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LOS ORGANISMOS CUESTIONAN EL DOCUMENTO DE LA IGLESIA
�Falta una condena a la cúpula�

Incluso los dirigentes de derechos humanos que valoraron el último documento episcopal sobre los errores del pasado como un avance, opinaron ante Página/12 que la Iglesia no se hizo cargo de su importantísimo y negativo papel institucional en el golpe de 1976.

El cardenal Juan Carlos Aramburu, primado de Buenos Aires, con la junta militar de la dictadura. La cúpula alentó a los represores.


Por Martín Granovsky

t.gif (862 bytes) Está bien que el documento de la Iglesia haya sido autocrítico. Pero la autocrítica fue limitada. Y, sobre todo, no fue institucional, porque el papel decisivo de la jerarquía eclesiástica durante la última dictadura no resultó condenado. Así puede sintetizarse la posición de los distintos organismos de derechos humanos tras conocer el texto �La reconciliación de los bautizados�, emitido por los obispos el viernes. 
Para Sergio Di Gioia, secretario jurídico de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos, en el texto �no queda muy claro si son los fieles, o la cúpula quienes se equivocaron, y no se habla de dirigencia�. Di Gioia hubiera preferido �una autocrítica más dirigida a la cúpula�. De todos modos, �es un gesto de la Iglesia y hay que tomarlo como tal, pero esto no puede apuntar a una reconciliación que sólo llegará con justicia�. 
Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, puso énfasis en que los obispos más importantes jugaron un papel activo durante la dictadura. �Cuando el documento dice que fueron �unos hombres� los que se equivocaron, está mintiendo: la Iglesia actuó como institución�, dijo Cortiñas. �Los capellanes eran mandados por la cúpula de la Iglesia y tenían mucha información, el nuncio apostólico Pio Laghi jugaba al tenis con (Emilio) Massera y había un grupo de obispos que almorzaban con la cúpula militar�.
Como se reproduce en un recuadro aparte, la Conferencia Episcopal Argentina saludó el golpe del 24 de marzo de 1976 y comprendió en el primer documento difundido tras la toma militar del poder que �hay que recordar que sería fácil errar con buena voluntad contra el bien común si se pretendiera que los organismos de seguridad actuaran con pureza químicade tiempos de paz, mientras corre sangre cada día, que se arreglaran desórdenes, cuya profundidad todos conocemos, sin aceptar los cortes drásticos que la situación exige; o no aceptar el sacrificio, en aras del bien común, de aquella cuota de libertad que la coyuntura pide, o que se buscara con pretendidas razones evangélicas implantar soluciones marxistas�. Y antes, en 1975, cuando santificaba la preparación del golpe como prólogo a la santificación de la tortura, Victorio Bonamín, el provicario castrense, se había preguntado: �¿No querrá Cristo que algún día las FF.AA. estén más allá de su función? El Ejército está expiando la impureza de nuestro país�. Para rematar de esta manera: �Los militares han sido purificados en el Jordán de la sangre para ponerse al frente de todo el país�.
Ni la conducción católica de entonces es la de hoy, ni Bonamín vive, pero los dirigentes de derechos humanos cuestionan a la Conferencia Episcopal no distanciarse más críticamente de aquélla. �El documento es un avance, pero no es suficiente ni sincero�, dijo a este diario el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel. �Los desaparecidos también están desaparecidos en la declaración de la Iglesia: en ningún momento los mencionan�, dijo, y cuestionó que no hubiera en el texto �un diálogo con las víctimas� como fondo del problema. 
Mabel Gutiérrez, dirigente de Familiares, recordó que fue �a catecismo cuando era chiquita y después nunca más, y sé que antes de pedir perdón debe haber tanto un propósito de enmienda como un propósito de no repetir el error, y entonces lo que deberían hacer los que participaron de la represión es entregar los archivos�. La recomendación final de Gutiérrez fue �hechos, más que palabras�.
