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EN EL MARCO DE UNA RECESION FEROZ, ARGENTINA VIVIO UN REVIVAL ROCKERO
El apogeo del rock de tracción a sangre

Sólo el llamado rock barrial (Los Redondos, Los Piojos, La Renga, Divididos) pudo ir más allá de una ola revisionista –el regreso de Sui Generis, La Mega– con olor a naftalina. La industria debió timonear una crisis profunda, pese a la cual hay numerosas cosas para rescatar.

Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota se dio el gusto de llenar dos veces el estadio de River Plate.

Manu Chao estuvo en Mendoza, Rosario, Córdoba y Buenos Aires, totalizando cerca de 30 mil espectadores.

Por Eduardo Fabregat

En el final de 1999, desechando todo tipo de precisión matemática, el mundo entero se lanzó a festejar el fin del milenio con un fuego digno de mejor causa. Doce meses después, cuando el milenio efectivamente se termina, nadie parece interesado en las luces brillantes que indican el futuro. No es casual: el efecto 2000 fue algo bien diferente de lo que vaticinaban los estudiosos de la informática. El efecto 2000 fue, al cabo, el de una máquina del tiempo. El planeta pareció detenerse y girar en sentido contrario a su rotación natural, tanto como para que las Felices Fiestas 2000 encuentren los charts británico y estadounidense ocupados por The Beatles, y en el cine estén Los ángeles de Charlie, y las recopilaciones de revisión histórica (Blur, Oasis, Lenny Kravitz, U2 y siguen las firmas) sean cosa habitual, y el antiquísimo recurso de juntar cinco carilindos y ponerlos a bailar al ritmo de pegadizas melodías prefabricadas rinda más que nunca, vendiendo millones de ‘Nsync y Backstreet Boys. Contradiciendo al Indio Solari, el mejor resumen para la temporada 2000 es que El pasado llegó.
Argentina, por supuesto, no es un oasis. Es más: trastocando toda lógica histórica, Argentina parecería haber arrastrado al resto del mundo a esta cabalgata con olor a naftalina. El punto de inflexión se produjo el 26 de abril, cuando, con una inyección de capitales extranjeros, FM News se convirtió en La Mega: desde entonces, el furor por desenterrar canciones con 15, 20 y hasta 30 años de antigüedad sólo pudo compararse con las consecuencias de la guerra de Malvinas. Y mientras volvían a resonar, grabados o en plan de retorno, nombres como Seru Giran, Sui Generis, Vivencia, La Fuente, Miguel Mateos, Rata Blanca, Virus, Sandra Mihanovich, David Lebon, GIT o Raúl Porchetto, los músicos jóvenes de este país se preguntaron una y otra vez cómo reclamar el lugar que les corresponde.
En ese estado de las cosas, varias escenas diferentes intentaron mantener su identidad con las armas que tenían a mano. No es novedad que Buenos Aires tiene una sólida escena electrónica, pero el Estado Mega hizo que, por oposición, esa escena se volviera aún más terca, decidida a hablar de futuro cuando todo parece un fogón. Y le quedó un rasgo de honor: este año elos espectáculos más convocante (120 mil personas) fue el doblete de Patricio Rey en River. Pero la rave de primavera en Palermo tuvo la misma cantidad de gente, aun cuando deben restarse los que hubieran ido al lugar con rave o con show de Los Chalchaleros.
He ahí, entonces, un antídoto posible para quienes se quedan perplejos ante un panorama que tanto celebra a Los Abuelos de la Nada como al mártir cuartetero Rodrigo. Si de asistencia a shows se trata, aquellos que tienen mejores banderas para levantar (las de shows multitudinarios con entrada paga) fueron Los Redondos, Los Piojos y La Renga, que se cansaron de llenar estadios cerrados y de fútbol. Y no puede dejarse de lado a Divididos, que acumuló 38 mil espectadores en cuatro funciones del Luna Park y dos de Obras, y que tuvo un año sencillamente brillante: a esos encuentros debe sumarse el atípico concierto tripero realizado en el auditorio de Radio Nacional (el 10 de julio) y el irrepetible show de Tilcara (el 12 de agosto), y la actuación en el Barbican Centre de Londres (en el marco del ciclo Turismo Cultural), y una aparición como invitados de Fishbone (el 16 de noviembre, en Cemento), y hasta un show íntimo en el auditorio de FM La Tribu, el 25 de octubre, ante 150 personas... y no hubo un show igual a otro. En ese esquema rockero, la mayor sorpresa (o no tanto) fue la venta fabulosa de 1000 vivos, la recopilación en vivo de Los Pericos que alcanzó las cien mil unidades. Pero a la hora del show sólo dio para un Obras lleno.
Todos estos movimientos, de cualquier manera, deben ser considerados en el marco de un país devastado. Según consignan los informes de la Cámara Argentina de Productores de la Industria Fonográfica, en lo que va del añose vendieron 5.887.412 menos unidades que en el mismo período de 1999 (ver aparte), en un resumen que era aún más catastrófico hace un par de meses. Los rumores de la quiebra de Musimundo (sistemáticamente desmentidos por sus responsables) agregaron terror a un panorama que se sostiene con alfileres y en el que toda cifra debe ser considerada más o menos virtual: que los sellos discográficos hayan despachado una cierta cantidad de discos y solicitado a Capif certificaciones de oro a diestra y siniestra para sus artistas, no significa que todos esos discos hayan encontrado un hogar. Para comprobarlo, basta con darse una vuelta por cualquier sucursal de Musimundo y ponerse a contar ejemplares de Enemigos íntimos, de Joaquín Sabina y Fito Páez.
