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OTRO DIA DE DEMORAS POR EL CONFLICTO FERROVIARIO
Usuarios en tren de protesta

Por la medida de los maquinistas, hubo atrasos de hasta una hora. El Ministerio dispuso una conciliación obligatoria.

t.gif (862 bytes)  Retrasos de hasta una hora, tensión en los andenes y una locomotora literalmente tomada por los pasajeros fue el saldo del segundo día de reclamos del sindicato de maquinistas La Fraternidad. La medida, aplicada bajo la forma del trabajo a reglamento, fue dispuesta por el gremio en protesta por las escasas medidas de seguridad en la manutención de los convoyes. De todos modos, fuentes del sindicato reconocían que el paro había sido dispuesto en rechazo a la decisión de las empresas ferroviarias de hacer funcionar el servicio con personal jerárquico durante el último paro dispuesto por la CGT. El Ministerio de Trabajo dispuso la conciliación obligatoria a partir de las 15, aunque las demoras se prolongaron durante el resto de la jornada.
En la estación Constitución, los atrasos durante la mañana alcanzaron picos de 45 minutos a una hora. En los andenes y el hall central se repitieron las mismas escenas de ansiedad que tuvieron lugar el jueves. “Venimos de Ranelagh –dijo a Página/12 Gustavo, un pasajero habitual de la ex línea Roca–. Tuvimos de 20 a 30 minutos de demora. El tren se iba retrasando entre estación y estación. Se clavó en la mitad entre Avellaneda y Constitución.”
“Voy a Quilmes. El coche tendría que llegar a las 16.50 y recién está llegando”, aseguró María Angélica Pérez, mientras extendía su mano en dirección al reloj de la estación, que marcaba diez minutos para las 17. “Hoy hay mucho menos gente, por lo menos la mitad. Todos se tomaron el bondi”, confesó un agente de seguridad privada del ferrocarril. Alrededor de las 8 de la mañana, también los andenes de Retiro estaban desolados.
Durante la mañana, cuando el gremio de los maquinistas aún mantenía su medida de fuerza, las ex líneas Mitre y Sarmiento registraban demoras de diez minutos; la ex Belgrano Norte, entre 10 y 20; la ex Belgrano Sur, de media hora, y la ex San Martín llegó a picos de una hora. Los pasajeros sin otra opción que tomar el tren rumiaban insultos y cargaban presión en los andenes.
Hacia el mediodía, el Ministerio de Trabajo dispuso la conciliación obligatoria, que debió efectivizarse a partir de las 15 y que regirá durante 15 días. “No es la primera vez que las empresas suben a personal no calificado para conducir los trenes. Nosotros reclamamos condiciones mínimas de seguridad. Desde hace seis meses que venimos avisando por el personal no idóneo que se pone al frente de las máquinas, lo que se repitió el día del paro nacional. Desde ese día, los frenos quedaron en mal estado y las ruedas poceadas”. El gremialista aludía a la decisión de las empresas ferroviarias de cubrir el servicio el día del paro nacional con personal jerárquico.
Alrededor de las 17, hizo su arribo con retraso de más de 15 minutos a Constitución un tren proveniente de Florencio Varela. A esa hora, no sólo el andén estaba cubierto de pasajeros. Las vías que se extendían paralelas a las utilizadas por el convoy estaban también atestadas de gente. Antes de que el tren se detuviera, aquellos que aguardaban de ambos costados se lanzaron contra puertas y ventanillas, luchando a codazos contra quienes pretendían descender.
“Esto pasa aunque los trenes anden en horario –aseguró Angel Franco, un vendedor de la ex Roca–. Son muchos los que viajan y pocos los vagones que ponen. Eso no pasa en los del ramal La Plata. En esa línea, los vagones están pintados y hay espacio para todos. Lo que pasa es que en ésa viajan abogados y gente de más plata. En ésta (Varela-Constitución) son todos laburantes. Estamos en un país donde la gente se aguanta, no se queja más donde se tiene que quejar. Se acostumbraron al rigor.”

 

Locomotora tomada

El punto de máxima tensión del día tuvo lugar en la estación Hurlingham, de la ex San Martín, a las 6.45. A esa hora, un convoy se detuvo en el andén recargado de pasajeros. Quienes aguardaban en la estación se treparon como pudieron, pero ante la escasez de espacio, un buen grupo optó por subir a la máquina. “Se habían cancelado tres trenes y la gente se subió a la locomotora. El tren así no puede partir”, explicó el gerente de Comunicaciones de Transportes Metropolitanos, Fernando Jantos. “La gente creyó que no avanzaba por el trabajo a reglamento”, sostuvo Omar Maturano. La demora y el posterior desalojo a cargo de la policía enfureció a los expulsados. La reacción fue una generalizada pedrea contra la máquina y el conductor.

 

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