�Más vale tarde que nunca, dicen, pero este perdón no es suficiente�, comentó Rosa Roisinblit, vicepresidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, y remarcó la línea de la ayuda concreta apelando a la influencia que tuvieron antes los obispos con los represores y podrían tener hoy estos otros obispos con los militares que conocen datos y los guardan. �Además de decir que se arrepienten tienen que ayudarnos a localizar a nuestros nietos porque ellos sabe dónde están y si no saben pueden influir sobre la gente que sí sabe�, dijo. Y contó que cuando Pio Laghi era nuncio apostólico �las Madres y las Abuelas íbamos a perdirle ayuda, y él decía: �Si pagaron veinte mil pesos por sus nietos, ellos están bien��.
Antes de la reunión episcopal el Centro de Estudios Legales y Sociales había pedido la apertura de los archivos eclesiásticos de los años de plomo, para ayudar a la reconstrucción de la verdad. Ayer la abogada María José Guembe insistió en que, sobre la dictadura, la Iglesia �debió aportar información�. Guembe opinó que la autocrítica del viernes es �más detallada que la del �96�, y consideró positivo que se condene el antisemitismo, pero criticó la falta de menciones a �la participación concreta de miembros de la institución, a la desaparición forzada, a la participación de capellanes y sacerdotes�.
En aquel documento de 1996 la cúpula de la Iglesia justificó su actitud en la dictadura explicando que �se buscaba encontrar soluciones prácticas y evitar males mayores para los detenidos�. En otro tramo indicaba: �No pocos juzgan que los obispos en aquel momento debieron romper toda relación con las autoridades, pensando que tal ruptura hubiera significado un gesto eficaz para lograr la libertad de los detenidos. Sólo Dios conoce lo que hubiera ocurrido de haberse tomado ese camino. Pero, sin lugar a dudas, todo lo hecho no alcanzó para impedir tanto horror. Sentimos profundamente no haber podido mitigar más el dolor producido por un drama tan grande. Nos solidarizamos con cuantos se sientan lesionados por ello y lamentamos sinceramente la participación de hijos de la Iglesia en la violación de derechos humanos�. Es decir, la misma tónica de autocriticar la insuficiente energía frente a la dictadura, que pudo haber sidoefectivamente el error mayor de algunos obispos, pero no la crucial participación de la jerarquía en la masacre.
Florencia Gemetro, de HIJOS, dijo ayer a Página/12 que directamente �no aceptamos el perdón, porque los integrantes de la cúpula de la Iglesia fueron genocidas: aunque no hayan matado a nadie con sus propias manos, fueron cómplices de una ideología común que sostenía al terrorismo de Estado�. Para Gemetro, aunque hubo sectores de la Iglesia que se opusieron a la dictadura, la jerarquía �negaba la existencia de desaparecidos, confesaba a los detenidos antes de que los mataran y felicitaba a los dictadores�.
Lisandro Cubas contó en el juicio a las juntas de 1985 que en la Navidad de 1977 �alrededor de 15 prisioneros fuimos llevados a una misa oficiada en el Casino de Oficiales de la ESMA�. Detalló: �En el hall del salón de los dormitorios habían levantado un altar sencillo y habían colocado bancos. Todos estábamos engrillados, esposados con las manos detrás de la espalda y encapuchados. Nos sacaron las capuchas y el capitán Jorge Acosta nos dijo que para celebrarse la fiesta de Navidad cristiana habían decidido que pudiésemos oír misa, confesarnos y comulgar los que éramos creyentes y los que no lo fueran para que tuviesen tranquilidad espiritual y pensáramos todos que la vida y la paz son posibles, que la Escuela de Mecánica todo lo podía hacer. Entre tanto se oían gritos de los que eran torturados y el ruido de las cadenas arrastradas de los que eran llevados al baño en la sección Capucha�. 
Ese tipo de testimonios hace pensar a dirigentes como Cortiñas que la autocrítica de la Iglesia es, además de insuficiente, tardía. �Piden perdón 25 años después de la última dictadura, lo hicieron 50 años después del Holocausto y se dieron cuenta de que Galileo tenía razón con 500 años de retraso�, ironizó. Y, con más amargura, dijo: �No pararon una guerra, una muerte, una tortura�.
Entrevistas: Romina Calderaro.