Este año, el negocio hizo agua por todos lados y por eso la venta de Cd's en kioscos y la labor de sellos y músicos independientes se convirtió en una opción más que necesaria. Ni siquiera la pequeña reducción de precios (en enero/noviembre de 2000 el precio promedio de un CD fue de $11,83, contra los $13,28 del año pasado) consiguió inyectar energía en un mercado que sólo repuntó un poco en el último trimestre. Un mercado que, además, se encontró con un enemigo al que logró torcerle un poco el brazo, pero que implica innumerables retorcimientos: el sistema de compresión digital MP3, que convirtió a la música en un archivo de rápido intercambio y puso a todas las reglas conocidas patas para arriba.
No es fácil llegar a una conclusión terminante con el fenómeno del MP3: tienen razón los músicos que ven seriamente amenazados sus derechos de autor, aun cuando la cruzada de los estadounidenses Metallica contra Napster (el más exitoso sitio de intercambio de MP3) se parezca más a una caza de brujas que a una defensa legítima. Pero en Argentina, por ejemplo, un compositor cobra 19 centavos por tema editado en un disco que puede cotizar a 22 dólares: una industria que fundó, alentó y sostiene semejante explotación de los artistas no parece menos culpable que Shawn Fanning, creador de Napster, o MP3.com, el otro sitio que debió llegar a un acuerdo millonario con los sellos major. Tras el arreglo, ambos sitios diseñan su servicio rentado, pero la anarquía de Internet asegura nuevas batallas. Aquí, donde el fenómeno de Internet todavía no alcanzó la masividad del Primer Mundo, la principal preocupación de los sellos no es tanto el MP3 sino el vigoroso sistema de pirateo, que representa un porcentaje demasiado importante de las transacciones musicales.
Los dos focos principales de producción musical, en tanto, tuvieron sus propios problemas que atender: en Inglaterra, de las grandes bandas que le dieron cuerpo al brit pop, sólo Radiohead editó material nuevo y un material de difícil digestión como Kid A. Blur y Oasis editaron sendas recopilaciones (The best of Blur y Familiar to millions, en vivo), mientras que Pulp guardó silencio, Massive Attack cajoneó su nuevo disco como forma de protesta contra la industria y Coldplay, Travis y fenómenos dance como Fatboy Slim trataron de mantener la llama en alto, mientras The Cure, los grandes sobrevivientes, decían sus últimas palabras. Sólo The Beatles, con su recopilación 1, su libro Anthology, su primer sitio oficial en Internet y el poder de los aniversarios de nacimiento y muerte de John Lennon hicieron el ruido suficiente. The Beatles, por si alguien no lo recuerda, se separaron hace treinta años.
En la tierra de las barras y estrellas, el panorama se tornó tan bubblegum como en los momentos más plásticos de los 60 y 80, con la vertiente pop de Britney Spears, Backstreet Boys y ‘N Sync, y productos igualmente en serie pero del palo rockero, como Limp Bizkit, Kid Rock, Papa Roach y Bloodhound Gang. Lo demás fue el siempre vital hip hop, que tuvo en Eminem a su principal referente y a Wu Tang Clan como adalides combativos, mientras dos bandas capitales como Smashing Pumpkins (separados) y Rage Against the Machine (con un futuro incierto sin Zack de la Rocha) dieron un paso al costado.
Y Argentina... Argentina, como sucede desde hace décadas, es un enigma. Gracias al Rock in Rio, enero promete toda la actividad musical que brilló por su ausencia durante esta temporada, en la que el Efecto Mega se trasladó a las presentaciones de gente como Deep Purple y Ronnie James Dio, Earth Wind & Fire, Men at Work, Creedence Clearwater Revisited, Misfits, Rick Wakeman, Barón Rojo y The Cult. Parecieron la compañía ideal para el regreso a la actividad de artistas argentinos que no podían dejar de aprovechar la “resurrección”, aunque puede decirse que el público ya no compra espejos de colores tan fácilmente: en 1992, el regreso de Seru Giran (que volvió a las disquerías este año con los shows del Coliseo de 1981) llenó River. Hace pocos días, las Sinfonías para adolescentes sólo convocaron a 20 mil personas en la Bombonera. Y no se trató sólo de una cuestión de recesión económica.
Si Argentina es un país afecto a la nostalgia, también es tierra de movimientos cíclicos: en 1989 todo parecía ser la Z95 y su descarga de tecno con calidad de mediocre para abajo, pero al año siguiente ya nadie recordaba a los “DJ’s” H Scanner y BB Sanzo. Quizá este 2000 con olor a rancio haya sido una consecuencia de tanto fuego artificial y tanto número redondo. Quizá la primera niebla matinal de 2001 haga que el medio deje de pegarles patadas a los caballos muertos y se atreva a barajar de nuevo. Y que, con la convicción que da el hecho de tener no sólo un fructífero pasado sino también un sólido semillero, empiece a repetirse hasta el convencimiento de que lo que debería llegar es el futuro.

