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Jueves 16 de Marzo de 2000
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LA TRAVESIA ON LINE HACIA LA CUMBRE DEL ACONCAGUA

Cuatro aventureros argentinos escalaron el cerro más alto de América y desde allí transmitieron un manifiesto ecologista. Soportaron temperaturas de 20 grados bajo cero, rescataron a una alemana y treparon los casi 7 mil metros de altura en vivo y en directo por Internet. Preparate Himalaya, no sabés la que te espera...

TEXTO:BRUNO MASSARE

“Los glaciares se están derritiendo. Los bosques están desapareciendo. Estamos cambiando el clima. Nos estamos quedando sin peces en los mares. Nuestros niños, antes de nacer, acumulan tóxicos provenientes del ambiente. Desde el punto más alto de América, llamo a la reflexión de los gobiernos y de todas las personas preocupadas por detener el abuso que en la Argentina se realiza a la tierra, al aire y al agua. Los legisladores tienen en sus manos el poder para legislar y cambiar la historia de nuestro país, y la gente tiene el poder de vigilar que los gobiernos las hagan cumplir. Para que los esfuerzos por salvar al mundo no queden sólo en palabras, es necesario que estas palabras se transformen en acciones.” Esta declaración de Greenpeace no fue un comunicado más por la preservación del medio ambiente. Fue enviada en la tarde del 5 de marzo a través de Internet y desde 6962 metros de altura. Desde la cumbre del cerro Aconcagua, más exactamente.
Gadi Slomka, Julio Vianna, Gerardo Burgos y Adrián Iriarte son los responsables del Aconcagua On Line, la primera expedición a la cima del cerro más alto de América transmitida paso a paso a través de la web. “La idea de la declaración tiene que ver con que queremos hacer pública una lucha, la del respeto a nuestro entorno y del peligro que éste está corriendo en muchos lugares del mundo”, dice Gadi, ideólogo de la expedición, que ya había participado de la travesía Hielos Continentales ‘99 (ver recuadro).
El nombre Aconcagua viene del quechua Ackon Cahuak, que significa Centinela de Piedra. Aunque su origen también podría estar en la frase mapuche Aconca-Hue, cuya traducción es “Viene del otro lado”, en referencia al río chileno que lleva ese nombre y del que, antiguamente, se creía que tenía sus orígenes en las laderas del cerro. Por cierto que el primero de los significados resulta mucho más descriptivo para una montaña que sobresale casi 2000 metros por encima de las cumbres que la circundan y que difícilmente pasará desapercibida para el observador más distraído.
En unos quince días, los cuatro montañistas –a los que se sumó un grupo de apoyo de tres integrantes– atravesaron las distintas etapas de ascenso, transmitieron en detalle las peripecias de cada jornada a través de www.aconcaguaonline.com.ar (donde aun se pueden ver las actividades, alimentación, temperatura, ubicación exacta y una crónica correspondiente a cada jornada), dieron entrevistas, alcanzaron la cima –no todos lo lograron– y hasta socorrieron a una andinista alemana. “Todo salió de acuerdo con el plan que habíamos preparado y el clima nos ayudó mucho. Hubo mal tiempo cuando no teníamos nada que hacer y tuvimos días con una temperatura muy agradable”, dice Julio. “¿Qué significa una temperatura agradable? Y... con unos diez grados bajo cero estaba muy bien.” Ajá.
El ascenso comprendió varias etapas de aclimatación, fundamentales para seguir la marcha sin problemas. “A medida que uno sube sobre el nivel del mar es menor la capa de atmósfera, entonces disminuye la presión de oxígeno. Como los glóbulos rojos necesitan una determinada presión para captarlo, aumenta la cantidad de glóbulos en la sangre. Este proceso es lento, pero al menos una breve aclimatación permite sobrellevar mejor síntomas de la altura como el agotamiento, los mareos, las náuseas y la falta de sueño y de apetito”, explica Julio. A pesar de las previsiones, la altura hizo de las suyas en varios de los montañistas. “Uno sabe hasta dónde puede seguir”, dice Gerardo. “Todos pensábamos que Gadi iba a llegar, pero en un momento dijo basta, lo charlamos y se volvió al campamento base”.
Finalmente, la cumbre fue alcanzada por Julio Vianna, Gerardo Burgos y Gerardo Savenia (que formaba parte del grupo de apoyo). Adrián Iriarte fue otro de los que sufrió las consecuencias de la altura, y tiene una explicación: “No creo que sea casualidad que los tres que llegaron hasta arriba ya hubieran estado antes en el Aconcagua”. Gerardo interviene:”Probablemente tenga que ver con que uno sabe mejor cómo dosificar el esfuerzo, hay tramos de seis horas de caminata con una pendiente de 45 grados y es importante saber cómo puede responder tu cuerpo a esa altura”.
Una vez alcanzada la cumbre, los tres montañistas se encontrarían con una sorpresa fuera de sus cálculos: tres alemanes totalmente agotados y sin capacidad de reacción, especialmente una mujer. Para colmo de males, comenzaba a anochecer y el frío se encargaba de recordárselos. “La chica no podía mantenerse en pie, ni siquiera era capaz de correrse el pelo que le tapaba la cara”, dice Julio. “Les dijimos que se fueran al refugio a preparar algo caliente y nosotros empezamos a bajarla. Si se quedaba ahí, creo que no iba a poder contar la anécdota”.
¿Y ahora qué, se viene Himalaya On Line? “Es uno de los dos proyectos”, sorprende Gadi. “O el Himalaya o la Antártida. Seguramente nos van a demandar mucha más preparación y una producción previa más intensa, pero la idea es sumar otro desafío aún mayor. Aunque en breve podríamos hacer un Pinamar On Line, para relajarnos un poco”.