 

 

Qué dijo la Iglesia en 1976

�¿No querrá Cristo que algún día las FF.AA. estén más allá de su función? El Ejército está expiando la impureza de nuestro país.�
(Victorio Bonamín, vicario general del Ejército, 23 de marzo de 1975)
�Si bien la Iglesia tiene una misión específica, hay circunstancias en las cuales no puede dejar de participar: así cuando se trate de problemas que hacen al orden del Estado.�
(Adolfo Tortolo, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, 24 de marzo de 1976)
�Hay una coincidencia muy singular y alentadora entre lo que dice el Gral. Videla de ganar la paz y el deseo del Santo Padre para que la Argentina viva y gane la paz.�
(Pio Laghi, nuncio apostólico, 17 de junio de 1976)
�Hay que defenderse tanto contra la violencia de los enemigos del orden y del país, como de la impaciencia y presión de otras fuerzas o factores de influencia.�
(Juan Carlos Aramburu, arzobispo de Buenos Aires, 5 de octubre de 1976)
�Yo no conozco, no tengo pruebas fehacientes de que los derechos humanos sean conculcados en nuestro país. Lo oigo, lo escucho, hay voces, pero no me consta...�
(Tortolo, 14 de octubre de 1976)
(Citas tomadas de un trabajo sobre �Iglesia y dictadura� disponible en el sitio 
www.nuncamas.org)

Qué dice la Iglesia en el 2000

�Porque sentimos dolor frente a la violación de los derechos humanos fundamentales. 
Porque el mal de la violencia, fruto de ideologías de diversos signos, se hizo presente en distintas épocas políticas, particularmente la violencia guerrillera y la represión ilegítima, que enlutaron nuestra patria. Porque en diferentes momentos de nuestra historia, hemos sido indulgentes con posturas totalitarias, lesionando libertades democráticas que brotan de la dignidad humana. Porque con algunas acciones u omisiones hemos discriminado a muchos de nuestros hermanos, sin comprometernos suficientemente en la defensa de sus derechos. Supliquemos a Dios, Señor de la historia, que acepte nuestro arrepentimiento, y sane las heridas de nuestro Pueblo. Padre, tenemos el deber de acordarnos ante Ti de aquellos hechos dramáticos y crueles. Te pedimos perdón por los silencios responsables y por la participación efectiva de muchos de tus hijos en tanto desencuentro político, en el atropello a las libertades, en la tortura y la delación, en la persecución política y la intransigencia ideológica, en las luchas y las guerras y la muerte absurda que ensangrentaron nuestro país. Padre bueno y lleno de amor, perdónanos y concédenos la gracia de refundar los vínculos sociales y de sanar las heridas todavía abiertas en tu comunidad.�
(Del capítulo V del documento emitido el viernes, �Confesión de los pecados contra los derechos humanos�)

 

 

Las �caras nuevas� encontraron
una manera de generar un cambio

El documento de la Iglesia no hubiera sido posible hasta hace poco, cuando todavía pesaban quienes tuvieron actividad durante el Proceso. El video inaugural hasta citó a monseñor Angelelli y al salvadoreño Oscar Romero. La preocupación por la situación social.

El enviado papal, cardenal Castillo, Karlic y el arzobispo cordobés Ñañez, en la unidad penitenciaria Uno. El gesto de visitar a los detenidos fue uno de los que dieron identidad a la reunión de la Iglesia en Córdoba.

