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OPINION
Por Ricardo Tappatá *
Con el cuento de la escarapela

Todavía resuenan los aplausos de los bolseros argentinos al sancionarse la reforma previsional, que daría �un inusitado impulso al escuálido mercado de capitales argentino�. Todavía permanecemos atribulados quienes pensábamos que, por fin, tendríamos el control sobre el dinero que nos obligan a apartar para no resultar una carga para las generaciones futuras al momento de jubilarnos (tal como las generaciones pasadas -especialmente la de autónomos� lo son hoy para los activos).
Parece que hay aquí una confusión: hay quienes creen que el régimen de capitalización fue ideado para que los sectores público y privado argentinos contaran con financiamiento más o menos barato. Hay otros, como los desprevenidos aportantes, que creyeron que sería una manera de mantener el control sobre sus ahorros, tanto para asegurar que nadie se apropiaría de ellos como para decidir en qué habrían de invertirlos (optar por mayores o menores dosis de riesgo y rendimiento).
Un instrumento para cada objetivo de política, diría el maestro Tinbergen: o el sistema de capitalización sirve para los futuros jubilados, o se lo utiliza para financiar las aventuras de nuestros políticos y, en menor medida, alguno que otro emprendimiento productivo. Y todo estaría bien si fueran los dueños de los fondos quienes pudieran decidir a qué destino asignarlos.
Hay, también, una segunda confusión entre flujos y stocks. A algunos les preocupa es que los $ 18.000 millones del sistema puedan decidir abandonar el riesgo argentino, elevando la tasa para financiar el déficit público y dificultando la colocación de nueva deuda. A otros les molesta que el rendimiento de los fondos de los más pobres no pueda alcanzar los niveles que logran los más ricos.
Un país es rico cuando sus habitantes son ricos. Los retirados norteamericanos disfrutan de su etapa pasiva porque sus ahorros son invertidos allí donde rinden más, independientemente de la escarapela que puedan lucir los prestatarios. Y cuanto mayor el flujo de utilidades de esas aplicaciones, mejor para la patria. Desde 1995 a hoy, el rendimiento de una AFJP argentina estuvo en torno del 15 por ciento. Un mutual fund norteamericano se habría puesto rojo de vergüenza por tan pobre resultado (nunca hubiesen estado por debajo del S&P500; es decir, siempre por encima del 20 por ciento). 
Si se permitiera a las jubiladoras privadas elegir libremente los mercados donde invertir, podrían despedir a todo su personal especializado �con lo que reducirían las altísimas comisiones que cobran a sus afiliados�, y simplemente depositar los recursos en cualquiera de los fondos que permiten que los jubilados extranjeros se transformen en turistas senior (como los que a diario se ven por Florida), con lo que los aportantes cautivos seríamos hoy, como mínimo, un 5 por ciento más ricos (el sistema jubilatorio de capitalización contaría con $ 900 millones adicionales, más de la mitad de lo que rinden las reservas del BCRA en un año). Gastaríamos más a cuenta, y la retracción del consumo privado �que aumenta el déficit público y pone en aprietos a las firmas privadas� sería menos traumática.
Un último punto: ni al Gobierno, ni a las AFJP, ni al mercado de capitales, ni a las generaciones futuras les sirve la altísima evasión previsional de hoy. Los funcionarios deberían preocuparse no ya por el destino del stock de inversión, sino por el del flujo de sus retornos y por su tamaño. Es decir, por los incentivos a cumplir con los aportes previsionales. Ya que estamos, deberían considerar, por ejemplo, que un autónomo de categoría �B� paga mensualmente $ 122,70, de los cuales $ 80,43 son �contribución a la seguridad social� y $ 42,13 constituyen el �verdadero aporte�, que deducidas las comisiones de la AFJP se transformanen un ahorro mensual de $ 26,09. Es decir, 21,3 por ciento de lo efectivamente pagado. Una verdadera ganga, sustentada en hacerle creer a la gente que lo que paga de �autónomos� va para su jubilación, cuando en realidad se trata de un impuesto disfrazado, y que asegura el ineluctable cumplimiento del aforismo árabe �(jubilados) pobres habrá siempre�.

* Este comentario continúa la discusión, iniciada con el Panorama Económico del sábado 8 de julio, en torno de las regulaciones impuestas a la inversión de los fondos de las AFJP, como excepción a un régimen de absoluta libertad en el movimiento de capitales. 

30 mil millones 
en pocas manos

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