Tipos audaces

Los cuatro integrantes de la expedición viven en La Plata y ya llevan muchos años de ascensiones y escaladas. Gadi Slomka (34, de Villa Domínico) es quien ideó la expedición. Antes había ascendido al volcán Villarica (Chile), al Cerro Tronador, a cerros del Valle del Condoriri (Bolivia), al Volcán Lanín y más recientemente realizó la mencionada travesía sobre los Hielos Continentales. Gerardo Burgos (31, de La Plata) tuvo a su cargo la parte de logística y equipamiento de montaña. Su vida se reparte entre sus actividades como maestro de escuela primaria en La Plata y como guía en el Parque Nacional Lanín. Adrián Iriarte (32, de Coronel Dorrego, provincia de Buenos Aires) es arquitecto y se dedica a la fabricación de equipos de montaña. En el ‘93 recorrió en bicicleta más de 800 kilómetros por el sur argentino y chileno, que incluyó el cruce de los Andes por el paso Puyehue. Dentro del grupo fue el encargado del equipamiento tecnológico (léase computadoras, teléfonos, paneles solares). Julio Vianna (36, de Deán Funes, Córdoba) fue el guía de la expedición y es director de la Escuela Técnica de Montaña del Grupo Andino Villa Carlos Paz. Al igual que Adrián, también fabrica mochilas y equipos de montaña, y ya había guiado seis expediciones al Aconcagua. A ellos se sumaron casi a último momento Gerardo Savenia, Pedro Fina y Martín Colomar como grupo de apoyo, aunque el primero de ellos terminó haciendo cumbre. Ya de regreso a La Plata (volvieron el jueves pasado), es momento de recuperar energías y pensar en lo que vendrá. Los que quieran chatear con ellos hoy tienen su última oportunidad, a las 8 de la noche en www.aventurarse.com


Capitán Frío

Aconcagua On Line no fue la primera experiencia de esta clase para Gadi Slomka. Hace un año, la expedición Hielos Continentales 99 lo tuvo como guía y fotógrafo, a lo largo de 45 días durante los que recorrió 125 kilómetros de hielo, nieve y frío. De aquella aventura también participaron Gerardo Savenia –que fue como apoyo al Aconcagua–, Marcelo Janik y Guillermo Glass. Según Gadi, “como primera experiencia fue muy buena y el hecho de transmitir por Internet fue algo revolucionario. Además nos permitió tener una especie de tarjeta de presentación para encarar nuevos proyectos como éste”. Durante la expedición sobre los Hielos Continentales aún estaba fresco el recuerdo de la disputa entre Argentina y Chile por esa porción de territorio, y los relatos diarios eran reflejo de las dificultades generadas por la baja temperatura (“las teclas de la computadora, al igual que nuestros dedos congelados, se traban todo el tiempo”), por avalanchas (“una enorme masa de hielo había caído sobre el camino sepultando los rastros de nuestras huellas de no más de dos horas”) y algún que otro accidente (“Gerardo se desmayó después de que un trineo golpeara en su cabeza”). Al regreso vendrían las conferencias y las muestras fotográficas, pero los equipos no descansarían por mucho tiempo más.