Por Washington Uranga
Desde Córdoba

El acontecimiento producido en Córdoba por la Iglesia Católica tiene el propósito evidente de generar un vuelco en el modo de presencia del catolicismo argentino en la sociedad, en la relación de la Iglesia (y de su jerarquía) con otros actores sociales buscando, por añadidura, que todo esto se refleje de manera positiva en la sociedad misma. Los obispos, hablando en nombre de la feligresía católica y de la propia jerarquía, comenzaron a plasmar en Córdoba un cambio que muchos, desde dentro y desde fuera, le vienen reclamando: llamar a las cosas por su nombre y promover gestos y acciones que expresen lo que se pretende.
El obispo Jorge Casaretto �uno de los más firmes defensores del gesto de perdón� escribió en el diario La Voz del Interior que la Iglesia quiere ser impulsora �de la caridad y del perdón�. ¿Debe entenderse que lo anterior supone dejar de lado la continuidad de la búsqueda de la verdad y de la justicia? No, dicen desde las filas episcopales. �Tenemos el deber de acordarnos� ante Dios de �aquellos hechos dramáticos y crueles�, se escuchó de boca del propio presidente del Episcopado, Estanislao Karlic. Nunca antes los obispos argentinos habían hecho un llamado tan claro a la memoria como base para �refundar los vínculos sociales y sanar las heridas�. �El perdón no elude la justicia, pero hace que la justicia no sea un perdón disfrazado�, dijo en el acto inaugural del encuentro eucarístico el cardenal venezolano Rosalio Castillo Lara, con toda la autoridad de su condición de delegado personal de Juan Pablo II en esta ocasión.
Es ingenuo pensar que alguno de los detalles de la puesta en escena del pedido de perdón fue el resultado de una improvisación o escapó de la mano de quienes imaginaron y produjeron, paso a paso, con tanta discreción como empeño, todos los momentos de lo que finalmente se vio en el escenario gigante del parque Sarmiento. No se improvisaron las palabras. Se eligió un tono litúrgico, evitando la declaración para bajar también la conflictividad y ponerle un contexto de espiritualidad a la gravedad y la dureza de las afirmaciones. Era una forma, también, de asumir el dolor que el reconocimiento de las culpas produce en los miembros de la Iglesia y en la propia institución. Cada uno de los participantes asumió su papel. Karlic, en su condición de presidente de la Conferencia Episcopal pero también porque sabe que su figura cuenta con un amplio consenso que disminuye las resistencias, asumió él personalmente ser la voz del pedido de perdón. Así como otros, que tuvieron tanto o más protagonismo que Karlic en la generación del gesto, decidieron mantener el bajo perfil. Castillo Lara dijo lo que dijo contando con el previo consentimiento de Karlic.
Cambió también la metodología de la construcción del texto. La elaboración fue confiada a los obispos cordobeses y éstos consultaron a sacerdotes, religiosas y laicos de su confianza. Sólo después el texto tuvo la aprobación unánime de los veinte obispos que integran la Comisión Permanente. Pero también es cierto que lo que ahora se logró no habría sido posible cuando dentro de las filas del Episcopado todavía pesaban aquellos obispos con responsabilidad directa en la cuestionada actuación eclesiástica en tiempos de la dictadura. Se renovaron caras y actitudes.
No se improvisó tampoco la preocupación ecuménica, ni el texto marcadamente comprometido con las realidades sociales y con los problemas de la gente que tuvo el video que se proyectó en la apertura oficial. Y fue clara la intención de los organizadores de incluir allí imágenes que aludieron permanentemente al sentido latinoamericanista tantas veces desconocido por la Iglesia argentina y la decisión de rescatar figuras como el obispo mártir Enrique Angelelli y el salvadoreño Oscar Romero.

 


 

MONSEÑOR KARLIC DEFENDIO EL DOCUMENTO
�Lo mejor que descubrimos�

Por W. U.
Desde Córdoba

El segundo día del Encuentro Eucarístico Nacional que celebra la Iglesia Católica en Córdoba estuvo dominado por reuniones y encuentros sectoriales donde se discutieron temas vinculados a la Iglesia y a la realidad del país, y por el gesto que el presidente de la Conferencia Episcopal, Estanislao Karlic, el enviado papal, cardenal Rosalio Castillo Lara, y el arzobispo de Córdoba, Carlos Ñañez, hicieron al visitar a los presos y celebrar la misa en la Unidad Penitenciaria 1. 
En un alto del encuentro cordobés, el titular del Episcopado dijo que el pedido de perdón hecho por la Iglesia fue �completo y lo mejor que descubrimos hasta ahora�, se mostró abierto a recibir opiniones de quienes piensen de manera diferente y agregó que �no tenemos ninguna dificultad� en buscar nuevos caminos para �profundizar la reconciliación nacional�. Respecto de los familiares de desaparecidos, sostuvo que �quiero su paz� y �si ha tenido un desaparecido, quiero que lo encuentre o que, al menos, sepa qué pasó con él�. El arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, calificó el acto penitencial de la Iglesia como �punto de partida para la reconciliación de los argentinos� porque pedir perdón a Dios �es una gracia que ayuda en ese sentido�. Bergoglio aclaró que reconciliación no quiere decir �claudicar de la justicia, porque es una virtud y tenemos que ser justos. Pero también es cierto que la justicia sin misericordia no existe�.
En una mesa dedicada al tema de la desocupación, el obispo de San Isidro y presidente de Cáritas, Jorge Casaretto, afirmó que �la pobreza tiene que ser declarada razón de Estado�. Según el obispo, esto implica �por un lado la asistencia a los que están padeciendo una problemática inmediata, pero también, a largo plazo, el mejoramiento de la educación�. Añadió Casaretto que �hay que evitar cualquier actitud evasiva y terminar con la queja constante para transformar esa queja en actitudes positivas donde cada uno asuma algún papel responsable�. 
Hablando en la cárcel ante los presos y en sintonía con lo solicitado hace algunos meses por los obispos argentinos, el cardenal venezolano Castillo Lara citó palabras de Juan Pablo II para decir que �la pena y la prisión tienen sentido si, a la vez que afirman las exigencias de justicia y desalientan el crimen, contribuyen a la renovación del hombre, ofreciendo a quien se ha equivocado una posibilidad de reflexionar y cambiar de vida para reinsertarse plenamente en la sociedad�. Los detenidos dijeron que �no queremos cárceles nuevas de cemento a las afueras de la ciudad, sino una reeducación y tratamiento de persona a persona�, exigiendo que no se los trate �como si fuéramos los nuevos leprosos de la periferia de las ciudades�.
El encuentro continuó en espíritu festivo, dado por los jóvenes y reflejado en actos culturales del programa. Al cierre de esta edición, miles de jóvenes participaban en el escenario al aire libre montado en el parque Sarmiento de un espectáculo musical conducido por Juan Alberto Badía y Silvina Chediec, con la participación de Juan Carlos Baglietto, Silvina Garré, Luciano Pereyra, Silvia Lallana, Pedro Aznar, Luna Monti, Peteco Carbajal, Jairo y Lito Vitale, entre otros. 

