominio del cemento y el gris, con un diseño concebido para realzar las historias de las víctimas del nazismo y los símbolos de la masacre, como un vagón que llevaba judíos a Treblinka y los zapatos de quienes morirían en las cámaras de gas.
El Presidente recorrerá el museo en el tiempo que deja una visión rápida, y es seguro que contará a sus interlocutores su condición de autor, cuando integraba el Senado, de la actual Ley contra la Discriminación que rige en la Argentina.
Es una forma de cumplir con otra tradición argentina de los últimos tiempos: la que dice que no hay visita a los Estados Unidos sin contactos judíos.

OPINION
Por Martín Granovsky
Qué puede esperar el Presidente de un martes 13 en la Casa Blanca


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