Por Adriana Meyer
No te olvides de poner la Biblia en
mi valijita, le dijo Víctor Alderete a uno de sus más
estrechos colaboradores mientras lo abrazaba y sollozaba. ¿Te
acordaste del enjuague bucal?, agregó consciente de que empezaba
una temporada a la sombra y atravesó la puerta del juzgado de Adolfo
Bagnasco. Quince minutos antes había salido de una oficina céntrica
oculto en la parte trasera del auto que lo llevó hasta los tribunales
federales de Retiro. Su abogado, el ex ministro León Arslanian,
le avisó que ya no quedaban más recursos y tenía
que presentarse. Mi prisión es una promesa electoral de la
Alianza, afirmó resignado durante su descargo, y aseguró
ser un Dreyfus moderno. Casualmente María Julia Alsogaray,
el otro emblema de la corrupción menemista en la mira del Gobierno,
había usado la misma metáfora para victimizarse. El capitán
alsaciano Alfred Dreyfus fue perseguido y encarcelado por su condición
de judío a fines del siglo pasado.
Ayer al mediodía, la Sala I de la Cámara Federal porteña
destrabó el último escollo al rechazar la recusación
en su contra que había planteado la defensa de Alderete y confirmó
la negativa de Bagnasco de concederle la exención de prisión
al ex funcionario (ver aparte). El camino estaba allanado y el ex compañero
de golf de Carlos Menem no pudo contener las lágrimas cuando se
enteró. Había concurrido al juzgado de Carlos Liporaci para
ratificar una querella contra la AFIP y un matutino por violación
de secreto fiscal. (Alderete estaría siendo investigado por los
sabuesos de la DGI por presunta evasión de impuestos.) Tenía
los ojos enrojecidos y su aspecto era el de una persona abatida.
A las tres de la mañana, Alderete llamó a uno de sus abogados
muy alterado y quejándose de que lo había seguido un Falcon.
Los espías de la SIDE y agentes de la Policía Federal lo
vigilaron durante una semana. A primera hora los letrados presentaron
un hábeas corpus y eso precipitó los hechos. Además,
el juez habría recibido algunas versiones sobre la posibilidad
de que el ex funcionario se diera a la fuga durante el fin de semana.
Por eso prefirió actuar rápido. Apenas la Cámara
le devolvió el expediente Bagnasco firmó la orden de captura.
A las 16 Arslanian y Beraldi le aseguraron que su cliente se presentaría
a declarar.
Su estado de ánimo es malo porque los diarios lo metieron
preso antes que la Justicia, está muy afligido, deprimido y tiene
problemas de salud pero nunca pensó en fugarse, sintetizó
Arslanian. Por eso pensábamos que estando cerca el Día
del Padre el juez esperaría unos días..., agregó.
Más tarde aseguró que Bagnasco actuó influido por
los medios.
La delegación policial que fue al domicilio de Alderete, en Maipú
1232, no lo encontró. Sus abogados lo llamaron al teléfono
celular, le comentaron la situación y le dijeron que tenía
que comparecer. Estaba en las oficinas de su otro abogado, Oscar Colombo,
a tres cuadras, en Esmeralda al 1000. Los policías se apostaron
en la puerta de la cochera y revisaron cada uno de los vehículos
que salía. Fue así que dieron con el ex funcionario, que
se había escondido en la parte trasera de un Gol verde, tapado
con unos abrigos. Debe tener frío, bromeó Arslanian
en diálogo con Radio Mitre. En Esmeralda y Santa Fe se formó
un gran congestionamiento cuando el auto intentó apurar su marcha.
Un joven empezó a gritar asesino, asesino, aunque luego
admitió que desconocía quién era el objetivo de los
flashes.
El ingreso a los tribunales no fue menos traumático. La caravana
entró a toda velocidad en el estacionamiento de Comodoro Py 2002.
El acusado de sport y con un piloto color crema se golpeó
contra el portón de vidrio y logró entrar al edificio. Pero
sus cinco custodios de jeans y camperas de cuero, apenas más
altos que él quedaron atrapados entre los fotógrafos.
Alderete pasó por el detector de metales y se encontró solo
yperdido en medio del hall principal. En ese momento esta redactora le
indicó por dónde subir al juzgado. Al llegar al cuarto piso
apuró el paso. Su sonrisa canchera de las conferencias de prensa
en el PAMI se había transformado en un rostro lloroso, asustado.
Mientras caminaba se abrazó varias veces con uno sus colaboradores,
de pelo rubio y largo. Fuerte, fuerte, sé fuerte, le
susurró. Te puse todo lo que me pediste, le dijo el
joven. Arslanian interrumpía la escena con comentarios jocosos
para darle ánimo, pero Alderete no lo escuchaba.
