GESTO Por Ernesto Tiffenberg La noche del 10 de diciembre de 1978 una multitud desacostumbrada se reunió en la iglesia de San Francisco, a pocos metros de Alsina y Defensa. Pocos días antes, un grupo de madres de desaparecidos había suplicado allí una misa de consuelo por la cercanía de la Navidad. El cura Jacinto Nieva nunca había logrado reunir tantos feligreses, pero igual no les brindó ningún gesto. Dedicó su sermón a la juventud descarriada, que se dejaba arrastrar por el camino de la droga y el sexo hacia los movimientos guerrilleros. Las Madres abandonaron la iglesia a los gritos en medio de la misa y, desde entonces, les fue difícil volver a ella.
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