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Por Cledis Candelaresi Cuando el avión de Iberia afectado al vuelo de las 14.40 con destino a Madrid salió ayer del hangar rumbo al espigón internacional de Ezeiza, una espontánea sentada de alrededor de 300 técnicos mecánicos de Aerolíneas Argentinas bloquéo por más de dos horas el acceso de la nave a la posición de embarque. Entre los pasajeros demorados por la medida de fuerza estaba, justamente, Juan Gurbindo Gutiérrez, el directivo de la SEPI que vino a Buenos Aires a exponer ante trabajadores y funcionarios el plan de ajuste que el Estado español preparó para la empresa privatizada. Poco después, el ministro Nicolás Gallo debatía largamente en su despacho junto al secretario de Transporte, Jorge Kogan, y con Patricio Zavalía Lagos, presidente de AA, el programa que inspiró la impactante protesta. No los amedrentó ni el frío ni la soledad, ya que en esta audaz iniciativa los trabajadores de APTA no estuvieron acompañados por los otros varios gremios del sector, aunque éstos también cuestionan el Plan Director diseñado por el principal accionista de la empresa privatizada. A las 12.00, los mecánicos comenzaron a obstruir una de las pistas de acceso al espigón por la que un tractor arrastraba desde el hangar al Jumbo 747. La noticia de que allí viajaría, justamente, el funcionario de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales que expuso ante las organizaciones gremiales el programa de ajuste caldeó los ánimos. Poco antes, un plenario de delegados de la Asociación del Personal Técnico Aeronáutico había resuelto tomar todas las medidas políticas y legales apropiadas para protestar contra el plan de reestructuración, que pretende despedir a más de 1600 empleados, la mayoría a través de retiros voluntarios. Aunque imprecisa, esa determinación sindical dio el marco político para que los técnicos se animaran a desafiar la trompa del avión, coreando consignas contrarias al gerenciamiento español. Ezeiza es su lugar fuerte, donde el sindicato tiene la mayor cantidad de afiliados. El plan español es una emboscada, comentaba horas después ante este diario el titular de ese gremio, Ricardo Cerielli. El dirigente aludía a la disyuntiva en la que la SEPI pretende colocar a los trabajadores: o aceptan el programa de reestructuración o la aerolínea de bandera irá irremediablemente a la quiebra. Aunque en términos no tan crudos, esta amenaza fue expresada por el propio titular de la SEPI, Pedro Ferreras, desde España. El directivo ibérico aseguró el jueves que la propuesta en cuestión no se ejecutaría con la oposición gremial. Pero, al mismo tiempo, la señaló como única salida para enfrentar la crisis terminal que vive Aerolíneas. Las declaraciones de Ferreras son extorsivas, se quejaba ayer ante este diario la azafata y diputada frepasista, Alicia Castro, para quien los trabajadores ya hicieron suficiente aporte para sostener la compañía. Nos opusimos como nadie a la apertura de los cielos, que daña a Aerolíneas; peleamos con Eduardo Eurnekian (concesionario de los principales aeropuertos) para que rebaje las tasas y soportamos un congelamiento salarial, enumeró la dirigente de la Asociación Argentina de Aeronavegantes. Junto a APTA y otros gremios del rubro, la AAA trabaja en el diseño de su propio plan, que tiene como eje el desconocimiento de la deuda que no es legítima. Para esta tarea, los sindicatos contrataron a un piloto de United Airlines, quien participó del salvataje de esa aerolínea norteamericana. Paradójicamente, la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas local no sólo no está involucrada en este proyecto sino que tampoco aprueba la llamativa sentada de ayer. No fue un acto civilizado; actitudes de este tipo pueden dar lugar a represalias de la empresa, argumentaba ante este diario Rogelio Cirigliano, directivo de APLA. No es que los pilotos apoyen el denominado plan rector sino que tienen estrategias diferentes de oposición, no coordinadas con el resto. Cirigliano ayer denunció algunas presuntas trampas de los españoles, quienes no habrían precisado, entre otras cosas, que planean desprendersede los cuatro Air Bus 340 que tiene Aerolíneas. Al mismo tiempo, ven con buenos ojos la tarea de Gallo, a quien reconocen muy preocupado por el tema, pero está sólo en el Gobierno para resolverlo. Según asegura APLA, ya le presentó al ministro de Infraestructura una propuesta para resucitar la alicaída Aerolíneas, cuyo patrimonio asciende a 70 millones de dólares, con deudas superiores a los 600 millones. Pero por ahora prefieren mantener en reserva tanto su contenido como la estrategia para defenderla. Los pilotos no gozan de simpatía en las otras organizaciones sindicales, cuyos dirigentes hasta sospechan de que APLA negocia con el Gobierno una versión remozada del plan español. En el plenario con directivos de la SEPI, los delegados habrían sugerido que los directivos argentinos (Zavalía Lagos y Jorge Cubero) estaban de más, minimizando las culpas españolas. APLA tiene socios en lugar de afiliados, presidente en lugar de secretario general y no existe la militancia gremial. Son pilotos, sintetizó con inquina un dirigente de otro sindicato. Todos coinciden, sin embargo, en la misma sospecha. A juicio de los trabajadores, SEPI intentará aplicar la misma estrategia que utilizó con Viasa: después de un defectuoso gerenciamiento de la aerolínea venezolana, Iberia terminó retirándose ante la negativa del gobierno de Venezuela a aportar fondos para rescatarla. Mientras tanto, Infraestructura intenta pulir detalles del plan para hacerlo digerible y recabar respaldo político. Anoche, Gallo anunció a través de su vocero que requerirá la opinión del Congreso y del órgano regulador de los aeropuertos, así como también la de otros ministerios. Sólo después de esta ronda se pronunciará.
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