 

Las mejores taquillas

Estos fueron los shows más convocantes.
1) Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, 15 y 16 de abril, estadio River Plate: 120.000 personas.
2) Fito Páez, 12 de febrero, Hipódromo de Rosario (Argentina en Vivo, gratis): 80.000.
3) Los Auténticos Decadentes, Kapanga, La Mona Jiménez, 30 de enero, River (Argentina en Vivo): 55.000.
4) Fito Páez, 19 de noviembre, La Plata (gratis, por el 118º aniversario): 50.000.
5) Charly García c/Mercedes Sosa, estadio Mundialista de Mendoza Argentina en Vivo): 40.000.
León Gieco y Víctor Heredia, 28 de enero, River (Argentina en Vivo): 40.000.
6) Los Piojos, 7 al 9, 14 al 16 y 18 de julio, Obras Sanitarias: 39.000.
7) La Renga, 13 y 14 de octubre, Ferrocarril Oeste: 35.000.
8) Los Fabulosos Cadillacs, 5 de marzo, Paseo de la Costa (gratis): 30.000.
Los Piojos, 16 de diciembre, Atlanta: 30.000.
9) Shakira, 13 de mayo, Campo de Polo: 25.000.
10) Sui Generis, 8 de diciembre, Boca: 20.000.

 

Algunos discos nacionales

Aquí, diez discos argentinos destacados:
Narigón del siglo, Divididos. Un disco que le puso color verde furioso a un año brillante para el trío de Hurlingham.
Pequeña Orquesta Reincidentes. Los ex Reincidentes agregaron banjo, mandolina y un aire de cabaret para un disco exquisito.
Contagiándose la energía del otro, El Otro Yo. Digno registro de la furia en vivo de una de las mejores bandas “alternativas”.
Cuentos decapitados, Catupecu Machu. Sin abandonar la furia punk, el trío experimentó (bien) con las máquinas.
Momo sampler, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Realizado casi en soledad por el Indio Solari y Skay, un disco oscuro, por momentos inquietante, siempre interesante.
Hijos del culo, Bersuit Vergarabat. A pesar de su meditada recorrida por varios ritmos latinos, una demostración del buen momento musical de Cordera y compañía.
El salmón, Andrés Calamaro. Una monumental hemorragia creativa del ex Abuelo y ex Rodríguez, con más de un centenar de canciones que exhiben toda clase de altibajos, pero una labor musical indiscutible.
Profania, Christian Basso. Sorprendente debut solista del ex bajista de Clap y La Portuaria, editado de manera independiente.
Verde paisaje del infierno, Los Piojos. La partida de Daniel Buira les restó algo de sabor rioplatense, pero este disco propició una serie inolvidable en Obras.
La esquina del infinito, La Renga. Buen resumen de un hard rock setentoso y la mística del rock barrial, con un sonido abrumador.

 

Algunos discos internacionales

Ecstasy, Lou Reed. Desde hace varios años, el veterano logra mantener el nivel. El disco, además, fue presentado de manera admirable en Buenos Aires.
Music, Madonna. La rubia se cruzó con el productor Mirwais, para un disco en el que manipula su voz y hace bailar a medio planeta.
1, The Beatles. 27 canciones que fueron número uno, y un debut en el primer lugar de los rankings de 30 países. 30 años después parecen indestructibles.
Stories from the city, stories from the sea, PJ Harvey. Otro paso notable de una mujer áspera, con uno de los mejores duetos del año, el que lleva a cabo con Thom Yorke en “This mess we’re in”.
Mama’s gun, Erykah Badu. Un álbum que certifica que Erykah puede poner su nombre junto al de Lauryn Hill, Macy Gray y Me’Shell Ndegé Ocello para formar una selección de las mejores voces femeninas de 2000.
Streetsoul, Guru’s Jazzmatazz. Tercer volumen de la serie quepopularizó el término acid jazz.
Kid A, Radiohead. Tras el megasuceso de OK Computer, los ingleses parieron un disco tortuoso, enigmático y sumamente atractivo.
All that you can’t leave behind, U2. Los irlandeses dejaron todo artificio y se volvieron más clásicos que nunca. Y grabaron una de las grandes canciones del año, “Stuck in a moment you can’t get out of it”.
Amores perros, varios. Brillante banda de sonido del film del mexicano González Iñárritu, con música incidental de Gustavo Santaolalla y un seleccionado del rock latino actual.
Bloodflowers, The Cure. En el año de la nostalgia, un icono de los ‘80 dijo adiós. Y lo hizo con un disco bien triste.