Antes de empezar a hablar pidió una Biblia. Entonces le acercaron
una de tapas rojas que mantuvo sobre la mesa durante su descargo. Mientras
tanto, un grupo de trabajadores de ATE-PAMI y media docena de jubilados
se habían acercado y lo repudiaban con altoparlantes desde la vereda.
El ex funcionario defendió su trayectoria, criticó la gestión
de Cecilia Felgueras en el PAMI y aseguró ser un perseguido
político y de los medios. Mi prisión es una
promesa electoral de la Alianza, aseguró ante el juez, su
secretaria Olga Chaves y los fiscales Guillermo Montenegro y Paulo Starc.
Me critican por hacer una defensa política de mí mismo
pero yo soy un preso político, agregó. Y cuestionó
a la Oficina Anticorrupción que hizo la denuncia de este
caso al comparar su actividad con la de la Junta Consultiva Nacional
que en 1955 perseguía a los peronistas. Quienes lo vieron aseguran
que parecía resignado a pasar un largo período tras las
rejas, pero con una asombrosa lucidez en sus argumentaciones.
A las 20.30 se suspendió la audiencia hasta el martes, cuando los
fiscales podrán empezar a hacer las 200 preguntas que tienen preparadas.
Al salir del juzgado, Alderete se abrazó a sus allegados y fue
trasladado al escuadrón Buenos Aires de la Gendarmería,
donde, rodeado de presos célebres, permanecerá comunicado.
Es decir que podrá compartir el Día del Padre con sus cuatro
hijos.
Las razones de la
Cámara
Alderete llegó a la cárcel a raíz
de una denuncia de la gubernamental Oficina Anticorrupción
que en febrero lo acusó de liderar una asociación
ilícita para defraudar al PAMI desactivando los controles
de la obra social en su beneficio y en el de sus amigos y parientes.
Los fiscales Montenegro y Starc la impulsaron y mantuvieron la
acusación original contra el ex funcionario como jefe de
la banda. Este delito tiene una pena mínima de cinco años
de prisión y, por lo tanto, no es excarcelable. La defensa
de Alderete pidió enseguida la exención de prisión
pero Bagnasco rechazó el planteo. Arslanian apeló
y así la cuestión llegó a la sala I de la
Cámara Federal porteña. Los camaristas Luisa Riva
Aramayo y Horacio Vigliani iban a confirmar el jueves ese rechazo
de Bagnasco pero fueron recusados. Alderete los acusó de
prejuzgamiento por una nota periodística que anticipaba
su decisión. Pero ayer los jueces rechazaron la recusación
negando haber adelantado su opinión a los medios. Y sin
perder tiempo firmaron la resolución que le negó
la libertad a Alderete porque consideraron que en el expediente
hay una descripción precisa de los hechos como así
también de la participación que habría cabido
a los imputados, y por lo tanto mantuvieron la calificación
del delito. El ex presidente del PAMI acumula ya 20 causas y 3
procesamientos.
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CASTILLO,
TROVATO, SARLENGA Y SANCHEZ REISSE
Un calabozo con vecinos muy famosos
Por R.K.
El Escuadrón Buenos Aires
de la Gendarmería Nacional se ha convertido casi en el reducto
de un seleccionado de presos argentinos. Junto a Víctor Alderete,
anoche durmieron según informó la Gendarmería
el matón, ex carapintada e imputado en varios asesinatos, Carlos
El Indio Castillo; el ex juez Francisco Trovato, el ex jefe
de Fabricaciones Militares, Luis Sarlenga; y el ex servicio de inteligencia,
secuestrador y ladrón, Leandro Sánchez Reisse.
En verdad, el Escuadrón es una especie de galpón que está
detrás del Edificio Centinela, en las inmediaciones del puerto.
Una buena parte está destinada a oficinas operativas de la Gendarmería
y hay un pabellón que se utiliza como cárcel.
Son ocho habitaciones de material, con puertas de metal, un patio en común,
un baño que los presos deben compartir y un salón en el
que pueden comer conjuntamente. En ese ambiente hay un televisor.
Las razones por las que allí se llevan presos tienen que ver con
la seguridad. Por un lado, porque hay mucha custodia y no se ha registrado
ninguna fuga hasta el momento. Pero también porque supuestamente
se garantiza la vida del detenido como en el caso de algún
juez ante el peligro de que otros puedan cobrarse alguna cuenta
pendiente. Por último, estar en el Escuadrón es un privilegio,
ya que el régimen es muchísimo menos duro que en las cárceles.
En verdad, en la Gendarmería siempre hubo incomodidad por tener
que alojar a estos presos. No sólo por las dificultades en la seguridad
sino también porque varios entre ellos Trovato son
problemáticos: tienen ataques de histeria, caprichos, se pelean
con otros detenidos y se enferman permanentemente. No somos una
fuerza penitenciaria, tratan de argumentar los jefes de la Gendarmería
cada vez que un juez les envía un nuevo detenido. Por lo que se
ve, con poco éxito.
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