 

 

Opinion
Por Ernesto Tiffenberg

Gesto

(Viene de tapa
La historia demostró que el cura Nieva no fue la excepción. Mucho antes, la noche del 23 de marzo de 1976, víspera del golpe, Jorge Rafael Videla se trasladó hasta Paraguay y Callao, donde entonces estaba la sede de la Conferencia Episcopal Argentina. Allí recibió la bendición de su presidente, el obispo Adolfo Tortolo. Dos días después la bendición secreta se convertiría en grito de guerra: el mismo Tortolo llamó a �cooperar positivamente� con el régimen militar y el vicario castrense Victorio Bonamín exaltó el rol de los golpistas (�que son una falange de gente honesta y pura�) y destacó que �hasta llegaron a purificarse en el Jordán de la sangre para ponerse al frente del país�.
La jerarquía de la Iglesia honró a partir de entonces su larga identidad con las corrientes conservadoras expresadas por las Fuerzas Armadas. Muchos miembros de la cúpula fueron vistos en campos de concentración y otros recomendaron el silencio a aquellos fieles uniformados a los que los remordimientos por los crímenes arrastraban a una confesión. Unico interlocutor visible para las víctimas del terrorismo de Estado, se convirtió en una especie de �mediador� impuesto desde el vamos por los victimarios y ni siquiera levantó la voz cuando la barbarie se cobró religiosos y hasta un obispo.
Esta trayectoria institucional, que no puede hacer olvidar las múltiples y heroicas excepciones individuales, es la que explica la reacción de los organismos de derechos humanos frente al paso dado el viernes por la actual conducción eclesiástica. 
El gesto de los obispos, que pusieron literalmente el cuerpo para leer el perdón �por los silencios responsables y la participación efectiva� de muchos de los hijos de la Iglesia en los crímenes que ensangrentaron el país, no resulta suficiente para aquellos que esperan una autocrítica institucional que reniegue puntualmente de cada una de las acciones adoptadas en esos años por la jerarquía católica. Un perdón por los crímenes que impulsaron o cubrieron más que por aquellos que no fueron capaces de evitar. Un perdón que no deje en el silencio a los desaparecidos, una palabra que aún hoy sigue siendo extraña al idioma oficial de la Iglesia. 
�Sólo le pido a Dios�, cantaron anoche en Córdoba miles y miles de jóvenes que festejaron con su alegría el paso dado por la Iglesia. Quizá sea esa fiesta, esa alegría tan difícil de encontrar en el país de la crisis y el desencanto, la que permita vislumbrar otros pasos más. El renuente perdón de los obispos seguramente no devolverá a la Iglesia a las Madres expulsadas por el cura Nieva pero, hay que decirlo, por lo menos abrió una puerta para poder discutirlo.

 

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