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Por Roque Casciero ![]() La ocasión del tributo no tuvo que ver con ningún aniversario sino, al decir de Stephen Marley, con la voluntad de Jah, el dios del rastafarismo. Pero tampoco se pueden negar influencias menos divinas y más terrenales: el show sirvió como apoyo a la reciente publicación de Chant down Babylon, un discutible álbum de duetos entre las grabaciones del padre del reggae con artistas como Hill, Badu y los Aerosmith Steven Tyler y Joe Perry. Con una banda impecable en la que aparecían los Wailers sobrevivientes y los coros de las I-Threes (o sea, lo que queda de quienes acompañaron la carrera musical de Marley), hubo espacio para que los artistas se lucieran. Casi todos lo lograron, apegándose a las versiones originales, esas que podría tararear hasta un extraterrestre. Las excepciones al gran nivel las marcaron el cantante Darius Rucker (Hootie & the Blowfish), y los raperos Eve y Busta Rhymes, que no supieron hacer encajar su verborrágico descontrol con el dulzón ritmo del reggae. Lamentablemente, en Fox no podrá verse la versión de I shot the sheriff a cargo de Dr. John, que las crónicas del evento habían destacado especialmente. Pero en la emisión sí brillan Lauryn Hill (casada con Rohan, uno de los hijos de Marley) con un sensual Turn your lights down low; Chrissie Hynde (cantante de Pretenders) con Waiting in vain; Tracy Chapman con Three Little Birds; la rapera Queen Latifah con Who the cap fits; y la diva del R&B Erykah Badu con una extraña No more trouble. En esta celebración de Marley y, por extensión, del espíritu del reggae también hubo lugar para varios duetos interesantes. Badu con el legendario Jimmy Cliff cantaron el himno No woman, no cry; el propio Cliff y Hynde pusieron a la multitud a bailar con el clásico Jammin; y Hill junto a Ziggy (el más conocido de los herederos de Bob) en una emotiva versión de Redemption song, la última canción que grabó el padre del reggae. El final congregó a todos los artistas sobre el escenario para One love. Sin embargo, pese a la notable profusión de estrellas, ninguna pudo opacar con su brillo la del homenajeado Bob Nesta Marley. Es que, parafraseando al tango, no habrá ninguno igual, no habrá ninguno.
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