 

Los discos más vendidos

Estos fueron los discos del área de rock que mejor vendieron en el 2000, según la lista de certificaciones de oro y platino de Capif.
MTV Unplugged, Maná: 240 mil copias.
1000 vivos, Pericos: 100 mil.
Californication, Red Hot Chili Peppers: 130 mil.
Supernatural, Santana: 120 mil.
Momo sampler, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota: 80 mil (estimado, no hay datos oficiales).
Ooops! I did it again, Britney Spears: 60 mil.
Vísperas de carnaval, La Mosca: 60 mil.
Crush, Bon Jovi: 60 mil.
La esquina del infinito, La Renga: 60 mil.
Verde paisaje del infierno, Los Piojos: 60 mil (estimado, no hay datos oficiales).

 

Cura pidió disculpas

El tenor argentino José Cura se disculpó por sus ataques verbales a un sector del público en el Teatro Real de Madrid y aseguró que “ciertas injusticias juegan divertidos juegos con la adrenalina de los toreros de raza”. Cura había criticado en duros términos a un sector del público que le recriminó no cantar bien durante la última representación de Il trovatore de Verdi el martes. “Yo canto para todos ustedes y no para esa parte del público que huele mal”, dijo el cantante de 38 años. “Aprovecho para pedir disculpas a todo el resto del público, a quien amo, por si mi exabrupto los perturbó”, aseguró ayer poco antes de partir hacia Zurich. Cura dijo que los abucheos fueron organizados por cuatro o cinco personas que se encontraron en un bar para planearlo. Tras su atípica reacción, Cura comienza a ser llamado el “Maradona de la ópera”. “No quiero entrar en si el tema de la prestación artística fue o no merecedora de semejante falta de respeto. Para eso existe el testimonio grabado”, afirmó. El compositor Cristóbal Halffter criticó al cantante y lo acusó de comportarse como una diva caprichosa. Por el contrario, la ministra de Cultura española, Pilar del Castillo, lo defendió alegando que es un grande. El altercado no dañó la relación con el Real, que lo contratará para dos óperas en la próxima temporada.

 

Las visitas destacadas

Estas fueron algunas de las visitas destacadas.
Lou Reed (7 y 8 de noviembre en el Gran Rex). La presentación de Ecstasy lo mostró en plenitud.
Vernon Reid (15, 17 y 18 de junio, La Trastienda). Una clase de guitarra que nunca rozó el aburrimiento.
Manu Chao (4 de mayo en Mendoza; 6 de mayo en Rosario; 15 de noviembre en Córdoba; 17, 18 y 21 de noviembre en Obras). Una merecida revancha musical con el ex líder de Mano Negra.
Joaquín Sabina (10 y 11 de marzo en el Luna Park; 3, 4, 6 y 7 de setiembre en el Gran Rex). Las casi treinta mil personas que lo vieron certifican que el español sigue teniendo un público fiel aquí.
Fishbone (16 de noviembre, Cemento). Un show ardiente de una banda inclasificable, con un final a todo trapo junto a Divididos.
Jorge Drexler (8 de setiembre, La Trastienda; 14 y 15 de diciembre, Club del Vino). El uruguayo (radicado en España) presentó el notable Frontera.
Maná (17 de marzo en Mendoza; 19 en Corrientes; 23 y 24 en el Luna Park; 6 de mayo en Ferro). Su disco Unplugged vendió en Argentina cerca de 200 mil unidades. Y supieron aprovecharlo.
Shakira (28 de marzo en el Luna Park; 13 de mayo en el Campo de Polo). Resonó tanto por sus shows atestados como por su relación con Antonio De la Rúa.
Café Tacuba (30 de junio y 1º de julio, Obras). Otro notable show de los mexicanos, junto a Gustavo Cerati.
Sonic Youth (Festival Primavera Alternativa, 21 de octubre en el Club Hípico). Lo mejor de un festival en el que Sean Lennon fue la gran decepción.
The 3Peace (con Todos Tus Muertos, Tintoreros y los uruguayos La Vela Puerca, 18 de marzo en Cemento). La visita más extraña: la primera banda japonesa que tocó en Argentina.

 

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