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CONSTRUCCION

LA OBRA MAESTRA DE RENZO PIANO SE HUNDE EN OSAKA
Sobre bases poco firmes

La arquitectura del superaeropuerto de la ciudad japonesa de Osaka está en entredicho. Proyectado por el Arq. Renzo Piano, de origen italiano, se ha hundido once metros desde la fecha de finalización de su construcción, en 1990.

Por Lola Galán
Desde Roma

La prensa japonesa ha lanzado la alarma: el aeropuerto de Osaka, joya de la arquitectura moderna, proyectado por el italiano Renzo Piano e inaugurado en 1994, se hunde. El terreno sobre el que se asienta, una isla artificial construida especialmente para sustentarlo, ha descendido 11 metros desde que se concluyó la obra en 1990. La denuncia ha sido planteada por técnicos de una de las empresas que intervinieron en la ciclópea construcción.

Desde Italia, Renzo Piano ha intentado calmar los ánimos y salir en defensa de su trabajo. “La plataforma no es obra mía”, ha declarado asegurando que el hundimiento registrado obedece a un simple “asentamiento del terreno”. Aun así, los responsables del aeropuerto Kansai han anunciado un plan de reforzamiento de las estructuras para evitar posibles riesgos. El caso del aeropuerto de Osaka, cuyas obras costaron la fabulosa cifra de 1416 millones de dólares, ha sido titular en los más importantes diarios y semanarios japoneses desde el pasado mes de julio, aunque la polémica sobre la estabilidad de la obra se remonta casi a su inauguración en 1994.

No es frecuente que una obra pionera como la del aeropuerto japonés, que ha merecido la atención del mundo entero por la osadía de su planteamiento, se vea en entredicho por una causa tan grave: nada menos que un hundimiento de 11 metros en las aguas de la bahía de la ciudad. Renzo Piano considera, sin embargo, que se trata de meras exageraciones de la prensa. “Cuando en 1990 se iniciaron las obras del aeropuerto, la parte del proyecto Kansai que yo diseñé, la isla estaba terminada ya y el terreno había ya bajado 10 metros”, ha declarado el arquitecto al diario italiano La Repubblica. Una vez terminado el aeropuerto se comprobó que el terreno había bajado otros 25 o 30 centímetros, según el arquitecto.

Con todo ello, desde el año 1994 el hundimiento habría sido de unos 70 centímetros y no de 11 metros. Y sin embargo, la prensa japonesa dice disponer de datos inquietantes. El semanario Shukan Bunshun, uno de los de mayor difusión, asegura que han aparecido grietas en numerosos edificios de la isla, que peligran las instalaciones eléctricas y que los depósitos de carburante se ven obligados a soportar mayor presión de la prevista en los estudios de viabilidad de la obra. El problema, según la denuncia de varios técnicos que han pedido permanecer en el anonimato, es que la base misma de la isla artificial no sería tan sólida como oficialmente se sostiene.

En lugar de roca de las colinas de Osaka, previamente machacada, el asentamiento se habría efectuado con arena a la que se habría añadido sólo una capa final de roca. La isla se sustenta sobre un millón de pilares de setenta metros de longitud que atraviesan la masa de roca y se hunden en el fondo marino, pero la seguridad quedaría en entredicho si se descubriese que es arena y no roca el material utilizado. Los técnicos apuntan el dedo acusador contra la mafia japonesa, la Yakuza, presuntamente complicada en la venta del material de construcción. Los mismos técnicos sospechan también que el zócalo que refuerza el perímetro de la isla Kansai ha sido construido con fango.

De cualquier modo y a pesar del silencio oficial, los motivos de alarma existen. Hasta tal punto que la magistratura japonesa ha abierto una investigación para esclarecer si se han producido irregularidades, aunque no habrá resultados hasta final de año. En medio de la polémica, la Kansai International Airport SL, un organismo mitad privado y mitad público que gestiona el aeropuerto de Osaka, ha anunciado ya la aprobación de un plan de reforzamiento de las estructuras de las instalaciones que costará unos 166 millones, cifra que habrá que sumar a los casi 222 millones de pérdidas acumuladas en los seis años de funcionamiento del aeropuerto. Piano –que es coautor, junto a Richard Rodgers, del centro de arte parisino Georges Pompidou– insiste en que sólo es responsable del diseño de las instalaciones aeroportuarias donde, asegura, “no se han producido grietas; al contrario, en el terremoto de hace cinco años no se rompió ni un cristal”. Pero la polémica está destinada a aumentar. Un urbanista y docente de arquitectura, Leonardo Benevolo, reprochó a Renzo Piano su intento de disociarse del problema, desde las páginas de Il Corriere della Sera. La tesis de Benevolo es que el arquitecto debe comprobar también la calidad de la estructura sobre la que construye su obra. Piano asegura, sin embargo, que cuando visitó la isla en la última fase de construcción le pareció observar que “el trabajo se controlaba escrupulosamente”.