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DEBATE
Memoria flaca, renuncia fácil
Por Pepe Eliaschev


Como es habitual en su peregrinar por los medios, Quique Pesoa miente aviesamente al afirmar ahora que su trabajo en Radio Municipal hace 11 años terminó �porque no le pagaron nunca� (Página/12, 31/10/00, página 30). Los lectores de este diario merecen conocer la historia. Asumí la dirección general de LS1 Radio Municipal de Buenos Aires, convocado por el secretario de Cultura de la Municipalidad, Horacio Salas, en junio de 1989, luego de que Carlos Grosso asumiera la intendencia de la ciudad. En setiembre de ese año, Pesoa, a quien yo convoqué personalmente llamándolo a la FM de Radio Rivadavia en la que trabajaba para que viniera a colaborar conmigo, inició un programa matutino llamado �La Oreja�, tras pedir y conseguir que su esposa Leda fuera designada productora ejecutiva del ciclo. Lo rodeé de un amplio y solvente equipo de columnistas, porque, como es sabido, Pesoa es locutor, no periodista. Así, su programa fue nutrido de las presencias de la Dra. Marisa Graham, el Dr. Ernesto Poblet, el Lic. Pablo Leonardo Moledo y el crítico de cine Alberto Farina, entre los nombres que recuerdo. Grosso me relevó de mi cargo en julio de 1991, por instrucciones del Dr. Carlos Menem.
Durante mi gestión de dos años en la Radio Municipal que yo dirigí condujeron programas y fueron columnistas contratados por mí, entre muchos otros que ahora olvido, Carlos Abrevaya, Jorge Guinzburg, Alejandro Fabbri, Graciela Fernández Meijide, Gustavo Veiga, Alfredo Bravo, Eva Giberti, Claudio Martínez, Daniel Guiñazú, Moira Soto, Carmen Coiro, Silvia Hopenhayn, Bobby Flores, Douglas Vinci, Shirley Pfaffen, Marcelo Longobardi, Roxana Kreimer, Alfredo Zaiat, Manolo Juárez, Alfredo Radozsinky, Alicia Terzián, Claudio Uriarte, Daniel García Losauro, Tito Garabal, Esteban Peicovich, Osvaldo Quiroga, Nora Malamud, Eduardo Lagos, Oscar del Priore, Guillermo Cervantes Luro, Eduardo de la Puente, Enrique Alejandro Mancini, Luisa Valmaggia, Horacio Sanguinetti, Sergio Wolf, y la radio tuvo como subdirector a Marcelo Manuele y como jefe del noticiero a Carlos �Pato� Méndez.
Nunca ignoró Pesoa que el sistema de �La Muni� de aquella época determinaba que los honorarios pagados por la Secretaría de Cultura estaban sometidos a la exasperante demora burocrática típica en los tiempos municipales. Pero sí cobró, ¡claro que cobró!, él y su compañera: es una mentira escandalosa que ahora diga que no lo hizo.
Pesoa se fue de �La Muni� de un portazo, como se ha ido siempre de todos lados, luego de arrojar sus habituales granadas: no debe haber conductor de radio y TV de la Argentina que haya abandonado más responsabilidades profesionales que Pesoa: en los años recientes se fue de Radio del Plata, se fue de América TV y se acaba de ir de Canal 7. El hace eso, se dedica a eso, es lo que le sale bien, y luego merodea los medios, atacando impunemente a quienes le han dado de comer a él y a su mujer. Pesoa renuncia.
Es una especie de Chacho Alvarez del subdesarrollo. Pero antes de renunciar cobra. Juan Alberto Badía debería saberlo.

 

 

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